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domingo, 28 de noviembre de 2010

LAS CRIATURAS DE LA NOCHE DE DAIDO MORIYAMA


Hay hombres que aman a la humanidad, pero son incapaces de amar a su mujer. Hay también torturadores y mutiladores de seres humanos que después de lavarse tranquilamente con jabón de esencias frutales las manos llenas de sangre escriben poesía, bella, sublime, trascendente, mientras le acarician la cabeza, dulce y cariñosamente, a su perro. La humanidad está llena de supuestos Santos revelados, de hombres de fe adornados de nobles principios morales que te hablan a la luz de las vidrieras de colores de la bondad de Dios y del perdón de los pecados para después, en la impenetrable oscuridad de sus flaquezas y contradicciones íntimas , sentar sobre sus agitadas piernas a los pequeños e inocentes instigadores de sus desvelos y calenturas más obscenas y febriles.
Y también hay vilipendiados villanos y traidores públicos que han salvado al mundo varias veces y nadie, nunca, los redimirá de sus primeros pecados veniales.

En demasiadas ocasiones acabamos siendo lo que no queríamos o pretendíamos ser, y lo que mejor nos define y radiografía es lo que ocultamos y callamos, a veces incluso a nosotros mismos.
El alma humana es una gruta oscura atravesada y carcomida por recovecos, anfractuosidades, soledades, extrañezas y laberintos. No hay una lógica coherente estipulada ni racional a seguir en este dualismo simbólico-moralista Bondad-Maldad, y el dominio de los claroscuros es el arbitrario patriarca de cada una de las almas humanas.

La habilidad del gran fotógrafo japonés Daido Moriyama tiene que ver precisamente con la fuerza atroz del arte para simbolizar esta extrañeza, pero también con cierta incapacidad de la figuración artística para representar en toda su desoladora dimensión la compleja y fiel panorámica de nuestro mundo interior, del discordante contenido del alma humana.
Las criaturas de la noche que pululan delante del ojo-objetivo de Daido son reales y extrañas a la vez, reflejos y sombras, luz y tinieblas. Esa cara B que se ilumina con el flash durante un instante. La eufonía chirriante y disonante de lo que somos y aparentamos.

Daido Moriyama, en definitiva, lo arriesga casi todo con su cámara y su intuición para dejarnos justo delante de esa puerta trascendente donde comienzan los laberintos, donde se mezclan en la paleta del gris todos los tonos y colores, donde el ser humano es más ser humano que nunca, con todos sus brillantes reflejos y contradictorias sombras a la intemperie.
En la noche bailan su macabra y sórdida danza criaturas que asustarían al sol.
Y es entonces cuando Daido Moriyama hace click para intentar atrapar durante un interminable instante toda la extrañeza de pertenecer a la raza humana.
Y es que hay algo inquietante y maravilloso en esas criaturas salidas directamente del impenetrable corazón de la noche, de la maleza de la oscuridad y sus pecados.


















Saludos de Jim.

viernes, 19 de noviembre de 2010

AQUELLOS HORRIBLES AÑOS 80 (III)


Retomamos esta nuestra gran aventura a través de los visillos del tiempo( la tercera después de http://elbazardejim.blogspot.com/2009/10/aquellos-horribles-anos-80-i.htmly http://elbazardejim.blogspot.com/2009/12/aquellos-horribles-anos-80ii.html) , consistente en exhumar los restos, exponiéndolos públicamente, todavía humeantes, de toda aquella inabarcable producción material, moral, mediática, filosófica, etcétera, que fueron los años 80 del siglo XX después de Cristo en el planeta tierra.
Esta saga amenaza ya en convertirse en serial sideral e interminable- los famosos continuará- del tipo de "La saga de los Porreta" o "Santa Bárbara", pero la verdad es que está hecho con todo el cariño del mundo y, también, con algo de conocimiento de causa, pues todos los que vivimos/sufrimos/disfrutamos o sorteamos transversalmente aquella década de cardados imposibles, castellanos sin calcetines y "busque, compare y si encuentra algo mejor cómprelo" quedamos marcados para siempre con la impronta de todo un universo de abundancia material, una súbita y festiva eclosión de luz, música y colores chillones, que se había abierto delante de nuestras narices por primera vez, ya que las generaciones que nos habían precedido habían tenido que sobrevivir en los estrechos márgenes de la escasez más berlanguiana de aquella España del No-Do del franquismo.

Pero ahora os tengo que dar una noticia buena y una mala... ¿cuál preferís primero?¿¿...?? ¿La mala? Bien. Pues la mala es que en los ochenta eráis tan jóvenes y estábais tan llenos de energía e ilusión que llegasteis a pensar que nunca jamás ibais a dejar de serlo, a cambiar, a crecer, pero ya veis, el tiempo hizo tic-tac-tic-tac y ahora sois esos y esas del espejo, con menos pelo y más arrugas, canas y kilos encima.
Pero la noticia buena es que vosotros, adolescentes-púberes-jóvenes ochenteros, pudisteis asistir en vivo y en directo al espectáculo maravilloso e irrepetible de:


- LA MARICONERA: La mariconera era un pequeño bolso de mano masculino muy cool en los ochenta que, como su propio nombre popular indica, no es que se considerase demasiado varonil o de "macho ibérico".
El tipo de hombre hortera con mariconera en la mano de aquellos locos años viene a ser del perfil de un Cachuli o un Pedro Ruíz, que parecen transplantados directamente de los 80 en pleno siglo XXI: pantalones de tergal subidos hasta el pecho, náuticos sin calcetines, camisas Hilfiger con Jersey al hombro, rostro ceñudo, cubata en terraza de moda y veraneo en Mallorca con alguna lumi rubia... ¿qué llevaba en esos bolsitos un hombre ochentero? Pues no me preguntéis porque no tengo ni idea, pues nunca pude ver una de aquellas maravillosas creaciones del ingenio humano por dentro.
Supongo que algunas llaves en el llavero del Banco Central, una cartera, dos preservativos caducados y algunos palillos para hurgarse los paluegos. O sea, las cuatro únicas cosas que un buen macho ibérico necesitaría para pasar tres meses en una isla.
Tal como llegó, pasó. Una moda fugaz que, en cambio, dejó huella y marco tendencia(recordad las chabacanas riñoneras noventeras).



- YOGURTERA: Fue uno de los electrodomésticos estrella de los ochenta, junto con la heladera aquélla para hacer los polos con un poco de agua y unos polvos de colores. Toda familia de clase media-baja, media-media, media-alta, tenía en su hogar una yogurtera. La gente la pedía en las comuniones, bautizos, bodas, cumpleaños... todo el mundo quería una yogurtera pues la vecina tenía una marca Braun que hacía yogures para toda la familia sin apenas esfuerzo y así, decían, te ahorras de paso dinero en la tienda, el economato o en el Spar.
Pero la verdad es que aquellos yogures caseros eran aburridamente insípidos, "desaboríos" y más inexpresivos(gastronómicamente hablando) que el careto de Penélope Cruz, que ya es decir.
Fue en ese momento cuando comenzamos a apreciar y tener consciencia del valor añadido y la riqueza que trae aparejada la química industrial en forma de acidulantes, conservantes, edulcorantes, E-25, E-14, etcétera. Lo natural perdía terreno con respecto a lo adulterado en los laboratorios. La comida sintética ganaba por puntos y las madres volvieron a las tiendas de las Pilares y las Mari Carmen a comprar Danones y Flanbys, que además traían cromos amarillos de Belfy y Lillibit y de David el Gnomo antes de convertirse en árbol.


- ROPA DE CUERO: Tremenda moda aquella de la ropa de cuero, que parecía que veníamos tod@s de algún club masoquista o gayer de los que frecuentaba Al Pacino en su "A la Caza". Pantalones de cuero, cazadoras de cuero vacunas con cremalleras por todos los lados, corbatines estrechos de cuero, botas de cuero... durante los ochenta millones de vacas y terneros fueron sacrificados para tenernos a todos bien acharolados y enfundados en todo tipo de procesos de curtido.
Un paraíso para fetichistas fueron los ochenta.


- SUPOSITORIOS: Tu madre te decía que te bajases el pijama, te dieses la vuelta y pensases en algo bonito mientras te introducía por el recto arriba una de aquellas diminutas balitas de glicerina.
Varias cosas:
a) Era un trabajo de madres. Nunca un padre ponía un supositorio, no entiendo bien por qué.
b) Siempre lo metían por el lado equivocado, el de la punta más afilada, cuando hay que introducirlo por el lado romo, para que no se saliese.
c) Al final se había puesto tan de moda lo de los supositorios que te los ponían hasta para curar un catarro o si te oía que tosías dos veces ya estaba tu madre detrás con el supositorio en la mano. Yo creo que hasta les gustaba.
d) los sexólogos afirman que el punto G masculino está dentro del ano, al lado de la próstata. El llamado punto P. Quizá esto de los supositorios haya sido, inconscientemente, una de nuestras primeras tomas de contacto con el universo de la sexualidad humana adulta.
e) A partir de determinada edad ya se los ponía- o lo intentaba- uno mismo, aunque requiriese un poco de flexibilidad y esfuerzo indecoroso en el intento. Con treinta años como que no os veo dejándoos poner uno por vuestro novio, madre o abuela.


- BRUCE LEE: Un icono de los ochenta. "Kárate a muerte en Bangkok", "Juego con la muerte", " Operación Dragón". La hostia en verso; el Cine de karatecas chinos voladores y artes marciales nos aceleraba la testosterona a los varones de tal modo que salíamos de los Multicines a las calles dando patadas voladoras y golpes mortales dobles de Jeet Kune Do.
Y Bruce era lo máxime, pues le había ganado a Chuck Norris en un anfiteatro romano y además decían que se movía tan rápido que la cámara no era capaz de grabarlo y por eso tenía que ralentizar sus movimientos. ¿Quién no tenía un póster, arrancado de la Dojo del mes de febrero, del chino de San Francisco en su habitación? ¿Qué tío de barrio no se hizo unos nunchaku o no pidió unas shurikens(estrella ninja) por correo?
Y al final, al pobre Bruce parece ser que se murió de tanto entrenar, lo mataron los ninjas o está con Elvis y Jim Morrison en una isla del Caribe(o las tres cosas juntas), que hasta para esto hay diversas e interesantes teorías y propuestas marcianas.
Todavía es hoy el día en que sus fans no nos olvidamos de aquel tío enfundado en un mono amarillo que tumbó a Kareem Abdul-Jabbar en "Juego con la muerte" y al que homenajearon en una máquina de marcianos: el Kung Fu Master.


- VENDEDORES DE ENCICLOPEDIAS: Una tribu urbana de los ochenta más potente y numerosa que la de los heavys, rockers y punks, todos juntos. Y mucho más persuasiva, pues conseguir venderle a tus padres- que siempre andaban muy justitos de parné- cosas como la Larousse, La Enciclopedia Salvat o La Enciclopedia del Ser Humano ya es de re-traca y una cosa más milagrosa que lo de la multiplicación aquella de los panes y los peces.
Eso sí que era un trabajo: puerta por puerta cargando con las pesadas muestras cuando todavía no había muchos ascensores por la España adelante de los barrios de aluvión y los extrarradios, y todo por una mísera comisión por venta.
Tipos sudados y encorbatados que le decían a tu madre en la puerta de casa( tu madre todavía tenía puesto el delantal mientras pelaba cebollas pero lo escuchaba como quien oye al presidente del gobierno):
- ... señora, es por el bien de su hijo, para que pueda estudiar y llegue a ser universitario y a trabajar de ingeniero en algo bueno como la Citroën sin esfuerzo... y para que sea una persona de provecho. Aquí están, en estos veinticinco volúmenes que solamente cuestan 2.300 pesetas al mes durante diez años de nada, todos los conocimientos del ser humano actualizados con fecha de este año... Mesopotamia, la llegada del hombre a la luna, los últimos avances de la medicina actual, los minerales, el mínimo común múltiplo...
- Perdone, pero tengo las albóndigas a punto de hacerse...
- Vale, pero puedo pasar y se lo explico mejor dentro... no es por mí, es por la educación de sus hijos...


- PETOS VAQUEROS: Por alguna extraña razón, se pusieron en boga en los ochenta los petos vaqueros, que vienen a ser como un pantalón vaquero pero con un bolsillo en el pecho y unos tirantes.
Una cosa hortera y pedestre donde las haya. El amigo de Peruleiro, el tontolaba del Juanín, que nunca había visto una vaca o un río en su vida, venía ahora a ser algo como un campesino de Milwaukee que vuelve de su campo de trigo después de la siega. Era más ridículo aquéllo que ver a Pavarotti vestido de buzo.


- BICICLETA ESTÁTICA Y TENSORES: El deporte se había puesto de moda después de todos esos films de Rocky, Conan y esos vídeos y series de gimnasios y gente sudando de Olivia Newton John y Fama. Todo cristo quería estar hipertrofiado como el carahaba del Swarzeneger en tres semanas, así que tiraban de bicicleta estática y tensores de mano mientras ponían a todo volumen cosas como "Eye of Tiger" o "Flashdance".
La emoción y la iniciativa duraban más o menos cuatro días. Al quinto ya se guardaban los tensores en un cajón y la bicicleta estática se plegaba detrás de alguna puerta o se dejaba en la habitación de los trastos viejos o de la limpieza para poner ropa encima y adiós muy buenas. Pasaba a ser así una bicicleta "estética" y las gomas de los tensores se utilizaban para anudar algo urgente cuando hacía falta.
El deporte en casa nunca tuvo mucho futuro. Le pasa lo mismo que a los yogures caseros. Falta algo, nadie sabe bien el qué, pero falta.


- TP: El Teleprograma es algo que no puede faltar al hablar de la década prodigiosa. Ahí venía todo lo que un joven necesitaba para pasar la semana: la programación televisiva con sus horarios, comentarios de películas, series, dibujos animados, entrevistas a Donovan de V, a Miliki o a Eva Nasarre, etcétera. Una guía televisiva en tamaño bolsillo que se vendía como churros en los quioscos y que hacía la delicia de pequeños, grandes y medianos.
Por 30-40 ptas tenías al alcance del bolsillo(hay que recordar que era una época en la que no había internet o teletexto)toda la programación de la caja tonta.
Si te perdías luego el "Gran Héroe Americano" o "Planeta Imaginario" porque lo habían cambiado de franja horaria, es porque eras un rata. Y no hay más que hablar.


- EL CINE FAMILIAR Y LOS MULTICINES: Los multicines habían eclosionado en los ochenta y se habían reproducido como por esporas. El viejo Teatro-Cine pasaba ahora a ser cinco; surgieron de la nada Multicines de Barrio para entretener al lumpen de los extrarradios y arrabales.
Y mientras el llamado Nuevo Cinema de Autor Americano(Scorsese, Coppola, Cimino, Schrader...)languidecía y vaciaba los Cines, la revolución conservadora Reaganiana volvía a reunir a toda la family en amor y compañía para disfrutar de las astracanadas simpáticas y nada controvertidas ni caústicas de Los Gremlims, Los Goonies o Los Cazafantasmas.
Todo volvía a la normalidad en los felices ochenta cinematográficos, entre ecos de Walt Disney y el infantilizado y aséptico rollo que transmitía aquel Cine para toda la familia con perro incluido.
Hasta algunas películas porno acababan en boda y los coitos decían que los realizaban para procrear.
No sé yo.


- MERCUROCROMO O MERCROMINA: Mercurocromo,preparado farmacéutico de mercurio y alcohol usado como antiséptico. Te lo ponía tu madre en rodillas y codos cuando te caías de la bicicleta o del monopatín. Fue un producto muy popular y querido en los ochenta, emblemático, sobre todo por el "enchastre" de color cárdeno que dejaba sobre la piel, muy a lo Mondrian. Un producto que desapareció de la noche a la mañana.
Un poco de mercurocromo y un sana sana culito de rana a tiempo y se curaba todo, hasta el asma y la sífilis.


- LA MODA "KINKI": Los usos y costumbres kinkis que ya habían despuntado en los setenta se mantuvieron y apuntalaron en los ochenta gracias, en parte, a los medios audiovisuales. "Yo, el Vaquilla", " Perros Callejeros", Los Chichos, Los Chunguitos, Los Calis... pusieron de moda las peleas y navajazos en las verbenas de barrio, la nota de color de los tirones, los robos de 131 supermirafiori, el cassette al hombro, el "déjame cinco duritos o te registro"...
Pantalones pitillo, Yumas Galaxia, estiletes,coches de choque, calimocho y porros en algún descampado y un poco de pegamento esnifado en bolsa de vez en cuando... este era el universo gravitacional del kinki de extrarradio, una subespecie de lumpen de barrio pobre que se movía en vespino robada y se hacía fuerte en las plazas, cetáreas desocupadas y descampados de la ciudad.
Ellos tenían sus sueños y esperanzas, pues querían ser como El Pirri, El Torete, El Vaquilla y empezar su carrera en correcionales después de robar algún carro, engancharse allí a la drogaína fina y salir después para dar algún palo en una sucursal bancaria y acabar tiroteados por los polis de marrón y que así Sabina, como homenaje a sus fechorías de rebelde del sistema, les escribiese una canción. Macarra de ceñido pantalón, pandillero tatuado y suburbiano...
Hoy apenas se han reciclado y despejado un poco sus estrechas miras, los que se llama el aperturismo kinki, pues escuchan también reggaeton, música "mákina" y tienen hasta pasta que sacan de sus trapicheos para comprarse tubarros para el Opel Corsa, hacerse tatúas de su "ja" o pillar chándales y playeros de marca.


Otro día hablaremos del Perro Pippín, del Póntelo, Pónselo, de los plumíferos Roc-Noice y de esa moda de atarse los cordones de los playeros en los tobillos.
Todo más ochentero que el Break-Dance y Tron.

Saludos de Jim y ¡¡¡a pasarlo dabuti, colegas!!

martes, 16 de noviembre de 2010

EL CHARACTERCROSSING O AL CAPITÁN AHAB LE GUSTA EL JAZZ


El primero en darse cuenta de lo que estaba pasando había sido un joven lector de 15 años, que cuando abrió el libro de Melville observó sorprendido que el capitán que perseguía a Moby Dick por el ancho océano se llamaba ahora Madame Bovary... y no aquel adusto e imperturbable Ahab que venía en todas las reseñas y resúmenes.
Fue aquél el momento en el que se dio la voz de alarma en el ordenado y rígido universo literario.

Los lectores de todo el mundo se encaramaron velozmente sobre los estantes más altos de sus librerías y desempolvaron sus novelas más queridas para descubrir, petrificados, que algo muy extraño estaba sucediendo entre aquellas letras y páginas: ahora Dorian Gray navegaba por el misisipí en compañía de su inseparable amigo Huckleberry Finn para acabar enamorándose perdidamente de la entrañable Becky... mientras que Ignatius J. Reilly naufragaba en una isla perdida acompañado de un negro desnudo y medio canibal llamado Viernes.
Dentro de otra novela, un viejo lector contemplaba como John Silver el Largo se armaba caballero y recorría ahora los polvorientos caminos de La Mancha subido en un huesudo rocinante y con una lánguida Margarita Gautier a su lado.
Leopold Bloom, entretanto, se peleaba con el Capitán Garfio sobre un galeón en una infructuosa batalla por evitar que el tiempo le marchitase los sueños del niño que había sido... y también hay que decir que boquiabiertos habían quedado muchos cuando Ana Karenina pasó de los veinticinco centímetros a medir más de tres metros tras comer el pastel en el que se lee ¡CÓMEME!, y todo por culpa de una siesta lisérgica bajo un árbol y un maldito conejo blanco...

¿Qué estaba pasando dentro de aquellos libros?, se preguntaban todos.

Sherlock Holmes explicó muy claro toda aquella súbita entropía literaria en su colofón final de "Crimen y Castigo", después de perdonarle la vida a la anciana usurera:
- ... ustedes los lectores pueden intercambiar infinitamente sus libros y vivir mil vidas a través de ellos; tienen la posibilidad de construirse otras existencias, de colocarse miles de máscaras, mientras que nosotros, sus personajes, estamos condenados a repetir para su deleite y placer varios millones de veces las mismas rutinarias tramas, escenas, desarrollos, desamores, aventuras, desgracias... por eso ahora los personajes de sus desvelos y fantasías, tanto los más simples y lineales como los más circulares y complejos, hemos llegado a un acuerdo y decidido cruzar nuestros papeles y títulos para poder saltar así de libro en libro, como hacen ustedes, y construirnos otras vidas en otras historias diferentes, desviándonos así un poco de la asfixiante rutina en la que vivíamos inmersos...

Algunos lectores entendieron perfectamente aquellas sensatas razones esgrimidas por el victoriano detective inglés, aunque no se acostumbraban del todo a leer cómo Fortunata y Jacinta regresaban del futuro en una máquina del tiempo después de luchar contra los temibles Morlocks... o a ver cómo un desarrapado Oliver Twist revivía intensamente su reciente infancia, su tiempo perdido, mientras mojaba en su lujosa casa de París una magdalena en una taza té.
Muchos de esos leedores, desencantados, cerraron sus libros y se pasaron a la narcótica televisión.

Tardaron poco tiempo en llegar a un acuerdo, pues se habían dado cuenta de que los unos sin los otros no eran casi nada, apenas existían, y además todos querían seguir disfrutando de esas otras vidas para su comprensión íntima y placer personal. El trato consistía en que los lectores dejarían la televisión y volverían a los libros entretanto que sus personajes podrían seguir manteniendo su cruce de roles, su charactercrossing, pero sólo cuando éstos estuviesen cerrados, nunca mientras fuesen leídos.

Y así, cuando la luz entra en los libros, el rabioso y poco sofisticado Capitán Ahab seguro que os parecerá que acaba siempre en el fondo del mar enganchado a la arponeada gran ballena blanca... pero lo que no sabéis es que cuando el libro se cierra y en la oscuridad se besan las letras, el Capitan Ahab se vuelve un joven millonario de pasado dudoso que organiza fiestas en la alta sociedad norteamericana de los años 20 y que está perdidamente enamorado de una mujer casada que se llama Daisy.
Y además le gusta mucho el jazz y beber champagne en copa fina, tulipa, de cristal.
Lo que no sabe el Capitán Ahab todavía es que al final morirá de un disparo efectuado por un marido despechado y nadie irá a su funeral, ni siquiera Daisy.

Saludos de Jim.

lunes, 8 de noviembre de 2010

DONDE SE CUENTA LA DONOSA Y ASOMBROSA HISTORIA DE EL PALMAR DE TROYA


Aprovechando la turbovisita del Obispo de Roma, puntal de la Iglesia Católica, cabeza mitrada del Colegio Episcopal, Jefe de Estado y soberano de la ciudad del Vaticano, localidad bizarra donde la inmensa mayoría de sus habitantes son hombres y van disfrazados como si viviesen todavía en el País de los Pitufos, en Pitufilandia... o sea, enderesumiendo, que naturalmente me estoy refiriendo al tipo alemán éste que se parece mogollón al Emperador Palpatine que sale en la precuela de Star Wars...
Pues eso, que aprovechando la explosión de fe y espiritualidad que nos ha rondado morena el pasado finde por estas latitudes, vamos a narrar aquí los hechos paranormales e insólitos acaecidos hace años en la localidad de Utrera, a unos 40 km de, ¡¡ozú!!!, Sevilla y que han dado lugar a ese monumento dedicado al disparate, la psicopatía y la fantochada rupestre más conocido como El Palmar de Troya y su Iglesia Cristiana Palmeriana.
Así que comencemos ahora mismo con la cronología de los luctuosos hechos y bizarros sucesos acaecidos en las cercanías de Utrera hace unos pocos años:


1968: Lo de siempre. Cuatro niñas asilvestradas y medio analfabetas de la pedanía de Utrera dicen haber visto la silueta de luz de la Virgen con las piernas apoyadas sobre una mata, que no es lo mismo que ver a la Virgen con una buena mata entre las piernas, sin depilar bien antes las ingles. Bueno, pues aquí sucede lo clásico en este género alucinógeno y esquizoide conocido como ,tachán, tachán, ¡¡las apariciones marianas!!: que todas las beatas, ceporros y rústicos impenitentes de la comarca y de los alrededores se creen a pies juntillas lo primero que se le pasa por la febril imaginación a las cuatro fantasiosas núbiles y sus calenturientos delirios sexuales preadolescentes que sólo un viril Sánchez Dragó podría haber calmado. No hay una explicación racional y fundamentada para este fenómeno exótico de contagiosa estupidez colectiva, a no ser que la carencia de proteínas de la época- el racionamiento y esas hambrunas- entorpeciese las capacidades cognitivas de todos aquellos demenciales gaznápiros de provincias.


1968-1969: Un corredor de seguros de Sevilla llamado Clemente Domínguez y Gómez- más conocido en los ambientes homogayers de Sevilla como "La Voltio"- pasa por allí, pulsa sobre el terreno el estado de las cosas, contempla ensimismado toda la afluencia de peregrinos que la visión de las niñas había traído y viendo una evidente oportunidad de hacer negocios y duros fáciles a costa de toda aquella pobre gente sin luces, se decide a sacarle tajada.
Hay que recordar que la madre de Clementino era un fanática católica que le confeccionaba trajecitos de cura y le hacía altares para que el niño oficiase misas infantiles en casa, como si fuese el "Quimicefa" pero en versión Religión chusca. No nos extrañe que con esa madre y esos juegos pubescentes dodecafónicos, quedara Clementino con sus falcultades mentales perturbadas para la posteridad.
Así que, aprovechando el nicho de mercado abierto, el 30 de septiembre de 1969(todavía ni se había estrenado la primera temporada del UN DOS TRES con Don Cicuta) Clemente goza de su primera visión mística, que suelen ser igualitas a todas las apariciones y visiones místicas que en el mundo han sido, son y serán: luces de colores, formas seráficas en el firmamento, vírgenes fosforescentes sobre arbustos, mensajes lapidarios de reacción a tanta modernidad yeyé y minifaldera, estados de trance risibles y vergonzantes, etcétera.
El pack completo- bueno, bonito y barato- del psicópata-timador tipo.


1970-1972: Comienzan las conversiones, la curaciones esperpéntico-milagrosas de postrados enfermos y paralíticos de pega, las donaciones millonarias- 16 millones de las antiguas pesetas- de baronesas taradas... con esta pasta de una noble y vieja clueca Clemente y su amigo Manuel Alonso Corral, ambos más aficionados al pescado que a la carne, compran unas tierras en la finca llamada La Alcaparra, donde habían ocurrido las apariciones de la Señora, y se disponen a montar el chiringuito espiritual éste de todo a 1 euro.
Clemente se lo monta una noche para sufrir estigmas provocados por su fe por la Virgen; cuentan sus seguidores que pierde más de 16 litros de sangre. Un formidable milagro, sobre todo si tenemos en cuenta que una persona adulta tiene solamente unos 5 litros de sangre dentro de su cuerpo.
Este dúo humorístico-religioso, los Pajares y Esteso de lo espiritual español, también predice el fin del mundo para 1972 y excava mientras tanto un pozo en medio de la finca de La Alcaparra cuya agua dicen que posee efectos curativos milagrosos, aunque las autoridades lo precintan poco después porque ese agua estaba totalmente contaminada y no es ni apta para consumo ni animal ni humano ni vegetal.
Pese a todo este desatino existencial, los bribones de Clemente y Manuel, a través de diversos estudios de mercado sobre las necesidades y demandas de cosos paranormales que la gente de ese terruño posee, van consiguiendo poco a poco mayores beneficios en la venta de sus productos intangibles.
Como los coñazos de Anway, los de los Tupperware o los que invierten en Afinsa, mismamente.

1974: Clemente y Manuel están de gira con su show para necios y paramecios por Europa y Asia, como si fuesen miembros de la orquesta de Camilo Sesto, y se encuentran en el psicotrónico peregrinaje global a gentes igualitas que ellos(por lo defectuosas en que se encuentran sus terminaciones neuronales), como el católico suizo Maurice Revaz o el Arzobispo vietnamita Ngo Dinh Thuc Pierre Martín, que da autencidad a la falcatruada de las apariciones aquéllas de Utrera y los ordena a ambos Obispos.
Lo de encontrarse a un arzobispo vietnamita católico que los ordena ya es el súmmum de la bizarrada ésta, que parece sacada de un guión marciano de Mariano Ozores, que en paz descanse, para Esteso y Pajares o incluso de algún pasaje apócrifo del Quijote: "De lo que le aconteció al perturbado Don Clemente y a su lacayo Manuel cuando se atoparon en la posada con el Arzobispo Vietnamita Ngo Dinh Thuc Pierre Martín, que fue una de las más raras aventuras que en esta verdadera historia se cuentan".


1976: Fecha clave. Varios sacerdotes católicos ordenados colaboran con esta orden de los Carmelitas de la Faz, como se llaman a sí mismos. La Iglesia oficial chusca, la otra, la de siempre, la que registró antes a Dios en la SGAE, viendo que lo de estos dos vivales ya pasa de castaño oscuro, toma cartas en el asunto y ambos son encarcelados por llevar hábitos sin autorización. Posteriormente serían excomulgados por Pablo VI.
Salen de cárcel y Clemente, Manuel y otros tres obispos palmaristas sufren un accidente en coche y Clemente se queda ciego por culpa de las heridas que padece durante el impacto, aunque él mismo anuncia tranquilamente que la Virgen le curará, milagro éste, extrañamente, que nunca llegó a suceder.


1977-1978: Nuestro amigo Clemente dice que Jesucristo y la Virgen lo han coronado en una de sus visiones nocturnas como único Papa en la tierra. Se lleva a cabo la ceremonia de consagración en el lujoso templo construído en la finca de La Alcaparra, El Palmar de Troya utrerano, y Clemente se convierte en el primer Papa andaluz, haciéndose llamar Gregorio XVII. La Iglesia de El Palmar de Troya ya posee entonces diócesis y archidiócesis en Europa y EEUU; un ejército de 60 sacerdotes, 70 monjas y miles de seguidores palmarianos fanáticos de la ideología y creencias de estos desquiciados mentales.
Mientras tanto, el invidente Papa Gregorio XVII eleva a los altares a personas santas, humanistas y ejemplos de vidas dedicadas a los demás como Adolfo Hitler, Francisco Franco, Primo de Rivera, Carrero Blanco, Don Pelayo...
Los Palmarianos excomulgan a todo el Vaticano y a quienes no crean a pies juntillas en sus dogmas medievales.


1980- 2010: La construcción de la sede de la Iglesia de El Palmar de Troya en Utrera ha costado más de 500 millones de pesetas y el templo está protegido por guardias armados. Clemente Domínguez y Gómez, también conocido como Gregorio XVII o "La Voltio", muere en 2005 durante la Misa de Pascua y a éste le sucede el Papa Pedro II o, lo que es lo mismo, su amiguete gayer de siempre Manuel Alonso Corral.
Los fieles que han conseguido abandonar El Palmar de Troya han denunciado abusos sexuales de todo tipo, parafilias, orgías, mutilaciones genitales, robos, castigos físicos de toda suerte e índole y una sumisión absoluta a los Obispos y al Papa Clemente y Pedro II.
Lo que cuentan sucede dentro de esas murallas es de traca y digno de ser narrado por un cronista del tipo del Marqués de Sade o algún psiquiatra de año sabático que prepara su Tesis Doctoral sobre enfermedades mentales colectivas.


Solamente dos cosas más: no os penséis que la bizarras historietas de El Palmar de Troya y sus gentes esquizofrénicas son muy distintas en lo esencial a las demás religiones que en el mundo han sido, son y serán. Para nada. A los hechos y su Historia me remito.
Y también decir que las predicciones de los Palmarianos vaticinaban que el Papa Gregorio XVII moriría crucificado en Palestina y resucitaría al tercer día, como Jesucristo Superstar. La primera parte no se ha cumplido, pues ya sabéis que el Papa Clemente murió durante una misa de Pascua mientras entraba en trance, pero para la segunda anunciación, la esperada resurrección, todavía somos muchos creyentes los que continuamos esperando a que el gran Clemente vuelva del reino de los muertos para sacudirse el polvo y regresar a Utrera para darlo todo de nuevo sobre el altar.

Saludos de Jim y ¡¡¡viva el Papa Gregorio XVII!!!

martes, 2 de noviembre de 2010

BICICLETA, CUCHARA, MANZANA


-Déjeme que antes de nada, por si acaso después no puedo, le cuente algo... mi padre era una de las personas más divertidas que he conocido en mi vida. Pocas veces me he reído con alguien como con él. Bajito y de aspecto nervudo y serio por fuera, en el fondo era el típico guasón que se pasaba media vida gastando bromas a los demás y nunca conseguía, por más que parecía intentarlo, que nadie se enfadase con él. Recuerdo también que ni siquiera yo fui capaz de guardarle ni el más mínimo resentimiento aquella mañana de domingo de agosto, yo tendría sobre unos 8 ó 9 años, en la que me enseñó a andar en bicicleta.
Esa mañana le quitamos las dos ruedas pequeñas de seguridad a mi bicicleta y comencé a pedalear con la promesa por su parte de que vendría siempre detrás, acompañándome en todo momento. Con la confianza puesta en que mi padre me escoltaba y no me dejaría caer, me dejé invadir poco a poco por una sensación agradable y fuerte de velocidad, pedaleando cada vez con más facilidad y seguridad en mí mismo, hasta que oí la voz de mi padre a lo lejos, muy lejos, demasiado lejos para estar donde yo confiaba que tendría que estar, gritándome, entre estruendosas carcajadas, que él se iba ya tirando para casa y que me esperaba en el portal.
Así que entonces, cuando me sentí totalmente solo, me traicionaron los nervios, perdí el equilibrio y me caí. Gravilla en rodillas y un codo, alguna ligera contusión y poco más.
Mi padre no paró de reírse durante todo el camino a casa. Ya había tirado las ruedas pequeñas. Mi madre me echó la bronca a la vez que me embadurnaba de mercromina y mi padre todavía continuaba sonriendo y bromeando con desabrida dulzura acerca de mis heridas mientras yo contemplaba impotente como no era ni remotamente capaz de guardarle el más mínimo resentimiento por la penosa situación en la que ahora me encontraba- me dolía todo el cuerpo-, propiciada por su falta de palabra. Bicicleta.

Cursaba 3º de carrera y era mayo. Habíamos hecho novillos, pues hacía un día espléndido. Estábamos tumbados nueve o diez chavales y chavalas sobre la hierba con el sol cada vez más redondo y alto. Me levanté a comprar un helado de vasito de esos de dos sabores. Vainilla y chocolate. A la vuelta me encontré a una chica de 2º con la que había hablado en alguna ocasión-media docena de veces por los pasillos, en la biblioteca, en la cafetería... todo gracias a que nos había presentado un amigo común- y la verdad es que, por alguna extraña razón, desde el primer momento me había encontrado muy cómodo con ella, orbitando alrededor de aquel rostro amable y su perenne sonrisa, y así siempre que nos cruzábamos por el campus o las aulas nos sonreíamos y saludábamos con cierta cálida timidez, muy evidente, parecía ser, para todo el mundo menos para nosotros.
Hubo un breve silencio. Me fijé en que el sol del mediodía ya había coloreado sus hombros desnudos. Hacía calor. Le pregunté si quería un poco de helado de vainilla y chocolate. Ella dijo que sí. Yo le respondí que sólo tenía una cuchara. Y además era de plástico. Inaugurando amplia sonrisa, ella me comentó que le daba igual, que con una cuchara para los dos era más que suficiente, aunque fuese de plástico.
Volvimos cogidos de la mano al lugar en el que se encontraban los demás.
Cuatro años después se convirtió en mi mujer.
Cuchara.


Colocó las manitos sobre la mesa y me dijo:
- Manzana.
Tres años y ya decía abuelo y manzana. Cogí la manzana más madura del frutero, la menos verde, y la partí en láminas, como si fueran gajos de mandarina en forma de pequeñas lunas amarillentas. Ella abrió la boca y fue mordiendo una a una muy despacio, con esa parsimonia lenta e infinita de los niños pequeños que todavía disponen de todo el tiempo del mundo por delante para ser gastado.
- Abuelo, más manzana...

Usted ya sabe que me refiero a esos breves y eternos momentos en los que conseguí ser plenamente consciente de que mi vida había merecido la pena llegar a ser vivida. La paradójica diferencia entre lo que uno cree que busca y lo que busca en realidad estaba precisamente resuelta allí, y esa sencilla solución a la ecuación más compleja de todas, la de vivir, la del sentido de mi existencia, cabía dentro de los límites de tres únicas palabras: bicicleta, cuchara y manzana.

...

- Ahora te voy a decir el nombre de tres cosas que quiero que me repitas y que dentro de un momento recuerdes, ¿vale? ¡Sin apuntar, sin apuntar!! Bicicleta, cuchara, manzana.
...

- ¿Te acuerdas de las tres palabras que te he dicho hace un poquito? Eran tres palabras...
- No.


P.D: Bicicleta, cuchara, manzana son las tres palabras a recordar que forman parte del test para detectar el deterioro cognitivo, Alzheimer, de una persona. Tres palabras que los que comienzan a padecer la enfermedad no recuerdan cinco minutos después.
"Bicicleta, cuchara, manzana" es también el excelente documental dirigido por Carles Bosch sobre esta enfermedad neurodegenerativa que padecen Pasquall Maragall y otras docenas de miles de personas a las que le han caducado los recuerdos y para las que, de repente, su vida ha pasado a ser un impoluto folio en blanco.




Saludos de Jim.