"EL BLOG MÁS LEÍDO EN CÁCERES SEGÚN EL ÚLTIMO EUSKOBARÓMETRO"

martes, 25 de enero de 2011

JUEGOS PARA NIÑOS DE ANTES


No vamos a hablar aquí del juego como dispensador de valores fundamentales, como forma individual o colectiva de expresión o como una actividad creativa y original que espolea la imaginación humana, la inteligencia o las habilidades sociales.
Vamos a hablar ahora del juego como ese quehacer ocioso desarrollado al aire libre, en las calles, cuando las limitaciones del entorno o medio urbano no eran tan hostiles como lo son hoy en día para los infantes en nuestras avanzadas sociedades occidentales.
Así que es necesario formatear nuestros parámetros actuales, regresando por un momento a una realidad urbana previa al reinado de la Playstation 3, a la dictadura de las redes sociales, de los chats, los netbooks y los móviles; viajar mentalmente más allá de la vida hiper-tecnológica cuyo efecto secundario disfuncional más inmediato para el sistema psicomotor del infante es el sedentarismo recalcitrante y la tendencia a lo estático, aunque a la vez sobresaturados cognitivamente por un océano infinito de estímulos virtuales.
Ese mágico momento pre-tecnológico está lleno de niños en pantalón corto y niñas con falditas de cuadros, charcos, descampados, kioscos con sobres sorpresas, tebeos y caramelos de nata de 50 céntimos.
Momento eterno el de aquella infancia-intendencia replegada entre numerosos juegos a pie de calle que, además de favorecer el proceso socializador, nos producían un enorme y duradero placer.
Un repertorio inacabable de entretenimiento- aquí resumido sucintamente-entre cuyos juegos se encontraba, por ejemplo:



- PALOMA BLANCA, PALOMA NEGRA: Al que le toca pandar se pone contra la pared y grita a viva voz: "paloma blanca, paloma negra" y se da la vuelta sólo al acabar la frase, para intentar localizar algún movimiento en el resto de la tribu que intenta avanzar hasta él.
La dificultad estriba en que el resto puedan llegar hasta él sin ser visto. El que lo consigue gana, el resto eliminados. Y todo en 3D, pero sin sillón vibrador.


- REBUMBIO: La cosa más simple del mundo. Un portalón de algún garaje y una pelota. Varios chavales que eligen a los suyos mediante la retahíla " Un avión japonés cuantas bombas tira al mes... una, dos, tres..." o "Pito pito gorgorito, ¿dónde vas tú tan bonito? A la era verdadera, pim, pam, fuera".
Dos equipos, un portalón como portería y a fastidiarle la siesta del domingo con los balonazos a los vecinos.
Más sencillo y divertido que el mecanismo de un yoyó.


- BRILÉ: Éste era mucho de mezclarse entre niños y niñas, no recuerdo bien por qué. Se hacían dos grupos, cada uno en una zona delimitada, y el juego consistía en eliminar a balonazo limpio al contrario, que usaba toda la agilidad de la que era capaz para esquivar el disparo mortal.
Estaba considerado como un juego poco viril y más de niñas.
Una variante sería el fútbol sin balón, que era más o menos como el brilé pero sin pelota, así que tenías que usar el recurso retórico de la cosificación, convertirte mentalmente en un balón, e intentar introducirte dentro de la portería contraria sin que ningún jugador del otro equipo te tocase.
Yo creo que lo conseguí una vez en abril de 1979. Hacía sol y me aplaudieron. Lo recuerdo porque son cosas que suceden, con suerte, una vez en la vida y nada más.


- PEONZA O BUJAINA: Una especie de trompo de madera al que había que bailar desenrollándolo a toda velocidad de una cuerda y con el que podías cascar otros trompos si les acertabas bien.
Reconozco mi total y absoluta incapacidad para bailar la peonza. Lo más que hacía era conseguir que saliera despedida contra algún coche o escaparate.
Uno de los juegos más insulsos y aburridos que recuerdo: enrollar y desenrollar la bujaina para lanzarla contra los coches aparcados, lo que me provocó más de un disgusto( y a mis padres también).



- VERDAD O CONSECUENCIA: Divertimento perteneciente al género de los juegos pícaros y erótico-festivos de los niños. Se jugaba preferentemente en el interior de los portales o en el descansillo de las escaleras mal iluminadas, lejos de los padres... por si acaso.
Básicamente consistía en elegir entre una pregunta- a la que tenías que responder lo más verazmente posible- o una acción.
La mecánica era universal e incipientemente sexual: la pregunta era siempre si te gustaba tal niño o niña y la acción consistía, invariablemente, en darle un beso, tocarle el trasero o que te enseñase la ropa interior alguna niña.
Da igual que estuvieses en Kuala Lumpur, Mesopotamia o Lugo, siempre acababa en lo mismo.


- EL CHE: No sé qué tiene que ver con el revolucionario argentino-cubano un destornillador o trozo de hierro de obra que tenía que clavarse en un circuito trazado previamente sobre la tierra.
Un juego masculino con el que alguno se llevó un buen disgusto( un amigo me contó como un compañero había perdido un ojo al rebotar el hierro contra una roca y clavársele justo en la córnea).
En mi colegio, el Calasanz, estaba prohibido jugar al Che en el recreo.
Los curas igual se pensaban que el juego consistía en leer a Marx, afilar los hierros para comenzar la revolución durante algún recreo y quemar iglesias después o algo así. Siempre tocando de oídas el Ángelus.




- POLICÍAS Y LADRONES: Un clásico básico. Dos bandos. Unos la ley y el orden y otro los fugitivos de la justicia, que tenían que ser vistos o cogidos, siempre sin salirse de un radio asumible de acción y distancia.
Lo más bizarro de todo fue una vez que decidimos ampliar ese radio de acción llegando a la conclusión de que los fugitivos podían moverse por toda la ciudad.
Lo peor fue que nos pillaron, y ¡mira que había sitio en aquella Coruña para esconderse, madre de Dios!
El ser humano es tan previsible.


- LA COMBA: Esto sí que era un juego de chicas, como la goma(nada que ver con la goma con la que jugamos ya de adultos), aunque todos nos poníamos cerca de donde estaban jugando las niñas para poder verles la ropa interior de ganchillo rosa.
Todavía no sabíamos bien por qué, pero algo nos atraía hacia ellas. El instinto, la agazapada sexualidad... la psicología evolutiva tiene la última palabra.
Había niñas que se podían pasar horas saltando a la comba mientras cantaban la del barquero y la niña bonita. Verlas era una gozada. Justo ahí supimos, fuimos plenamente conscientes, ya de infantes, del disfrute erógeno que conlleva la sencilla y cálida observación voyeur de una mujer saltando.



- CANICAS: Otro clásico. El gua, los tres castres, la "polla", la raya, la bolsita de tela de tu madre para meter las canicas, las bolas de cristal trébol, las de hueso, las metálicas de los rodamientos de los coches... había auténticos maestros en esto de las canicas; tíos que acertaban a tu canica desde 200 metros bajo la lluvia y con niebla y te llevaban hasta la bolsa vacía esa que con tanto cariño- como el canguro con capucha y bolsillos para el invierno- te había hecho tu madre en una tarde.
Ser poco habilidoso en la niñez es una ruina. En la vida adulta le pagas al fontanero si no sabes limpiar el vaso comunicante, pero de niño además de no hacer más que comprar canicas y peonzas, eres el hazmerreír del barrio.


-ESCONDITE: Contabas hasta veinte y apenas te dabas la vuelta ya veías a Javi metido detrás de un coche, al otro en un portal y al Róber entre bolsas de basura.
Pero siempre había alguien que se lo tomaba en serio, en plan profesional, y se iba corriendo a tres manzanas de allí y tardaba 2 horas en aparecer por la calle-cuando ya todos estábamos en casa cenando- con esa cara orgullosa de "no me viste, soy más listo que vosotros... ¿gané?".
Y, claro, allí ya no había nadie para responderle.



- MÉDICOS, PAPÁS Y MAMÁS: Una evolución del Verdad o Consecuencia en clave más directa, sin tantos ambages ni rodeos ni preguntitas que no llevan más que a dilatar lo evidente, el objetivo principal de todos estos didácticos pasatiempos seudocarnales y erótico-festivos: el curioseo sexual preadolescente, el instinto en ciernes de la carne y la sangre acumulada en determinadas zonas:
-Tóqueme aquí, doctor, en el pecho, que me duele...
- Tú eres el papá que llega a casa y me da un beso y me coge así y así y entonces yo te meto la lengua en la boca como hace mamá y papá coge y...

Jugando a médicos, a papás y a mamás, aprendimos una cosa fundamental que nos serviría luego en nuestra vida de adultos, para dejar las cosas claras y no dar lugar a equívocos y engaños: son ellas siempre las que eligen, deciden y llevan la iniciativa. Nosotros, nuestra función como machos, es plantar la semillita y obedecerlas, obedecerlas y plantar la semillita... nada más.
Así de simple es esto de los géneros y la guerra de los sexos.




- EL PAÑUELO: Alguien sostenía un pañuelo(limpio, a poder ser) entre dos grupos situados en fila india a una distancia similar. La finalidad era que uno de los dos contendientes se hiciese con el pañuelo y volviese a su sitio sin que el otro lo tocase.
Ahora apenas ya hay pañuelos de tela, por lo que este juego se ha vuelto impracticable entre las nuevas generación kleenex.


También había juegos como el Huevo-pico-araña, el tejo, los juegos viriles de guerrillas con tirachinas y furabolitos que acababan con alguien con la cabeza abierta, la gallinita ciega o las tabas.
Pero los tiempos han cambiado, amig@s, que diría Dylan; dile tú ahora a un chaval que está jugando a la tercera parte del "Assasin Creed" en su play 3D que salga a la calle a jugar a las chapas mientras canta la de estaba el señor Don Gato sentadito en su tejado, miauamiau miau miau...
Una pena.

Saludos de Jim, bribones, y ¡a jugar!


lunes, 17 de enero de 2011

LOS ZOOLÓGICOS HUMANOS





En 1881, el director de circo Carl Hagenbeck pasea por toda Europa a una docena de hombres, mujeres y niños de la etnia Káwesqar(procedentes de Chile).
Éstos son presentados en jaulas al público del viejo continente a cambio del previo pago de una entrada. El espectáculo de contemplación de estos tesoros antropológicos vivientes no dura demasiado, pues sometidos al maltrato y abusos de toda índole por parte de sus civilizados captores, acaban muriendo todos de enfermedad e inanición.

Pero hay que decir que esta obscena inclinación a exhibir seres humanos como trofeos "exóticos" o como si se tratasen de raras piezas de orfebrería viene ya de antiguo: por ejemplo, en pleno siglo XVI, un tipo tan ilustre como Hipólito de Médicis disfrutaba y se ufanaba de su colección particular de gentes venidas de varios continentes.




Es a partir del siglo XIX cuando la cosa se normaliza- mentalidad colonialista, supremacía racial, nuevos medios de transporte y de comunicación, un tipo de cientifismo que sustenta tesis etnocentristas...- y esta práctica de secuestrar a seres humanos "inferiores" y no evolucionados y exhibirlos ante los atónitos ojos del espectador de raza "superior" se vuelve más común, en aras de una supuesta divulgación de corte seudocientífico o, más prosaicamente, como un negocio muy rentable en manos de especuladores y suministradores de entretenimiento sin demasiados escrúpulos morales, a imagen y semejanza del público al que iban destinados.
Es precisamente entonces cuando a estos zoológicos humanos se les concede su bula eufemística mediante la denominación de circos ambulantes de prodigios vivientes, exposiciones antropológicas, teatros de variedades, ferias internacionales...
Todo el mundo quiere tener su muestra de pueblo colonizado, su tratado de Ciencias Naturales articulado, sus prodigios salvajes y vivientes para mostrar a los orgullosos ciudadanos europeos de la revolución industrial: niños microcefálicos mexicanos, siameses tailandeses, antropófagos chilenos, tuaregs, primitivos malgaches desnudos, etcétera.



Directores de circos de prodigios como Barnum, Maurice Maitre o Hagenbeck hacen su agosto mediante estas adquisiciones; antropólogos de toda europa divulgan con sus tesoros vivientes sus teorías etnocentristas sobre la evolución societal y el darwinismo. En la Exposición Universal de París de 1889 se exhiben aborígenes selk´nam. Casi al mismo tiempo, un grupo de inuit(esquimales) pueden ser visitados en "los jardines de aclimatación" de Saint-Hillaire, junto con sus arpones y trineos.
Más de un millón de personas pasaron aquel año por los llamados "jardines de aclimatación" para contemplar el milagro de los Inuits.

También se hacinaron a negros salvajes malviviendo en jaulas para saciar la curiosidad malsana del ciudadano europeo blanco. Incluso se llegó a traer de África a un pobre pigmeo llamado Ota Benga, al que se le metió a compartir jaula con un orangután, para que el ciudadano del mundo civilizado- ¿no resulta esto un tanto paradójico?- pudiese observar in situ a un representante vivo del eslabón perdido entre el hombre y el simio.





Tras su enorme auge llegó también la inevitable caída de estos degradantes zoológicos humanos- en parte gracias a la incesante presión y denuncia de estas prácticas por parte de los defensores de los derechos humanos-. La exhibición impúdica de seres humanos vivos, independientemente de los fines para los que fuesen expuestos públicamente, fue sancionada legal y socialmente.

En el siglo XX el racismo biologista científico y la ideología basada en la superioridad de la raza reverdeció bajo nuevas formas y modelos. Si anteriormente la última moda etnocentrista había consistido en la proliferación de estos zoos para seres humanos, ahora la discriminación racial tomaba la forma de la raza aria, de la nación germana, del antisemitismo o del sionismo, del apartheid, del cine colonialista y racista hollywoodense al estilo "Las Aventuras de Tarzán", del genocidio Armenio o Palestino, de la xenofobia, de los campos de exterminio... y se depuraban los prejuicios de forma mucho más industrial, pragmática y contundente, planificando sin complejos y calculadoramente purgas de etnias y pueblos enteros.
En el siglo XXI esta ideología de supremacía racial la podemos todavía encontrar en movimientos como el Tea Party norteamericano, que ha tomado el relevo doctrinal racista esencial de esa organización paramilitar creada en 1885 a la que los creyentes en la superioridad de la raza blanca bautizaron como KKK( Ku Klux Klan)


Saludos de Jim a los perezosos, porque por lo general suelen ser buenas personas.

lunes, 10 de enero de 2011

SUPERHÉROES Y FILOSOFÍA




"¿Es cierto que Superman siempre antepone la necesidad ajena a la propia? ¿Acaso el altruismo del Hombre de Acero no es en realidad una forma velada de egoísmo? ¿Por qué Batman no mata a Joker? ¿Cómo ponderaría Aristóteles la relación desigual entre ese Batman, superior, y Robin, el súbdito inferior y alienado? ¿Y cómo explicaría Kierkegaard la virtuosa educación que Charles Xavier procura a sus pupilos, los X-Men? ¿No podríamos relacionar las razones del ser moral postuladas por Platón con las elecciones vitales de Peter Parker, antes y después de la muerte de tío Ben? ¿Es Daredevil en realidad un hombre de fe, y la historia de su origen un relato neoclásico? Y, en todo caso, ¿cómo reaccionaría cualquier ciudadano que recibiera superpoderes de repente? ¿Quién escogería la excelencia ética y quién se dejaría seducir por el poder y la gloria? ¿Sería viable una sociedad donde algunos escogidos visten capas y sobrevuelan las cabezas del resto, auto-proclamándose defensores de la justicia y la humanidad?" ( Superhéroes y Filosofía, de Tom Morris)

Me apasiona el cómic desde que tengo uso de razón. He leído miles y miles de tebeos, cómics, novelas gráficas y creo que he pasado por todas las fases posibles de lectura del cómic-adicto: por sus ritos de transición, etapas críticas, dudas existenciales y formales, valles, mesetas y reconversiones conceptuales tan comunes para los que somos aficionados a este fascinante y envolvente mundillo.
Me he empapado tanto en el caricaturizante e introductorio universo Brugueril de los Mortadelos, Zipis, Zapes, Carpantas, Hermanas Gildas... como en el cómic más adulto( Moebius, Corben, EC), el underground de Peter Bagge o Crumb, las tiras diarias al estilo Mafalda, Peanuts o Calvin & Hobbes o esa revisitación de la mitología clásica que ha sido y es el género superheroico en manos de editoriales como Marvel o DC.
Mis edades doradas, de plata o bronce particulares, como lector, se han ido sucediendo y todos los géneros me han interesado y aportado algo a nivel personal, y no he dejado ninguno sin frecuentar durante demasiado tiempo.

Así que nunca me he cuestionado mis gustos y aficiones en esta materia, a pesar de que esto del cómic, hasta hace más bien poco, ha sido considerado como un género literario menor, algo dañiño y contraproducente para el cerebelo de los infantes o de los adultos infantilizados e, incluso, como una afición de transición, propia de la niñez y adolescencia, que se superaba con el tiempo.
Nada más absurdo e injustificado. Sólo hay que abrir el "Maus" de Art Spiegelman, el "Born Again" de Miller o el "From Hell" de Moore y media docena más de novelas gráficas para darse cuenta de la arbitrariedad e inconsciencia de algunas sentencias, y de que allí hay más literatura, cultura y conocimiento que en una buena parte de los libros sin bocadillos- más prestigiados socialmente por ello- que se editan por el mundo adelante.

Vamos a hablar de superhéroes.
Todos sabemos que el héroe, tanto el clásico como el moderno, es una falsificación histórica, una construcción de la imaginación humana en pos de sus más altos ideales y valores. La búsqueda de lo puro, de lo sublime, de lo perfecto.
Héctor, Ulises, Sigfrido o Teseo son construcciones mítico-ideales reconocidas, héroes clásicos con su rígida ética heroica a cuestas, con su sentido del honor, poseedores de un sistema de valores inquebrantable que resumía los inalcanzables ideales de su época.



¿Por qué ha sido y es importante la máscara del héroe para la humanidad? Pues porque crecemos imitando... o peleando contra la imitación. Los héroes- y su versión moderna, más hipertrofiada y tecnificada, está encarnada en el superhéroe del siglo XX, hijo de la era atómica y sus veleidades- son patrones, modelos, señas de identidad en los que admirar precisamente aquello de lo que carecemos.
Somos animales sociales, no poseemos una memoria genética rígida como las otras especies, así que el atractivo de esas identidades nos subrayan algunas virtudes, ejemplos de valores a los que aspirar.

La presencia del héroe es tan antigua como la de la humanidad. Zeus crea la Cuarta Edad, más justa y noble, en la que se encuentra el nacimiento de una raza divina de héroes que son llamados "semidioses".
En el siglo XX toda esta mitología Clásica- que a través de sus mitos y leyendas explica con precisión de cirujano casi toda la condición o naturaleza humana, con sus dudas, carencias, limitaciones, padecimientos y pasiones- se reelabora, se contextualiza y moderniza.
Surgen los superhéroes y los antihéroes- los que generan el caos y hacen peligrar el sistema, la estructura-, sin los cuales los primeros no tendrían razón alguna de ser. La mitología del siglo XX se dispara.

Nace Superman, Peter Parker, Kingpin, Gotham City, El Duende Verde, Silver Surfer... abocetados entre identidades secretas, nuevos valores, viejos descreimientos, defensa de los inocentes o de algún sistema de vida y modelo de sociedad. Son entintados con estigmas, poderes místicos, cierta amoralidad, dudas existenciales, traumas... todo para, en definitiva, volver a contar la misma historia de siempre, la de el héroe, la humanidad, en su incensante lucha para intentar vencerse a sí mismo y de paso resolver, ordenar, gestionar, un poco el caos en el que existe.
En Leónidas, Galactus, Teseo, Daredevil, Batman, Arturo, Bullseye, Electra... hay substancia, materia, una ética de virtudes y una ética aplicada. Hay metafísica que posee significado y también filosofía política.
La conexión filosofía-superhéroe es interesantísima y este libro de Tom Morris editado por Blackie Books nos lo confirma.
Tomar autoconsciencia de determinadas claves muy relevantes de nuestras lecturas es siempre una tarea enriquecedora.

Mientras tanto, para los neófitos que quieran saber de qué va esta locura de los superhéroes, les recomiendo humildemente la lectura de la Saga del "Daredevil" de Frank Miller, la gloriosa etapa ochentera de J. Byrne en los "Cuatro Fantásticos" o esa gran serie llamada "Astro City", de Kurt Busiek.
Por ir abriendo boca, más que nada.

Y si veis alguna oscura noche de luna nueva una silueta encarnada encaramada sobre un tejado, a lo mejor no es el abogado ciego Matt Murdock sino Wittgenstein o algún otro positivista lógico reelaborando alguna nueva teoría de los significados.

Saludos de Jim y que en el día más brillante, en la noche más oscura, el mal no escape de vuestra vista. ¡Que aquellos que adoran al mal teman vuestro poder!