Nieva, siempre nieva en los suburbios de la ciudad. Oskar, el niño-adolescente introvertido que sufre acoso en la escuela, tiene ahora vecinos nuevos, que tapan las ventanas de su casa con cartones, para que no entre la luz.
Eli, la vecina nueva, también tiene doce años, aunque le dice a Oskar que lleva mucho tiempo teniendo 12 años.
- ¡ Hueles raro!- le dice Oskar a Eli.
- ¿Te seguiría gustando aunque no fuese una niña...?- le pregunta Eli.
Y casi siempre es de noche en los suburbios de la ciudad, pero ahora la nieve se tiñe de rojo en medio de la oscuridad, porque a las niñas que no son sólo niñas hay que darles de beber de vez en cuando o se mueren de esa desgarradora sed que es mucho más antigua que su edad.
Y Eli entra a veces por la ventana de Oskar para quitarse un poco el frío que lleva dentro y Oskar aprende que existen muchas cosas en la vida que dan más miedo que una niña que huele raro, que entra por la ventana y que tiene mucho frío.
Y así, entre nieve teñida de rojo, abrazos gélidos, golpecitos punto raya raya punto de SOS en las paredes de sus habitaciones... Eli y Oskar, Oskar y Eli, se encuentran y encajan para iluminar sus respectivas oscuridades.
Y es que el miedo aquí son siempre los otros, los monstruos más comunes y cotidianos. Los de siempre
"Déjame Entrar"( Låt den rätte komma in -"Let the Right One In", basada en el libro de John Ajvide Lindqvist) es de las mejores películas que he visto últimamente.
Decir que es una película más de vampiros sería confundir al lector. Es Cine, del Fantástico, con mayúsculas.
"Déjame Entrar" es una película perturbadoramente poética, melancólica, cincelada sin prisas, llena de monstruos seductores y extraordinarios y monstruos tan cotidianos como repulsivos... y tan verosímiles los unos como los otros.
El gélido paisaje del extrarradio urbano sueco sirve para encuadrar el mapa emocional de unos personajes que deambulan sobre la nieve a golpes de reveladores silencios, a cuestas con su antigua sed, con su soledad, dolor y miedos.
Nada que ver con un bodrio palomitero de vampiros voladores a ritmo de música Techno y movimientos compulsivos de cámara a lo vídeo MTV, todo insulso y sin rastro de vida inteligente en ningún miembro de su equipo de realización.
"Déjame Entrar" es Cine de verdad, del grande, de factura técnica soberbia, de pulso narrativo sólido, con una fotografía y reparto magistrales.
Cine de verdad, del que se queda en la memoria cuando se apagan las luces, y del que siempre recordaremos un cubo de Rubik, la hermosura de la nieve maquillándose de escarlata, el intenso sufrimiento de Eli por esa antigua sed que la traspasa, el rabioso ¡¡Chilla Cerdo!! de Oskar... y recordaremos, sobre todo, esa sangrienta y tierna historia de amor de dos seres arrinconados que un día encontraron su lugar en el mundo mientras dan golpecitos en las paredes o las maletas para buscarse a tientas y así no sentirse solos en la oscuridad.
-¿ Puedo entrar? Dime que puedo entrar... - pregunta siempre Eli.
No os la perdáis. Dejad que entren y se queden.
Saludos de Jim.
Eli, la vecina nueva, también tiene doce años, aunque le dice a Oskar que lleva mucho tiempo teniendo 12 años.
- ¡ Hueles raro!- le dice Oskar a Eli.
- ¿Te seguiría gustando aunque no fuese una niña...?- le pregunta Eli.
Y casi siempre es de noche en los suburbios de la ciudad, pero ahora la nieve se tiñe de rojo en medio de la oscuridad, porque a las niñas que no son sólo niñas hay que darles de beber de vez en cuando o se mueren de esa desgarradora sed que es mucho más antigua que su edad.
Y Eli entra a veces por la ventana de Oskar para quitarse un poco el frío que lleva dentro y Oskar aprende que existen muchas cosas en la vida que dan más miedo que una niña que huele raro, que entra por la ventana y que tiene mucho frío.
Y así, entre nieve teñida de rojo, abrazos gélidos, golpecitos punto raya raya punto de SOS en las paredes de sus habitaciones... Eli y Oskar, Oskar y Eli, se encuentran y encajan para iluminar sus respectivas oscuridades.
Y es que el miedo aquí son siempre los otros, los monstruos más comunes y cotidianos. Los de siempre
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A veces pasa. Pocas veces, pero pasa.
Nos enamoramos, acertamos cinco en la Primitiva, tenemos un orgasmo simultáneo con nuestra pareja o vemos una película y coincide que es "Déjame Entrar", producción sueca del año 2008 dirigida por Tomas Alfredson.
No soy yo muy aficionado, más bien nada, al Cine de Vampiros tipo Abierto hasta el Amanecer, Underworld o a las adaptaciones de las novelas de Anne Rice o Stephenie Meyer.
Ni siquiera al Lugosi de Tod Browning o a los afectados chupasangres de la Hammer y Terence Fisher.
En cambio, me gusta mucho el Nosferatu de Murnau, bastante la inquietante The Addiction de Abel Ferrara y el Salem de Tobe Hooper.
"Déjame Entrar"( Låt den rätte komma in -"Let the Right One In", basada en el libro de John Ajvide Lindqvist) es de las mejores películas que he visto últimamente.
Decir que es una película más de vampiros sería confundir al lector. Es Cine, del Fantástico, con mayúsculas.
"Déjame Entrar" es una película perturbadoramente poética, melancólica, cincelada sin prisas, llena de monstruos seductores y extraordinarios y monstruos tan cotidianos como repulsivos... y tan verosímiles los unos como los otros.
El gélido paisaje del extrarradio urbano sueco sirve para encuadrar el mapa emocional de unos personajes que deambulan sobre la nieve a golpes de reveladores silencios, a cuestas con su antigua sed, con su soledad, dolor y miedos.
Nada que ver con un bodrio palomitero de vampiros voladores a ritmo de música Techno y movimientos compulsivos de cámara a lo vídeo MTV, todo insulso y sin rastro de vida inteligente en ningún miembro de su equipo de realización.
"Déjame Entrar" es Cine de verdad, del grande, de factura técnica soberbia, de pulso narrativo sólido, con una fotografía y reparto magistrales.
Cine de verdad, del que se queda en la memoria cuando se apagan las luces, y del que siempre recordaremos un cubo de Rubik, la hermosura de la nieve maquillándose de escarlata, el intenso sufrimiento de Eli por esa antigua sed que la traspasa, el rabioso ¡¡Chilla Cerdo!! de Oskar... y recordaremos, sobre todo, esa sangrienta y tierna historia de amor de dos seres arrinconados que un día encontraron su lugar en el mundo mientras dan golpecitos en las paredes o las maletas para buscarse a tientas y así no sentirse solos en la oscuridad.
-¿ Puedo entrar? Dime que puedo entrar... - pregunta siempre Eli.
No os la perdáis. Dejad que entren y se queden.
Saludos de Jim.
4 comentarios:
Es muy buena.
Es tierna y a la vez es cruda, es genial. Es realista; si los vampiros existieran, bien podría ser así.
Siempre la recomiendo.
El hecho de que sea de vampiros es casi contextual, es más una historia de amor infantil, y digo infantil en el buen sentido... es decir, que la veáis, es genial.
Una de las mejores sorpresas, de las más agradables, de la cartelera del 2008.
Un saludo.
Ya es la segunda recomendación que me hacen de esta película. Y aunque no me gustan nada las películas de miedo (sufrir gratuitamente me parece un absurdo), y menos las de vampiros, ya me está entrando el gusanillo de ir a verla.
Miguel, es un hermoso y oscuro cuento.
Hay que volverla a ver, ya sabes.
PMM, es recomendable 100%. No es una de vampiros convencional. Los vampiros son la excusa para contar otras cosas.
Saludos de Jim.
No conteis mas que la tengo que ver !!!!. Gracias Jim
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