Esto es como el chiste: hoy tengo dos noticias que daros, una buena y otra mala.
Comencemos por la buena: "Black mirror" es una de las mejores series de ficción que la televisión ha parido últimamente(y eso en estos tiempos de buena cosecha de seriales televisivos que corren ya tendría que ser una razón más que suficiente para echarle el guante cuanto antes).
La mala: "Black mirror", hasta la fecha, solamente consta de seis episodios autoconclusivos de unos 50 minutos cada uno, o sea, dos noches de relatos... y os aseguro de que os quedaréis con ganas de más, de mucho más.
Primera Temporada:
- Episodio 1: "El himno nacional".
- Episodio 2: "15 millones de méritos".
- Episodio 3: "Tu historia completa".
Segunda Temporada:
- Episodio 1: "Vuelvo enseguida".
- Episodio 2: "Oso blanco".
- Episodio 3: "El momento Waldo".
Vamos a ver, para hacernos una idea de qué diablos es "Black mirror": coges aquellos espléndidos y fantaterroríficos capítulos de "Twiligh Zone"(aka "La dimensión desconocida" o "En los límites de la realidad") y los transplantas en el año 2012, en plena era omnitecnológica del dominio twitter, facebook, tablet, smartphone y el resto de excesos virtuales e interactivos... con lo que nuestros viejos miedos y temores a la radioactividad, a la bomba o a las fantasmagorías del Tío Creepy pasarían ahora a tener más que ver con gente que no se desprende un momento de su smartphone, con un futuro en el que un dibujo animado puede llegar a ser un serio candidato político o con personas con las que seguir interactuando, vía internet, después de fallecidas.
"Black mirror", la serie creada por Charlie Brooker, es todo esto y mucho más. Cada capítulo es una pieza maestra que nos invita a la reflexión acerca del mundo hipertecnificado que ahora mismo habitamos y que nos habla sobre las nuevas formas de identidad y relación que origina tanta Ley de Moore, hipervínculo y atrofia consumista.
Es el mismo regusto pulp( inquietante, fantástico, lúcido) de los Bradbury, Matheson y Disch de toda la vida, sazonado ahora con todos los ingredientes de esta nueva sociedad: telebasura, hiperconsumo, multipantallas, nanoimplantes que graban toda nuestra vida, videojuegos, la importancia de los trending topics, las peligrosas adicciones a los gadget electrónicos, a las redes sociales, etcétera y etcétera.
Los seis episodios de "Black mirror" son independientes unos de otros, como ya he mencionado anteriormente, y eso la hace todavía más apasionante. Son pequeños universos congruentes y complejos; orfebrería fantástica de la mejor calidad; radiografías imaginadas con pulso de cirujano que indagan en la realidad, nuestra realidad, y nos devuelven los inquietantes reflejos de lo que ahora mismo- o pasado mañana, como muy tarde- podemos ser sin apenas darnos cuenta.
"Black mirror" es adictiva. Y refrescante. E inquietante. Y creativa. Juega en otra división. En la división donde habitan las grandes historias. Además de que a los que somos muy aficionados a esto de la fantasía/terror/ciencia ficción nos queda ese agradable regusto pulp en el paladar al volver a reencontrarnos con ese mismo espíritu que animaba a aquellas legendarias series como "Twiligh Zone".
En definitiva, una cita ineludible para un sábado a partir de las diez de la noche.
Eso sí, por favor, apaguen sus móviles o...
Buenas y oscuras noches de parte de Tío "Jim" Creepy.
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