Algunos estamos de enhorabuena, pues el gran Miguel Brieva acaba de sacar un nuevo título: "Memorias de la Tierra", en la misma línea demoledora y ácida de sus anteriores obras "Dinero" o "El otro mundo".
Miguel Brieva, para los que no lo sepan, es un autor de cómics sevillano(colaborador en Ajoblanco, Mondo Brutto...) que radiografía en cada una de sus viñetas el mundo del ultraconsumo, de la frívola actualidad y de esos "elevados" valores morales que mueven el mundo y que engendra una dinamo en ininterrumpido movimiento como es el incontestable patrón Dinero.
Comenta Miguel que "la fastidiosa hiper-reproducción de nuestro mundo a través de todos los soportes visuales y publicitarios, junto con el progresivo desvanecimiento de nuestra propia identidad nos hace volver los ojos con nostalgia, fetichismo o inexplicable fascinación estética hacia iconografías del pasado". Y ahí es precisamente donde Brieva articula su lenguaje, construye su técnica y estética, adquiriendo un tono y estilo propio a partir de una mezcolanza de iconografías que van desde la publicidad, el Cine o la Filosofía a la supuesta modernidad de aquella estética futurista e imaginería pop-art de la clase media norteamericana de los años 50.
Brieva aborda -mediante una inteligente, pertinaz y corrosiva sátira- cuestiones como la acumulación grotesca de bienes materiales, el llamado progreso decadente, el espejismo del estatus, la degradación del medio ambiente, la manipulación mediática, la alienación social-laboral y demás patologías relacionadas con lo que él mismo llama "neocapitalismo fascista-lúdico-democrático de consumo".
Sus viñetas e imágenes tienen cierto enganche epistemológico con lo que algunos sociólogos definen como Generación Nespresso, que vienen/venimos a ser estos linajes de nuevos humanos de esa modernidad líquida que nos asfixia y que viven/vivimos permanentemente instalados(gracias a las estrategias abrasivas de los mass-media y a los incalculables hipervínculos que suministra cada último avance tecnológico) en la impaciencia, el vértigo y la urgencia.
Eso que llaman la cultura de la impaciencia, tan sobreexcitada de estímulos, tan metalingüística y paranoide, tan inabarcable como frustante... que ha convertido al ser humano en una especie de representación sobredimensionada y extenuante de sí mismo, dificultando todavía más todo mínimo proceso de auto-comprensión en mitad de este piélago laberíntico de complejidades y avalancha de multiplicidades que factura la modernidad que nos oculta.
Nosotros mismos somos parte de esa generación que tiene como lema vital el "no dejes para dentro de diez minutos lo que puedas hacer ahora, sea lo que sea", la actualización constante, como esas máquinas de movimiento perpetuo y eterno que se mueven sin parar para no ir hacia ningún sitio concreto y definido.
Vivirlo todo en el menor tiempo posible, aunque al final solamente consigamos sobrevivir(como el ratón dando vueltas en su rueda) en una suerte de espiral de emergencia, estímulos y prisas sin apenas un tiempo para asumir, incorporar y digerir convenientemente todas esas potencias e impulsos que nos son suministradas por distintas y sutiles vías. Así que toda esa tendencia y adoctrinamiento hacia un proceso imparable de acumulación material e hiperestimulación tecnológica y mediática deviene en patología y conflicto cuando el mero hacinamiento ya no nos produce placer y toda esa urgencia se convierte en ansiedad y crispación.
Tardaremos todavía cierto tiempo en comprender que el camino del crecimiento y la sabiduría no pasa por la cultura de lo instantáneo y perentorio, de la acumulación sin método ni tiempo para la asimilación, sino por cierto elogio de la lentitud( Las grandes leyes de la naturaleza son: no corras, no seas impaciente y confía en el ritmo eterno)... así que mientras aprendemos a desprogramarnos del vértigo que nos anula y agarrota, disfrutemos de estas imágenes de un Miguel Brieva que nos muestra el camino por el que ahora mismo estamos transitando(pinchar en la imagen para agrandarla):
Miguel Brieva, para los que no lo sepan, es un autor de cómics sevillano(colaborador en Ajoblanco, Mondo Brutto...) que radiografía en cada una de sus viñetas el mundo del ultraconsumo, de la frívola actualidad y de esos "elevados" valores morales que mueven el mundo y que engendra una dinamo en ininterrumpido movimiento como es el incontestable patrón Dinero.
Comenta Miguel que "la fastidiosa hiper-reproducción de nuestro mundo a través de todos los soportes visuales y publicitarios, junto con el progresivo desvanecimiento de nuestra propia identidad nos hace volver los ojos con nostalgia, fetichismo o inexplicable fascinación estética hacia iconografías del pasado". Y ahí es precisamente donde Brieva articula su lenguaje, construye su técnica y estética, adquiriendo un tono y estilo propio a partir de una mezcolanza de iconografías que van desde la publicidad, el Cine o la Filosofía a la supuesta modernidad de aquella estética futurista e imaginería pop-art de la clase media norteamericana de los años 50.
Brieva aborda -mediante una inteligente, pertinaz y corrosiva sátira- cuestiones como la acumulación grotesca de bienes materiales, el llamado progreso decadente, el espejismo del estatus, la degradación del medio ambiente, la manipulación mediática, la alienación social-laboral y demás patologías relacionadas con lo que él mismo llama "neocapitalismo fascista-lúdico-democrático de consumo".
Sus viñetas e imágenes tienen cierto enganche epistemológico con lo que algunos sociólogos definen como Generación Nespresso, que vienen/venimos a ser estos linajes de nuevos humanos de esa modernidad líquida que nos asfixia y que viven/vivimos permanentemente instalados(gracias a las estrategias abrasivas de los mass-media y a los incalculables hipervínculos que suministra cada último avance tecnológico) en la impaciencia, el vértigo y la urgencia.
Eso que llaman la cultura de la impaciencia, tan sobreexcitada de estímulos, tan metalingüística y paranoide, tan inabarcable como frustante... que ha convertido al ser humano en una especie de representación sobredimensionada y extenuante de sí mismo, dificultando todavía más todo mínimo proceso de auto-comprensión en mitad de este piélago laberíntico de complejidades y avalancha de multiplicidades que factura la modernidad que nos oculta.
Nosotros mismos somos parte de esa generación que tiene como lema vital el "no dejes para dentro de diez minutos lo que puedas hacer ahora, sea lo que sea", la actualización constante, como esas máquinas de movimiento perpetuo y eterno que se mueven sin parar para no ir hacia ningún sitio concreto y definido.
Vivirlo todo en el menor tiempo posible, aunque al final solamente consigamos sobrevivir(como el ratón dando vueltas en su rueda) en una suerte de espiral de emergencia, estímulos y prisas sin apenas un tiempo para asumir, incorporar y digerir convenientemente todas esas potencias e impulsos que nos son suministradas por distintas y sutiles vías. Así que toda esa tendencia y adoctrinamiento hacia un proceso imparable de acumulación material e hiperestimulación tecnológica y mediática deviene en patología y conflicto cuando el mero hacinamiento ya no nos produce placer y toda esa urgencia se convierte en ansiedad y crispación.
Tardaremos todavía cierto tiempo en comprender que el camino del crecimiento y la sabiduría no pasa por la cultura de lo instantáneo y perentorio, de la acumulación sin método ni tiempo para la asimilación, sino por cierto elogio de la lentitud( Las grandes leyes de la naturaleza son: no corras, no seas impaciente y confía en el ritmo eterno)... así que mientras aprendemos a desprogramarnos del vértigo que nos anula y agarrota, disfrutemos de estas imágenes de un Miguel Brieva que nos muestra el camino por el que ahora mismo estamos transitando(pinchar en la imagen para agrandarla):
Saludos de Jim.
1 comentario:
Genial. Gracias por descubrirme a este genial dibujante, la reflexión muy inteligente, como siempre. ¡Chapó!
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