La sobreexposición al universo de las 625 líneas a lo largo de toda una vida tiene sus efectos no deseados e incluso nocivos, pero también ha dado lugar a una mitología catódica individual y colectiva que ha contribuido a nutrir esa imaginería accesible a todos los estratos sociales que se ha denominado La Cultura Popular del siglo XX.
Desde el lejano 28 de octubre de 1956- año en el que que RTVE comienza su singladura- ha llovido mucho, y todas esas décadas de inteligente luminancia han dejado huellas indelebles en el trasteado cerebelo de los telespectadores españoles. Rastros iconográficos que permanecen instalados a perpetuidad en nuestros circuitos neuronales y que todavía nos proporcionan momentos de alegría, emoción e intensos y nostálgicos debates.
Nuestra vida ha transcurrido en buena parte frente a una pantalla( primero en blanco y negro y después en color... ahora pixelada).
Hemos sido felices y disfrutado- ¿por qué no decirlo?- alrededor de ese maremágnum de imágenes y palabras que nos suministraba uno de los mayores instrumentos de control, diversión, pedagogía y comunicación que ha parido esta era de cultura de entrenimiento y ocio masivo en la que nos ha tocado existir.
Hemos formado parte de las primeras generaciones criadas con la televisión; conejillos de indias sometidos a un bombardeo incesante de mundos de ficción catódicos, publicidad engañosa, héroes, villanos, sintonías pegadizas, cabeceras disparatas, aventuras, erotismo... todo forma parte ya de nuestra memoria personal y colectiva, por lo que no podemos renunciar a ser lo que fuimos un día.
Solamente seres dichosos y entusiasmados frente al hipnótico universo que nos suministraba(vía audiovisual) aquel receptor de tubo de rayos catódicos al que, cuando cogía algo de humedad, se le pasaba un secador por la botonera.
Como diría Borges: "Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos"... por ello creo que sería gozoso tratar de rememorar algunos de esos momentos delirantes que forman parte de esa memoria colectiva y catódica que nos ha sido inculcada durante todas estas décadas de emisiones televisivas.
Comenzamos el viaje con:
- YO VENGO AQUÍ A HABLAR DE MI LIBRO: El literario Paco Umbral le pone las pilas a la televisiva Mercedes Milá durante una especie de performance psicotrónica en la que se escenifica que la tarareada hostilidad e incompatibilidad entre los universos intelectuales y catódicos tampoco es tanta.
El calculado ejercicio de literario exhibicionismo ególatra de Don Paco conecta perfectamente con la estética y la demanda televisiva, consiguiendo así que este momento haya pasado, generación tras generación, a los anales de la Historia televisiva española:
Desde el lejano 28 de octubre de 1956- año en el que que RTVE comienza su singladura- ha llovido mucho, y todas esas décadas de inteligente luminancia han dejado huellas indelebles en el trasteado cerebelo de los telespectadores españoles. Rastros iconográficos que permanecen instalados a perpetuidad en nuestros circuitos neuronales y que todavía nos proporcionan momentos de alegría, emoción e intensos y nostálgicos debates.
Nuestra vida ha transcurrido en buena parte frente a una pantalla( primero en blanco y negro y después en color... ahora pixelada).
Hemos sido felices y disfrutado- ¿por qué no decirlo?- alrededor de ese maremágnum de imágenes y palabras que nos suministraba uno de los mayores instrumentos de control, diversión, pedagogía y comunicación que ha parido esta era de cultura de entrenimiento y ocio masivo en la que nos ha tocado existir.
Hemos formado parte de las primeras generaciones criadas con la televisión; conejillos de indias sometidos a un bombardeo incesante de mundos de ficción catódicos, publicidad engañosa, héroes, villanos, sintonías pegadizas, cabeceras disparatas, aventuras, erotismo... todo forma parte ya de nuestra memoria personal y colectiva, por lo que no podemos renunciar a ser lo que fuimos un día.
Solamente seres dichosos y entusiasmados frente al hipnótico universo que nos suministraba(vía audiovisual) aquel receptor de tubo de rayos catódicos al que, cuando cogía algo de humedad, se le pasaba un secador por la botonera.
Como diría Borges: "Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos"... por ello creo que sería gozoso tratar de rememorar algunos de esos momentos delirantes que forman parte de esa memoria colectiva y catódica que nos ha sido inculcada durante todas estas décadas de emisiones televisivas.
Comenzamos el viaje con:
- YO VENGO AQUÍ A HABLAR DE MI LIBRO: El literario Paco Umbral le pone las pilas a la televisiva Mercedes Milá durante una especie de performance psicotrónica en la que se escenifica que la tarareada hostilidad e incompatibilidad entre los universos intelectuales y catódicos tampoco es tanta.
El calculado ejercicio de literario exhibicionismo ególatra de Don Paco conecta perfectamente con la estética y la demanda televisiva, consiguiendo así que este momento haya pasado, generación tras generación, a los anales de la Historia televisiva española:
- TONET AHOGANDO AL BEBÉ: La adaptación televisiva de la gran novela de Blasco Ibáñez, "Cañas y Barro", fue realmente excelente.
Alfredo Mayo, José Bódalo, Victoria Vera... se encargaron de inmortalizar para todos los desertores del arado que por aquel entonces visualizaban la caja tonta todos esos maravillosos personajes que pululaban dentro del cerebro del escritor valenciano.
El momento más terrible es aquel en el que Tonet se lleva al bebé de noche a la albufera para ahogarlo en sus aguas.
- Tápale la boca y llévatelo... tápale la boca y que no le oigan... llévatelo, no quiero verlo, no quiero verlo... ahora te toca a ti...- las voces resuenan en la cabeza de Tonet mientras lo sumerge en el agua.
Momento espeluznante equiparable al de las gemelas asesinadas paseándose en triciclo por el Hotel solitario en "El Resplandor".
Pesadilla colectiva que todavía inquieta a muchos telespectadores hispanos de la época(vídeo a partir del minuto 5:00):
Pesadilla colectiva que todavía inquieta a muchos telespectadores hispanos de la época(vídeo a partir del minuto 5:00):
- EL PEZÓN DE SABRINA: A Sabrina Salerno se le ve un pezón grande y oscuro en el año 87 durante una actuación("Boys, Boys, Boys") en la Gala de Fin de Año y se produce una especie de catarsis social y agitación multitudinaria en las calles. Toda España habla de la media ubre de Sabrina Salerno como poseídos por una inusitada hambre erótica atrasada que, más que otra cosa, evidencia que cada español podría llegar a ser el protagonista de uno de esos engendros para salidos y pajilleros tipo "Lo verde empieza en los Pirineos".
La demostración empírica de que cada español lleva agazapado en su interior un Pajares y Esteso a punto de invadirlo todo con su líbido incontrolable en cualquier momento.
Momento tetaza o el pezón que cambió España:
- AY, QUIÉN MANEJA MI BARCA(A LA DERIVA): Munich, 1983. Una Remedios Amaya descalza y con una cinta azul en la cabeza, como Karate Kid en plan cañí, sale a cantar una extraña tonada rumbera a los fríos alemanes, muy cerquita del Muro de Berlín.
Aquello es el despiporre. La performance hispanocalé parece que no acaba de cuajar en la Europa de la Unión Soviética y el Sistema Estratégico de Defensa, pues el ¿Quién maneja mi barca? queda empatado con Turquía a 0 puntos.
Ni nuestros hermanos portugueses nos dan un punto, oye.
Lo mejor de todo son las declaraciones posteriores de Remedios Amaya: "Estoy muy agradecida a Eurovisión porque me dio a conocer". Sic. Con este corolario ya queda todo dicho:
- DOBLANDO LAS CUCHARAS DE TODA ESPAÑA: Corre el año 1975 cuando el doblacucharas(que no es lo mismo que abrazafarolas) de Uri Geller impactaba a la audiencia Española doblando enseres de cocina y reparando relojes averiados a lo largo de toda la sufrida piel de toro.
Y todo esto, en un principio, solamente con el poder cósmico de su mente.
No se sabe con certeza si los veinte millones de telespectadores amanecieron al día siguiente con el utillaje de comer sopa torcido o si todo fue una gran farsa del ilusionista Israelí( se dice que los objetos estaban tratados con nitrato de mercurio para reblandecer el metal solamente con un poco de contacto), pero lo que es cierto es que este momento de surrealismo parapsicológico en el programa de Don José María Iñigo ha pasado a formar parte del acervo de la cultura popular psicotrónica televisada del siglo XX patrio:
- CHANQUETE HA MUERTO: O el día en el que España lloró. Somos muchos y muchas los que todavía, algunas noches, oímos aquella voz, como del más allá, espectral, fantasmagórica, de Pancho gritando lo de ¡Chanquete ha muerto... Chanquete ha muerto! mientras corre por la playa. Somos legión los españoles que todavía despertamos, de forma abrupta, envueltos en sudores nocturnos y fríos y con lágrimas en los ojos mientras resuenan en nuestras cabezas aquellas palabras, como una espectral y funesta letanía que nos persigue.
Nunca el óbito de un personaje de ficción ha sido tan conmovedor y traumático para todo el conjunto de una nación entera.
Chanquete ha muerto, sí, pero vivirá en nuestros corazones eternamente, porque un viejo y sabio pescador de buen corazón que toca el acordeón, vive en un barco encallado que se llama La Dorada y se lanza a cantar por Joan Baez("No nos moverán") no puede morir nunca... no sería justo:
- AQUÍ COMIENZAN LAS DOCE CAMPANADAS DE MARISA NARANJO: Fin de año de 1989. Marisa Naranjo espera por las campanadas mientras dice:
- Notarán ustedes que el sonido es totalmente diferente los cuartos a las campanadas... aquí comienzan las doce campanadas...
Pero las doce campanadas no comenzaron nunca, pues ya habían acabado. La buena de Marisa Naranjo confundió los cuartos con las campanadas y dejó a toda España con las uvas en sus vasos y entre sus dedos, pasando con ello a formar parte de la Historia negra de este país, junto con la Dulce Neus y el Crimen de los marqueses de Urquijo y ese americano, el marido de la hija, que nadie sabía qué pintaba allí pero(seguramente por ser extranjero) a todo el mundo le parecía el más sospechoso.
Los años noventa ya empezaban mal. Por el medio de la década desembarcaría Aznar, para completar nuestro particular decenio negro:
- EL APARTAMENTO EN TORREVIEJA O EL SEAT 131: Los viernes eran un día especial allá por los 70-80.
Acababa la tortuosa semana de colegio, te tocaba el baño semanal, veías en bata y merendando los dibujos de El Perro de Flandes o El Show de los Teleñecos mientras toda la familia, e incluso los vecinos, esperaban en el salón a que diese comienzo el... ¡UN, DOS, TRES!
Chicas enseñando pantorrilla, presentadores mancos, humoristas casposos, por 25 ptas profesiones que comiencen por P( por ejemplo, Put...), coreografías al estilo Broadway, hasta aquí puedo leer, apartamentos en Torrevieja o Seat Málaga/131 supermirafiori con encendido electrónico, servodirección, frenos de disco, etcétera.
El sueño húmedo de millones de españolitos desertores del arado que poblaban los extrarradios de aquel desarrollismo urbano podía hacerse realidad: el coche o el apartamento en la playa.
Tiempos entrañables, familiares y extraños, muy extraños:
- LAS EMPANADILLAS DE MÓSTOLES: El gran éxito de las navidades del 86, el sketch del que todo el mundo hablaba, el gag que consiguió igualar el sentido del humor de varios millones de españoles. Uno de los momentos cumbres de la RTVE, firmados por el dúo humorístico Martes y Trece, que por entonces estaban en estado de gracia con sus ¡qué potito! y demás chanzas casposas y radiactivas.
Esto ya no necesita más introducción, pues forma parte del imaginario colectivo del españolito de a pie desde hace varias décadas.
Mitiquísimo. Historia viva de la televisión:
- EL MINERALISMO VA A LLEGAR: ¡Esto era televisión de la buena! Antes de las Mamá Chicho, de los GH, de la bazofia reciclada que emiten incesantemente las cadenas privadas, de los OT palanganeros... ver a todo un Arrabal esponsorizando en directo el orujo español y el Anís del Mono en medio de un plató, pegando saltitos, repitiendo como un mantra sagrado eso de ¡el mineralismo va a llegar... el mineralismo va a llegar! mientras se recuesta sobre la mesa y Campillo la sujeta para que no se caiga... es, a todas luces, impagable, cósmico, galáctico, impensable en esta dimensión cinemática tan aséptica y políticamente correcta de la televisión por TDT.
Otra televisión, mucho mejor, entonces, era posible.
Momento mágico donde los haya, casi metafísico.
Somos muchos los que, desde entonces, esperamos el advenimiento del mineralismo como agua de mayo:
Estos momentos algún día se perderán como lágrimas en la lluvia, pero hoy es el momento de reivindicarlos y disfrutarlos, porque forman también parte de nosotros mismos y nuestro itinerario vital.
Saludos catódicos de Jim.
Saludos catódicos de Jim.
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