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lunes, 27 de septiembre de 2010

VIRXILIO VIÉITEZ BÉRTOLO



Hace mucho mucho tiempo- o muy poco, que en esto del tiempo parece que ni los físicos ni los relojeros ni los historiadores se ponen muy de acuerdo- alguna de la gente que yo conocía salía siempre muy adusta y severa en todos los retratos en blanco y negro de las comuniones, bodas y bautizos que tenían enmarcados sobre sus mesillas de noche, al lado del crucifijo, la biblia gastada y el interruptor de la luz en forma de pera... y no me extraña nada ese malhumor, pues entre el bocio, el hambre, el aceite de ricino y esos trajes de franela que rascaban lo suyo para pegarse los paseos de los sábados tarde por la calle principal del pueblo(arriba y abajo, abajo y arriba, arriba y abajo...) y, de paso, poder estar presentables para la misa de una del domingo, en la que se pasaba revista... no era como para echar cohetes de la alegría.
Así que los fines de semana, disfrutando de cierto solaz en las labores, también se aprovechaba para lavar, en la pileta y con jabón Lagarto, la única ropa de faena que se llevaba durante toda la semana.
Mi padre hacía galenas y tenía una moto con sidecar, de las que habían dejado aquí los alemanes después de la guerra, para pasear a mi madre por el pueblo.
Todavía recuerdo el vals titubeante de las gallinas decapitadas por mi abuela- con su reguero cárdeno en el que flotaban restos de pequeñas plumas- para echarlas luego a sus sustanciosos guisos y sopas.
Mi abuelo , que dicen que había escondido a unos vecinos republicanos en su casa y las había pasado canutas por ello, escuchaba el parte de Radio Nacional de la una sin pestañear.
A los curas se les besaba la mano por la calle y se les hacía una pequeña genuflexión. El Señor juez, el Señor Notario, el Señor Guardia Civil y el Señor Médico del pueblo eran instituciones de dimensiones cuasi mitológicas; apenas sí se les podía mirar a los ojos, como a Medusa, o corrías el riesgo de convertirte en piedra o algo peor.
En peligroso rojo o conspirador masón, por ejemplo.

El agua se sacaba de un pozo de piedras oscuras y fondo mohoso, a los niños y a los adultos se les hacía un funeral de dos o tres noches de cuerpo presente en la habitación menos humilde, es un decir, de la casa; los perros se pasaban las noches ladrando a los zorros gallineros, a la inmensa luna llena y a las almas en pena de los muertos que decían que salían a restregar sus cuitas contra las paredes frías de los cementerios. Las novias modernas, que ya se habían quitado las pañoletas, se sentaban de lado en las motos Lambretta; a los zapatos se les cambiaban las suelas mil veces y los pantalones y chaquetas se remendaban otras quince mil ochocientas.
Los trenes eran de una madera que rechinaba y tardaban semanas en llegar a cualquier sitio, a ninguna parte. Recorrer en ellos más de cincuenta kilómetros ya era toda una epopeya digna de ser glosada por algún Homero de boina y vaso de tinto delante.
Mi tío se paseaba por los pasillos de la casa- después de la matanza del cerdo que tenía lugar justo delante de la puerta de casa, que parecía después un piélago ensangrentado- inflando la vejiga del gorrino como si fuera un globo de colores de alguna feria, para rellenarla luego de otras carnes más sabrosas.
Vino con gaseosa para los niños en las comidas, escopetas de tapones en la fiestas patronales, el olor a betún Búfalo en los zapatos de rejilla marrón de los adultos, el grueso chocolate de hacer con pan para merendar, la piedra pómez para frotarse la tierra de las manos, el aguardiente para dar friegas contra los parásitos intestinales...
Eran los tiempos del luto permanente, esos tiempos en los que hasta silbar podía ser considerado pecado. Venial, pero pecado, a fin de cuentas. El recuerdo en sepia de aquel primo que volvía de Venezuela en un Mercedes Benz blanco, de las fotonovelas de amor a todo color para señoritas, de los cachorros de gato que se ahogaban metiéndolos en bolsas en el río, de los niños con pantalones cortos y caras de viejos, del "adiós con el corazón, que con el alma no puedo, al despedirme de ti de sentimiento me muero" o "dos gardenias para ti, con ellas quiero decir...", de Matilde, Perico y Periquín, Cabalgata Fin de Semana, el flan Potax y los tebeos de Roberto Alcázar y Pedrín como toda distracción multimedia.

Yo viví un poco de todo esto en primera persona, muy poco, los últimos estertores de ese tiempo moribundo.
Pero Virxilio Viéitez Bértolo, fotógrafo autodidacta nacido en Soutelo de Montes en 1930(ya sabéis: autodidacta= alguien que solamente se pudo servir de su intuición, talento y mirada astuta... sin instrucciones previas ni clases de pago ni maestro alguno para perfeccionarse en lo suyo), armado con una pequeña Kodak 6x9, consiguió el hermoso milagro de congelar para siempre la flor que se entreabre un segundo o, lo que es lo mismo, la belleza que se irá en un perecedero, efímero, apenas percibido, momento.
Alguien dijo de él, como ha pasado con tantos otros, que "era un gran artista sin saberlo".
Y el que lo dijo tenía razón pues cuentan las crónicas que "el día que Christian Caujolle, director de VU, una de las más prestigiosas agencias de fotografía del mundo, conoció la obra de Virxilio Vieitez, supo que tendría que replantearse la historia del retrato fotográfico del siglo XX. Justo ese mismo día Virxilio veía una exposición de fotografía por primera vez en su vida: la suya propia"(Sofía Moro).
Fue en 1998. Virxilio tenía casi setenta años, veía una exposición suya por primera vez en su vida y, sin saberlo, creerlo ni buscarlo, este fotógrafo de aldea se convirtió en uno de los mejores fotógrafos españoles del siglo XX.
Las razones del hermoso milagro aquí:









Quizá si Virgilio se hubiese apellidado Doisneau o Ray hoy disfrutaríamos de alguna exposición permanente en alguna de nuestras urbes y del reconocimiento por parte de las autoridades culturales que se merece.
Pero Virgilio era un Viéitez y, por encima, sufrió el infortunio de no haber nacido en Lyon o Brooklyn, sino en la remota y galleguísima Soutelo de Montes.
Y hasta que vino un eminente francés a decirnos que Virgilio Viéitez Bértolo era uno de los grandes retratistas del siglo XX, los gallegos no nos lo creímos.
Y parece que todavía estamos haciendo la digestión de este hecho, dada la escasa repercusión que de la obra de Virgilio- el fotógrafo de la gente con tierra entre las uñas- se ha hecho hasta nuestros días por estas desmemoriadas tierras de la España.

Saludos de Jim.

viernes, 17 de septiembre de 2010

NUEVAS TRIBUS URBANAS: DE LOS FOLLAMIGOS A LOS TECNOSEXUALES


La posmodernidad, además de un estado mental, es un poco un cajón de sastre en el que cabe de todo, si es que gozamos de la sana y desacomplejada predisposición necesaria para ello: desde diversas teorías críticas con el pensamiento rectilíneo(y progresivo) moderno, rupturas con formas de figuración y representación de la realidad tradicionales, desaparición de las ideologías, desmitificaciones de todo tipo y pelaje, creación de un entorno psicológico y relacional basado en las nuevas formas tecnológicas, escepticismo y descreimiento ante los poderes públicos, revalorización de la incertidumbre como método de análisis...
Con la posmodernidad hemos evolucionado de lo predecible a lo cuántico, de lo exacto a lo relativo, de lo compacto a lo fragmentado.
Y esto también es aplicable a ese hecho sociológico que en los 70-80, en plena eclosión social, llamábamos Tribus Urbanas. Un collage y amalgama variopinto que se daba en las grandes concentraciones urbanas, sobre todo entre las personitas humanas más jóvenes, y en los que la música, los distintivos, gustos comunes, la ropa, la ideología, la apatía, etcétera, servían de elementos aglutinadores y catarsis gregarias para intentar dar respuesta a esas necesidades juveniles-y no tan juveniles- de creación de identidad, de búsqueda de reconocimiento social, de cohesión intragrupal, de la persecución de unos rasgos reconocibles ante la homogeneidad indistinguible de la masa urbana.

Pero todo esto pertenece al estudio de las subculturas y de la semiótica cultural. Cosas de la cultura prefigurativa. Pero lo cierto es que en los ochenta nuestras calles estaban llenas de rockers, pijos, punks, heavys... compartimentos muy estancos de gustos y modus vivendi irreconciliables en la teoría y la práctica.
Las calles estaban llenas de tipos con pintas ridículas como las que salían en la peli "Warriors, Los Amos de la Noche" de W. Hill.
En los noventa y en los albores del siglo XXI esto dio un giro de 180º(aunque las pintas ridículas se mantuvieron intactas). Cuajó el sincretismo, se relativizaron los dogmas y las formas culturales, se embarullaron los distintivos y los gustos se mezclaron en la batidora del incipiente posmodernismo.
Surgieron de esta eclosión de novísima majadería los pokemones, los emos, los góticos, los floggers, etcétera.
Así que llegó el ansiado momento en el que un heavy trashmetalero podía escuchar punk o rock sinfónico sin contraindicaciones y sin que los colegas se riesen de él.
Así que lo que hace unos años sería:
- Mira al Freddy, mucho Kreator y Metallica, pero dice que le mola también Pink Floyd y Keane... ¡¡vaya matao y heavy del Corte Inglés que es el tío!
Hoy sería:
- El Freddy sabe de música la tira. Por la mañana se pone a Kreator, por la tarde a Pink Floyd y por las noches a Enya... es un tío culto, abierto, tolerante, que escucha de todo. ¡Eso es riqueza musical, coño!!

Pero yo no voy a hablar de emos, rockers o pokemones y otros fantasmones, sino de otras tribus y razas de la noche y el día mucho más sutiles, disimuladas entre el asfalto, flores urbanas de todas las edades, que comparten modus vivendi aunque no siempre gustos comunes, y que están ocupando ahora mismo las calles de nuestras ciudades en silenciosa invasión.
Por ejemplo, l@s follamigos:

- LOS FOLLAMIGOS: Con la posmodernidad, y la llegada de métodos anticonceptivos más sofisticados, prácticos y seguros, se flexibilizan las cosas del querer y del retozar. Los zangolotinos y zangolotinas ya no se ennovian - ¡ayyy, esos duros y morbosos años de maniobras orquestales en la oscuridad de Cines sin acomodador y alivios rápidos en sus casas cuando sus padres se van de fin de semana al pueblo!-con el horizonte de una familia con niños por delante.
Se generaliza, entre hombres y mujeres, el peterpanismo, la falta de compromiso, la laxitud de las rígidas formas pre-matrimoniales y de noviazgo tradicionales..
L@s guays y modernos no tienen novi@ o compromiso ninguno: tienen follamigos o follamigas.

A la tribu de los follamigos se la puede encontrar al caer el sol, de copas con su pandilla de freaks calvos y barrigudos o señoritas maqueadas desastrosamente que frisan la treintena, los jueves, viernes y sábados... mientras que los domingos y miércoles, si les entran ardores en el bajo vientre, llamarán(o serán solicitados) a/por su follamig@ oficial para quitarse un poco las telarañas de la carne.
Pero, en el fondo, lo que quieren los follamigos es sólo alguien que los quiera y les pida en matrimonio(aunque sea por lo civil) para abandonar de una vez por todas ese estado caótico-sentimental relativista con que los tiempos modernos y su dictadura invisible los ha encasillado, y que cada día que pasa les produce mayor desorden emocional e inseguridades múltiples.
Con el tiempo, Sodoma cansa y Gomorra ya no satisface como antes, todo cansa, y la sensación de desarraigo existencial y pérdida de tiempo se vuelve crónica.




- LOS CHANDALEROS: Es esta una tribu urbana que lleva a orgullo hacer gala y exhibición impúdica de su desafortunado sentido estético, sobre el que ellos priorizan la comodidad antes que la armonía de los colores y las formas.
Lucen los lunes, martes, miércoles... mayos, junios, julios... años capicúa y bisiestos... su perpetua indumentaria chandalaria-patibularia del Carrefour o Alcampo.
Te los encuentras en la cola del súper, en las comuniones, en el Cine, los ves en Roma de viaje y siguen en chándal, en Misa de una, en orgías... ten van en chándal hasta a los clubs de intercambio de parejas o a los platós de Luar en la TVG.
- A mí me gusta ir cómodo- ese es su estribillo recurrente y categórico.

Se dividen en tres tipos:
1) Los que nunca hacen deporte. Tanto les da bajar al bar a jugar un tute cabrón que ir a la boda de su hija. El chándal forma parte indivisible de ell@s, como la cera de sus orejas. Si se lo quitan se autodestruyen.
2) Los que hacen deporte. Los vigoréxicos también lucen ropa deportiva permanentemente. Ellas prendas muy ceñidas para marcar bien en el trasero las horas y horas de dietas y multipowers, mientras que ellos visten camisetas de tiras para mostrar al mundo sus muscles y cuerpo bien anabolizado.
3) Los yonquis y macarras. El chándal Adidas no falta en su ajuar. Entre grito y empellón, calada de porro y pastelito de crema, los yonquis publicitan en las plazas y calles de la ciudad sus cartones de vino Don Simón con sus imperecederos chándales a cuestas.
Son los comerciales del chándal en el mundo. Adidas, Nike, Puma... les debería de pagar un porcentaje de sus multimillonarios beneficios por ello.
Los venden mejor que el Ronaldiño ese y a cambio no reciben ni un duro.
Una situación totalmente injustay denunciable.



- SEÑORAS DE GRATIS: Una tribu urbana que me pone efervescente. Las señoras de gratis, como su nombre indica, son esa pandilla de mujeres ociosas, con muchacha de hacer las cosas de casa, generalmente ya entradas en años(suelen pertenecer a familias acomodadas de las zonas centro de la urbe, con maridos bien situados económicamente que ganan las lentejas para ellas)que aparecen de la nada haciendo cola para coger las entradas gratuitas de algún espectáculo subvencionado o te están calentado butacas ante algún concierto de la sinfónica en las calles o una conferencia de lo que sea.
Lo que más efervescente me pone es que a ellas les da igual que el evento les guste o no o les importe o interese algo o no. A ellas lo que les pone es que sea de gratis.
A que pase el tiempo cuanto antes, a eso van las señoras de gratis.
Así, cuando llega, por ejemplo, el festival de Jazz Barrié de la Maza en A Coruña, nunca quedan entradas, pues las señoras de gratis están apostadas desde primera hora para hacerse con ellas.
Y después, claro, para dormirse calentitas en sus butacas mientras suena free jazz.
El ocio, esa construcción posmoderna, es una perversión en las manos de algunas advenedizas.


- FANS DE TIM BURTON: Veneran al director californiano(¿qué coño hará un gótico en la soleada California?) y todas las goticadas que éste dirige.
Los reconocerás porque se peinan como Eduardo Manostijeras, se maquillan de pálido como los difuntos de "La Novia Cadáver" y se visten como los pueblerinos de Sleepy Hollow mientras te sueltan un speech plomizo sobre los hallazgos visuales de la nueva revisión-patata de "El Planeta de los Simios" de Burton... y se quedan tan anchos.
Son una cosa como entre emos, góticoplastas y amantes del Cine fantástico más comepalomitas y blockbusteriano de las pantallas.
Han leído un par de relatos de Poe, bajado del emule tres discos de Sister of Mercy y Covenant y ya se autoproclaman los campeones de la lobreguez, de las atmósferas insanas y tétricas, los príncipes oscuros de lo Dark, los herederos de Bela Lugosi, el Vampiro de Düsseldorf y Charles Manson.
Casi me quedo con los chandaleros y su sacrificio de la estética en pos de la comodidad, porque ir como éstos van de riguroso negro y con botas de herrajes plateados en verano y en la playa bajo la canícula de julio ya tiene que ser vocacional.
Lo de hacer el indio te tiene que gustar. ¡¡Viva Satán y la madre que lo parió!!



- LA TRIBU DE LOS DIVORCIADOS: Al lorito. Ojo que pincha. Danger. Éstos y éstas son de traca y media. Eran personas normales hasta que a los 42 años se divorcian y mutan, como los Pokemon.
La discreta vecina de toda la vida a la que deja su marido por una compañera de la oficina ahora la ves por la escalera y parece una sensual Vamp, años 40. Zapatos de tacón de aguja, vestido más ceñido que un plástico de CD para lucir curvas y mucho más tuneada que un coche con alerones y tubarros o que el árbol de navidad de Sara Montiel.
Antes no salía de casa y ahora te frecuenta los sábados noche el Chaston y el Golden Fish("La Parrochita Dorada") para volver a retomar la caza mayor del macho desesperado.
De los rulos y la bata a la selvática y depredadora actitud del jaguar.

A ellos, los divorciados, los reconoces porque a sus 45 a cuestas les da de repente por ponerse chándal y a echar a correr -como si los persiguiese el cobrador vestido de torero- por el paseo marítimo para bajar barriga, o eso dicen. Se meten en gimnasios, se gastan dinero en ropa más "juvenil"(lo que ellos llaman "juvenil" y "estar al loro", claro), llaman a antiguos colegas de trabajo del Corte Inglés para salir de copas, se peinan a lo "Anasagasti" para disimular la calva de monje(tonsura), se hacen cuenta en el facebook o en algún chat tipo Meeting para encontrar pareja...
Para, al final, lo de siempre, acabar frecuentando los sábados noches el Chaston y el Golden Fish y encontrarse con la renovada javata de tu vecina de antes.
Eso sí, ahora cada uno con dos hijos de otro matrimonio, con lo que los problemas crecen y la situación promete para un guión de sitcom.
Se irán a vivir juntos algún día y ella volverá a la bata y los playeros y él dejará de correr hasta el próximo divorcio.
Ces´t la vie!!!


- LOS G.C.P: La Gente Con Prisa abunda en la ciudad. Es una tribu fácilmente identificable, son como los Speedy González de las avenidas y las calles pero sin acento mexicano:

- No puedo pararme, tío, que tengo prisa...
- Vengo de... y voy hacia... te llamo y quedamos, que ahora tengo prisa...
- Llego tarde, llego tarde, llego tarde...
- ¡Cuánto tarda en abrir ese semáforo...!! ¿por qué conduce ése tan lento? ¿Qué se cree, que está en un rally de tortugas? ¡¡Vamos, vamos, vamos, despertad, coño, que no llego...!

Nadie sabe a dónde van ni de dónde vienen, ni ellos mismos, pero siempre quieren llegar a algún sitio y no tienen tiempo ni para mirar el reloj.
Supongo que será ese precipitado y compulsivo viaje a ninguna parte que nos lleva de un sitio para otro, el ruido y la furia, y que mencionaba Shakespeare.
Los G.C.P, si llegan algún día a directores de Cine, te ruedan artefactos vertiginosos-que tampoco te llevan a ninguna parte como espectador- como "Moulin Rouge" o "A Todo Gas III".



- TECNOSEXUALES: Poseen Ipad, Ipod, Mp5, Playstation 4, Tablet PC, Mac, Netbook, Blackberry... y cualquier cachivache de tendencia y última generación que hayan sacado al mercado en los últimos dos días.
Si este martes, más o menos, sacan un Iphone con más prestaciones que hace dos semanas, el jueves ya lo tienen ellos para llamar a su madre y que los espere para comer las lentejas con chorizo recalentadas.
- Mamá, ya subo yo el pan, vete calentando las lentejas que tardo media hora...- le dicen a través de su nueva máquina de tendencia.

Con una compulsión rayana en una patología esquizoide por el diseño y todo lo relacionado con la electrónica, estas personitas fetichistas no necesitan del contacto humano para generarse sus orgasmos multimedia.
Su sexualidad está saciada con la adquisición de estos inventos de hombre moderno, comprometido con la ideología totalitaria de la tecnología, cuya exhibición ante los demás(- Mira que tengo aquí... tócalo, trátalo con cuidado, cógelo con las dos manos, suavecito, muévelo muy despacito... ahhahahaha, uhmmmmm, así, así, que es el último Iphone 3GS con cámara de fotos de 10 megapíxeles... uhmmm)les provoca inusitadas pero prolongadas e intensas oleadas de estimulante placer sexual.
¿Quién quiere una mujer al lado, sin depilar y con pistoleras, quejándose todo el día ,teniendo el Tablet PC a mano y todo el sexo de la red a un click de ratón táctil?
¡¡Viva la virtualidad sexual!!!



- LA TRIBU DE LOS JUBILADOS DE LAS OBRAS: 9 de la mañana. Cinco obreros currando en la zanja y 37 jubilados mirando para ellos.
Esto es España.
Pero todavía hay más, porque si alguno de esos jubilados es del sector construcción o derivados, no tardan en comenzar los comentarios y murmullos hasta que se oye que alguien dice en voz alta:
- Oye, chaval, que a esa mezcla le falta agua...
- Esa viga tiene que ser más ancha o...
- Por ahí no te va a entrar la excavadora...

Son la tribu de los jubilados de las obras los únicos que se pueden permitir el pasarse 8 horas diarias delante de un edificio en construcción sin cobrar un duro por ello. Por eso, que no os quepa la menor duda, hay que quitarse el sombrero, porque lo suyo sí que es devoción y vocación. Y además cumplen una función social: trabajan gratis supervisando la labor de los demás. A ellos les debemos, en parte, que las mezclas tengan sus porcentajes más o menos convenientes y que los edificios no se caigan unos sobre otros cada tarde, entre otras muchas cosas.
A la una se marchan a casa a comer y dormir la siesta. A las cinco bajarán a jugar la partida y pasarán de nuevo a echarle una visual a la obra, a ver si se han cumplido sus indicaciones al pie de la letra o no, con el riesgo estructural que ello conlleva.




- LAS PAREJAS CONJUNTADAS(ANTES SINGLES-CHIC): Ella lleva la falda verde Kelly y él un suéter verde Kelly. Él unos zapatos rojo amaranto y ella una boina rojo amaranto.
Y no son personajes fabulosos sacados de una obra de Virgilio. Existen y mucho.
Y siempre van juntos y pegados. Son las Parejas Conjuntadas, cuya morfología estética les lleva a armonizarse en combinaciones apropiadas de colores y prendas sin mácula antes de salir de casa.
Imposible salir de casa con la más mínima distorsión o disonancia, como por ejemplo vistiendo dos tonos de granate que se maten entre ellos; o que él vaya con una camiseta de Led Zeppelin y ella con un traje-chaqueta fashion-chic de Bimba Bosé... o ella con bailarinas del Carrefour y él con sus zapatos italianos de Prada.
Hay muchas parejas que van así, más de las que os podéis imaginar. Abrid los ojos esta tarde por la calle y veréis.

Antes de ser parejas conjuntadas fueron singles-chic, adictos a la moda siempre customizados(y lobotomizados) a la última.
Si estaba de moda ponerse un cactus debajo de las axilas, ellos se lo ponían.
O unas gafas más grandes que el rostro y el cuerpo juntos...
O si alguien lanzaba un nuevo diseño de traje-chaqueta basado en la mitología del universo de Winnie The Pooh y, a la vez, ribeteado con fresas de temporada... ahí estaban los primeros.
Seres en constante ebullición creativa, que se dice ahora.
"Os máis cortos de toda a aldea", que diría mi abuela.


Un día hablaremos de alguna tribu todavía más posmoderna, como la de Los Hijos Únicos, los adictos al msn y al FB o la de Los Padres Primerizos que invade los parques y las tardes en las bibliotecas municipales, que también son para darles de comer a parte.

Saludos de Jim, seres proverbiales.

lunes, 13 de septiembre de 2010

CINE DE VENTILADORES


Es infalible. Es mi método infalible.
Si en una película aparece un ventilador o la sombra de sus aspas reflejadas en una pared, esa película seguramente va a merecer la pena y mucho. Un ventilador en la pantalla, ya sea de techo, pared o mano, es una pista amenazadora, una nota desafinada, una rúbrica disuasoria y cruel de que algo ha pasado, está pasando o pasará. O, lo que es lo mismo, un presagio de que alguien ha sudado, está sudando o sudará de un momento a otro.
Y, como ya sabemos, existen aproximadamente doce millones de razones por las que alguien puede ponerse a sudar de repente.
Doce millones, o más.
Y todas, cinéfilamente hablando, muy prometedoras.

Las películas que vienen con ventilador incluido suelen ser de ese tipo de películas ante las que uno se debería de sentar con botiquín, tiritas y mercromina. Sangre fácil con limpieza en seco de moqueta de Cine de los de antes.
Sale la sombra renegrida de un ventilador girando en el techo y ya sabes que no hay quitamanchas posible para desinfectar el alma de tantos abismos de locura, traición, codicia y soledad que ya se mueven taimadamente sobre la pantalla blanca.
Cuando se planifica un atraco o nos imaginamos un posible asesinato-los hay que son de justicia poética, como en todo- dicen que sube la temperatura de los cuerpos dos o tres grados. Eso es lo que dicen los que saben de estas cosas.

Y es que yo todo esto del turbador vals de las aspas girando sobre frentes y cuerpos licuados lo aprendí hace mucho tiempo en esos lujuriosos cuartos oscuros de tres paredes acolchadas y una blanca, repleta de sombras danzantes. Mis queridos y desaparecidos Multicines Chaplin, por ejemplo.
Allí dentro, una noche lluviosa y sabatina, Harry Angel me susurró el secreto de las aspas en el techo en su descenso a los infiernos de sí mismo mientras- con el ventilador más inquietante rodando sobre sus cabezas que he visto en un cine- se columpiaba tan dentro de una hiperventilada Lisa Bonet que parecía que no iba a poder salir nunca del interior de aquel tórrido e infinito continente de carne mestiza.
El adiposo policía Quinlan, "Sed de Mal", también se pasa sus buenos 108 minutos sudando de forma mugrienta y prodigiosa en un pueblecito de la frontera mexicana mientras se investiga a sí mismo y, de paso, a un tal Vargas(seguro que el careto de éste os suena) . Y es que a Wells, sólo por sudar así, ya le tendrían que haber dado 10 o 15 Oscars de golpe.
Así que si Lauren Bacall tiene calor en "Cayo Largo" y necesita un maldito ventilador antes de la tormenta que se avecinará sobre la isla y los sentimientos más turbios, sólo le tiene que silbar muy bajito a Bogart para que le traiga el aparato y así poder calmarse esos súbitos acaloramientos tropicales que la dama del noir siente en ocasiones.
Cuentan los físicos más cinéfilos que en películas como "Detour" o "Atraco Perfecto" los ventiladores y los relojes son los que nos recuerdan aquello de que, tictac, el tiempo es relativo, interior y meramente orientativo, tictac.

"En Tasco hacía un calor insoportable; tanto como nunca había sentido. Y sin embargo, en Acapulco todavía hacía más". Por eso Jeff Bailey(Robert Mitchum) pone a funcionar las aspas a tope en "Retorno al Pasado", para que esparza a la artera Kathie Moffat(Jane Greer) de una cloaca a otra del país. ¿Lo conseguirá?¿ Cómo esquivar la belleza antes de que comience a pudrirse entre tus manos y te gangrene a ti el corazón...? Seguro que piensa Jeff.

"Fuego en el Cuerpo" es una de esas películas en las que el bochorno y la canícula traspasan la pantalla y hacen sudar, por dentro y por fuera, al entregado espectador. Un film que es todo agua, calor, ventiladores, cuerpos blandos y líquidos, traiciones habitadas de resonancias oceánicas: los porches de medianoche son de aguamuerte, la cálida brisa que sopla entre las largas piernas de la Turner está hecha de cubitos de hielo, William Hurt se nos derrite ante los ojos mientras besa a la esponjosa Matty, que con sus vaporosos vestidos -que apenas sugieren esos tesoros de hembra por los que merece la pena matar y morir -es capaz de cortocircuitar hasta al mismo hombre de hielo, etcétera.
También hay ventiladores y mucho calor y sofoco psicológico en películas como "La Gata sobre el Tejado de Zinc", "¿Quién teme a Virginia Woolf? o "¿Qué fue de Baby Jane?", aunque las aspas suelen funcionar desde dentro, y por ello resultan menos visibles, desparramando así para nosotros- en este caso sin crímenes de femme fatale, atracos o premeditados asesinatos noir- todas las miserias, amarguras y tristezas que los personajes llevan a cuestas.

El Cine de ventiladores está levantado sobre el andamiaje de los ambientes húmedos, de las fragancias opresivas y de los nervios agarrotados; del "hace demasiado calor aquí dentro, muñeco, en esta habitación... puedes quitarte la chaqueta y desanudarte la corbata mientras te cuento algo de mi marido que seguro que te gustará escuchar...". Los puños se crispan, las corbatas se sueltan, tu querida mujercita te hace en secreto una póliza de seguro de vida multimillonario que caduca dentro de dos meses, un nudo en un zapato parece una soga, la codicia te chorrea por los bolsillos abajo hasta inundarte los calcetines, la dulce abuela que ganchilla el jersey para el nieto oculta tres cadáveres dentro del cuarto de las escobas... en fin, que el aire quema, que la sal amenaza con penetrar en las heridas invisibles, que de lo que hablamos es de esa tensión centrifugada, de la crueldad aplazada, de esa métrica del deseo y la muerte que es como una vena que se hincha y se hincha hacia adentro, amenazando con implosionarlo todo en un segundo(canalizando la rigidez previa acumulada en una nube de pólvora o en un limpio corte en la carótida) durante un cinematográfico Big Crunch de contenidos travellings, sudorosos primeros planos y nervudos contrapicados... y es que es precisamente aquí, llegado este momento, este preciso y mágico instante, en el que todo el mundo sabe, tanto personajes como espectadores o acomodadores subtitulados, que un ventilador de aspas doradas, o en blanco y negro, a mano no solamente sirve para refrescar el rostro y el alma putrefacta de las personas y el mundo, sino que todos estos urgentes aparatos están hechos del mismo material con el que se hacen todos los sueños que han sido, son y serán.
Así que, amigo cinéfilo, ponga usted a funcionar ahora mismo ese su ventilador personal, que ya es hora de comenzar a esparcir y salpicar con la danza de las viejas e insalubres aspas de la condición humana toda esa felicidad provechosa y contagiosa que despide el runrún de las sombras chinescas sobre la pantalla en blanco.
Al fin y al cabo, ¿qué es el Cine sino un espejo que nos devuelve nuestra propia silueta, gestos, ocultas intenciones y miradas?

Saludos de Jim e id preparando vuestras lentes para el próximo especial del Bazar: "Modernas Tribus Urbanas".
Seguro que os reconocéis en alguna.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

KENNETH PINYAN, EL HOMBRE QUE AMABA A LOS CABALLOS



La nave del misterio del Bazar de Jim se adentra hoy entre las anfractuosidades y recovecos más oscuros del ser humano para abordar un tema controvertido y escabroso, aunque inseparable de su naturaleza: la zoofilia.
La Zoofilia tiene que ver con la atracción sexual que siente un ser humano hacia seres vivos de otras especies animales.
La verdad es que esta tensión sexual- hoy en día todavía se considera una parafilia o desviación el yacer y solazarse con bichos- entre seres humanos y animales no es nada nuevo y podemos encontrar rastros de esta inclinación del ser humano a copular con bestias casi desde la noche de los tiempos: la emperatriz Teodora de Bizancio- y algún Emperador Romano-cuentan las crónicas que incluía animales en sus orgías; existen también ejemplos literarios de bestialismo en algunos de los relatos de "Las Mil y una Noches" y en otros cientos de obras escritas; la historia de amor de la bella Pasífae y el toro en la Mitología(ésta queda preñada y da a luz al famoso Minotauro, mitad hombre mitad toro); todas las pinturas y grabados de hombres y bestias copulando que ha parido la imaginación humana("Leda y el Cisne", de Miguel Ángel)... hasta llegar a nuestros días, en los que la industria del porno- Cicciolina manteniendo relaciones con caballos, por ejemplo- abastece de imágenes de sexo entre hombres y animales a la ingente demanda que el consumidor tiene de este tipo de actos "contra-natura".



Ya sea como simple fantasía sexual(en el libro "My Secret Garden", de Nancy Friday, un 10% de 180 mujeres entrevistadas confesaron que les estimulaba imaginarse situaciones sexuales con un animal por el medio), como selecta y elaborada delicatessen erótica para paladares exquisitos o como fugaz desahogo de los rústicos más asilvestrados- y menos escrupulosos- en determinados ámbitos rurales... esta inclinación para con nuestros parientes no racionales forma parte consustancial de la condición humana, y como tal se ha reflejado en la literatura, la pintura, la poesía, la mitología o el Cine, con películas como "Equus", "Los perros dormidos mienten" o "Zoo", que es el film en el que está basado la historia que ahora nos ocupa.

Se denominaba "Zoo" al grupo de amigos aficionados a retozar con animales. Éstos se reunían en granjas de Seattle los fines de semana- se habían conocido por Internet- para pasear desnudos por los bosques y aparearse con caballos y demás animales domésticos mientras grababan en vídeo sus truculentas experiencias.
Personas de todo tipo, oficio y pelaje formaban parte de "Zoo". Personas como Kenneth Pinyan, ingeniero aeronáutico casado y con hijos que trabajaba para la Boeing, y al que le gustaba ser penetrado por caballos mientras era inmortalizado en vídeo por algún amigo.
Así que en julio del 2005, en uno de estos lúdicos y bucólicos fines de semana en la campiña de Seattle, un caballo semental árabe le perfora el colon a Kenneth mientras disfruta de su pasión favorita. Éste se niega, en principio, a ir a un hospital.
Finalmente accede, pero ya es demasiado tarde.
Diagnóstico: muerte por peritonitis debido a una perforación mortal de colon.
El vídeo de Kenneth sodomizado por el semental circula todavía por la red.
El director Robinson Devor, en 2007, rueda un falso documental titulado "Zoo" sobre una comunidad secreta de zoofílicos de Seattle y la muerte de uno de ellos, Mr. Hands, tras las heridas internas causada por la penetración de un caballo.

Existen tres razones fundamentales por las que ésta macabra historia merece su espacio aquí, en el Bazar de Jim:

1) Recomendar la película de Devor. Extraña, hipnótica y fascinante. Para mentes inquietas.
2) Recordar que la sexualidad humana es algo abisal e impredecible. La mente humana puede estimularse de formas y maneras que todavía desconocemos, algunas de ellas perversamente placenteras. ¿ Quién no guarda algún secreto que no contará jamás a nadie sobre lo que ha hecho o ha imaginado hacer?.
3) Como menciona Devor, el director de "Zoo": " Yo considero que ninguno de los seres humanos es ajeno a mí, y el sexo hombre-animales sucede de verdad. Entonces, también es parte de lo que somos... y hay que contarlo".


Saludos de Jim, desde la nave del misterio del cerebro humano.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

GASTRONOMÍA


El hombre se tragó, sin querer, un diccionario mientras estaba leyendo "Por el Camino de Swann" en la cama.
La primera noche no le sentó nada bien; la pasó vomitando palabras como levógiro, masora, asbesto, cogitativo, sitibundo, virotillo...
Por la mañana, parcialmente repuesto, en vez de dirigirse a su trabajo en el taller de automóviles, se encaminó a una tertulia matutina que tenía lugar en un café moderno que solían frecuentar las plumas más ácidas y mordaces de los suplementos dominicales.
Tardó tres semanas en escribir su primera novela: "La Cosmogonía del cosaco o la elipsis poliúrica de un pentadecágono". El original argumento se centraba en un árbitro de fútbol ruso-español de 35 años, Pedro María Popov, que huye a Lerma(Burgos) después de dejarse sobornar en un partido de Regional Preferente y allí, en mitad de una terrible crisis existencial, desencadenada por lo deleznable de sus actos, se enamora de una monja bizca llamada Clarisa, una virgen de 78 años, que cocina sabrosas tartaletas de crema, nata y bizcocho.
La novela recibió grandes críticas en revistas especializadas como Motor de Hoy y Peso Perfecto, y a punto estuvo de entrar entre las 40 obras finalistas en un certamen literario que se celebraba todos los años entre los niños- de 7 a 13 años- de un colegio de Alcantarilla(Murcia).

Se convirtió de la noche a la mañana en el escritor de moda. Un genio estrafalario del siglo XXI. Un decadente Proust 2.0. Comenzó a beber ginebra por pajita, se puso un parche en el ojo bueno y se dejó crecer medio lado de la barba, afeitándose solamente la mejilla derecha. También hay que decir que declinó la petición de realizar una entrevista a doble página en La Gaceta de Fuencarral, pues quería continuar disfrutando de la pátina de escritor de culto, para minorías de epicúreo paladar.
Pero, al fin, la vanidad pudo más y acabó saliendo en el Diario de Patricia para hablar de su obra e impresiones como escritor talentoso con algo que decir:
- La cultura moderna está muerta; es como esos moluscos polivalvos que acaban en el papo cigüeñal... un sofisma inalienable. Pero el poeta, desde el emuntorio, tiene la misión de regurgitar los ripios de la Historia...
El público del plató asentía y aplaudía- un poco desorientado y guasón, eso también es cierto- ante aquellas solemnes y enigmáticas palabras que no se referían, como estaban acostumbrados, a transexuales de Cuenca que se quieren operar los genitales o a madres que han tenido relaciones sexuales con sus hijos y acuden a la televisión a contarlo con pelos y señales.

Escribió más novelas. La penúltima de ellas- "El hurón, la gamba roja y el Oráculo de Delfos bailan Twist, Twist... Oliver Twist"; 760 páginas sobre la soledad y el lacerante desencanto que sienten las personas a las que no les gusta disfrazarse en Carnaval- le permitió la entrada en la prestigiosa Real Academia de la Lengua, justito al lado de Javier Marías.
Le dieron el sillón con la letra X. Su críptico discurso de ingreso en la Academia es uno de esos grandes misterios( otro sería ¿qué fue de Alfredo Amestoy?) del siglo XXI sobre los que se han escrito multitud de ensayos e interpretaciones distintas. Un extraño juego cabalístico de los que se han publicado varias tablas de transcripción diferentes:

- (el discurso de entrada comienza así) Buenos tardes, caballeros, buenas noches, damas... me gustaría iniciar este introito haciendo una valoración breve de mi obra, pues vectorialmente mi prosa se puede considerar mesocrática y mi estilo casi mesozoico. Sin ánimo de ofender ni de ser lisonjero, creo que como cualquier otro ángulo diedro corriente y moliente toda la armonía interna se sustenta en la dipodia clásica... considero también que he sabido lixiviar convenientemente la nipis de la nipa, algo encomiable en estos tiempos extraños que corren para la alta literatura y es que además mi temperamento aventurero me incita a adentrarme en esos páramos os...

Una mañana se levantó y al prepararse el desayuno se dio cuenta de que apenas recordaba cómo se llamaba aquel sedimento blanco que echaba al café para que no le resultase amargo. Había regurgitado, de repente, el diccionario la noche anterior y ahora estaba comenzando a sentir una especie de amnesia lexicográfica, ordenada alfabéticamente. Se le escapan ya numerosas palabras que comenzaban por la A, después por la B, la C, etcétera.
A la semana y media, antes de que fuese demasiado tarde, escribió la que sería la última obra de su carrera: "Zuzón", una obra cubista-incomprensible, según la crítica más exigente y rigurosa del momento, en la que el ultravanguardista autor solamente utilizaba palabras que comenzasen por Z como medio para narrar en primera persona el suicidio de un soplador de vidrio en un Hamman de Estambul mientras repasaba su vida entre cristales y sexo con objetos punzantes e inanimados.
Otra ininteligible obra maestra para paladares epicúreos, repetimos.

Regresó al taller a reparar motores diésel y no volvió a leer en la cama nada que necesitase de un diccionario para ser comprendido.
Y fue tan feliz entre sus radiadores, bujías y novelas de intriga de Dan Brown que ya nunca más se le ocurrió abrir otro "El diablo sobre las colinas "o "París era una fiesta", no fuera a ser que ahora se le diese por acabar imitando a Pavese o a Hemingway, que ya sabemos todos lo mal que acabaron estos dos por culpa de la literatura.

Saludos de Jim, genios.