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lunes, 24 de febrero de 2014

"ICE HAVEN", DE DANIEL CLOWES


Los lectores de cómics somos, por lo general, unos tipos privilegiados.
Privilegiados porque tenemos acceso a códigos y universos simbólicos que pertenecen única y exclusivamente a la particular dimensión de este arte secuencial y que resultan muy complicados de trasladar a otros formatos y lenguajes narrativos.
El cómic es un medio de expresión en el que todavía pervive un espíritu de libertad creativa enorme; un arte en el que domina la independencia, la contracultura y que además(gracias a características determinantes de su propia naturaleza) desborda ampliamente las restricciones industriales y formales a la que otros medios y artes están sometidos.
El cómic, en definitiva, es un espacio de libertad sin más límites físicos que los que determina el talento, la creatividad y el riesgo.


"Ice Haven"es otra obra inquietante de ese gran narrador poseedor una cierta y poética extrañeza estática que se hace llamar Daniel Clowes. "Ice Haven" es un perturbador cosmos habitado por malencarados conejos azules, críticos de cómics desaliñados, poetas que no escriben ni un verso, niños neuróticos... todos exiliados en el interior de sus oscuros planetas interiores, incomunicados dentro de sus obsesiones y sueños/pesadillas nocturnas apenas reprimidas.
A los que ya habéis leído a Clowes en "El rayo mortal", "Ghost World" o su maravillosa serie "Bola ocho" no os sorprenderá lo más mínimo el tono ensimismado y abstraído de "Ice Haven", su grafismo lineal y ascético o el discurso que Clowes suele desgranar en sus obras sobre la incomunicación en las urbes - nódulos, casi no-lugares- que conforman la arquitectura básica de las sociedades modernas occidentales.
Hay ecos de Hopper y de Antonioni en el firmamento de Clowes; y yo diría que también de Carver y de otros narradores norteamericanos que han hecho de la extrañeza y de la concreción escrita a escalpelo su forma de expresión(me viene a la cabeza ese universo reconcentrado y decadente que se despliega ante nuestros ojos en el relato de "El nadador", de John Cheever)

No puedo por más que recomendar a Daniel Clowes, empezando con cualquiera de sus obras, y de paso parafrasear un poco a Matt Groening cuando, más o menos, dijo aquello de: " Si alguna vez te has sentido mal por perder tu vida leyendo cómics, adéntrate inmediatamente en este clásico. Seguirás pensando que has malgastado tu vida, pero sabrás por qué. Y te sentirás orgulloso de ello".

Recetar buenos cómics, en estos inquietantes tiempos que corren, es prevenirnos contra la necedad y el cretinismo imperantes y acceder de repente a un infinito universo de libertad creativa y de las coordenadas básicas que garantizan que la deriva, por lo menos, va a ser lo suficientemente grata y enriquecedora.

Lee si no quieres ser como ellos, que decía la Bruja Avería.

Saludos de Jim.



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