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sábado, 28 de junio de 2014

LA GRAN BELLEZA




Ir al Cine es todo un ritual; uno de los más hermosos rituales que existen para el que esto escribe.
Para mí ir al Cine representa una solemne ceremonia que consiste en entrar cualquier noche o mediatarde en una especie de habitáculo íntimo y acogedor, oscuro, para comenzar un fascinante viaje más allá de uno mismo, de esa nuestra aparatosa mismidad, y habitar así otras vidas, otros espacios y tiempos, otros sentimientos, otras perspectivas y puntos de vista durante dos horas o menos o más de contemplación introspectiva, de risas, lágrimas, reflexiones o puro y sano disfrute estético.

En el Cine se vive a través de otros ojos, se  incorporan otras realidades, se deshace por un momento uno de su propia y acostumbrada, valga la redundancia, costumbre a ejercer de uno mismo, a la permanente reiteración de su insistente (ob-sub)jetividad.

El Cine, desde que tengo uso de razón(la semana pasada o la que viene, más o menos) siempre me ha supuesto un encuentro feliz, un enriquecedor plus de vida a mi vida, por eso sostengo que ese adictivo alimento de ficción- que en ocasiones es más vívido y real que la propia vida- no lo cambiaría por nada en este mundo( "No cambiaría la pasión que ahora siento ni por todas las riquezas de la tierra").


"La gran belleza"(Paolo Sorrentino, 2013) no solamente es goce estético, que también y mucho, ni una sucesión de imágenes hipnóticas y nada convencionales bajo los parámetros de una altísima calidad técnico-formal... para mí "La gran belleza" ha sido toda una revelación, una herida luminosa, un novedoso logro y techo del mejor cine que se ha parido en los últimos veinte o treinta años.
Después de ver esta película uno no puede dejar de amar los paseos al amanecer sobre el milenario empedrado de Roma, no puede dejar de entender la vejez que nos aguarda, el Arte como forma de salvación o de comprender a toda esa fauna romana nocturna a la deriva que transita sobre el apenas perceptible alambre de la existencia, sobre la casi nada que somos los seres humanos.

Pero el gran mérito de "La gran belleza" es precisamente el de reducir a dimensiones manejables toda esta complejidad que se nos narra a través de los paseos romanos del increíble(personaje icónico cinematográfico a la altura de los más grandes y recordados) Jep Gambardella: esa trascendencia en forma de Arte, el lujo de la irracionalidad, el paso del tiempo, el amor y el deseo, el desencanto lúcido e irreverente... y todo lo que Ortega y Gasset denominaba "las gracias de la mortalidad".

Es ese Cine que vuela a gran altura, infrecuente, extraño, ese que rellena los espacios vacíos de la inteligencia y del espíritu y nos vuelve a reconciliar con esa forma de Arte y expresión que inventaron unos soñadores locos hace ya más de cien años.

Claro que existe la magia!!!
Se llama Cine.

Saludos de Jim.