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sábado, 30 de mayo de 2009

NO TODO VA A SER FOLLAR

Desde que Duchamp introdujo el urinario en los museos (en esos momentos, la propuesta de re-pensar el objeto resultaba tremendamente sugestiva e iconoclasta) y elevó a nuestro amigo Roca a la difusa y vasta categoría de ARTE, muchos artister@s nos han vendido su ocurrencias, con mayor y menor fortuna. Leía ayer en La Opinión que el I Festival Eros de A Coruña contará con la asistencia de una acróbata vaginal llamada Baby Pin Up.
Baby Pin Up declara sin rubor:" Mi trabajo y el de la industria del sexo en general es artístico y no tiene nada de vulgaridad. Son espectáculos eróticos y artísticos... consiste en sacarme por abajo 150 metros de banderas y 90 metros de collares de perlas "

O sea, que ríase usted del Impresionismo, de Circo Del Sol, de Shostakovich, de los Clásicos Literarios Rusos... pues se puede ser artista hoy en día - en la Hipermodernidad, cajón de sastre hedonista para muchos que no sirven ni para pintores de brocha gorda- sacándose metros de tela de una vagina sin fondo (si lo que saliese fuese un piano de cola o un koala con sombrero bailando claqué todavía lo entendería), como si fuese un pozo petrolífero Tejano o esa entrada que Verne situaba en Islandia para descender al centro de la tierra.

Y es que, como dice la canción, por estos lares hay demasiados artistas y deportistas.

La próxima semana comienza el festival Eros Galicia aquí en A Coruña y yo tengo que reconocer que el Porno me aburre soberanamente. Un amigo mío dice siempre que el follar está sobrevalorado. Pocas películas porno han visto estos ojos que incorporen con acierto los recursos que el erotismo humano tiene a su servicio. No hay en la mayoría de las pelis porno situaciones morbosas, insinuación obscena, dosis de lujuria y seducción administradas con talento e inteligencia erótica. Se nota que la mayor parte de la gente del porno son macarrazos y neumáticas recalentadas que apenas leen, pues muy poco en limpio han sacado del maravilloso y voluptuoso género erótico literario. Sólo con revisar un poco los clásicos hubiesen hecho numerosos avances y hallazgos. Demasiadas películas se olvidan de personajes y situaciones y se dedican únicamente a la gimnasia pélvica y a explorar cavidades rutinariamente, carentes de cualquier sensualidad, ritmo y refinamiento carnal.

Simples y fríos documentales para urólog@s y ginecólog@s suelen ser estas aburridas olimpiadas de lo venéreo.
En los años 70, cuando "Garganta Profunda" inaugura el género, todavía había cierta preocupación por los guiones y por recrear todo tipo de situaciones morbosas, lujuriosas y obscenas. El contexto era esencial. La búsqueda de la estimulación del cerebro del espectador, su órgano más erógeno. Cierto sentido de lo amateur y casero muy picante. Lo malo es su estética, que a estas alturas nos parece desfasada, que rechina: pubis poblados como la Amazonía, hippies gordos y velludos con bigote que parecen sacados directamente de Woodstock, damas con michelines y con los pechos caídos y aspecto de junkies, etcétera.

Pero es en los penosos 80-90 cuando aparecen los esteroides, la depilación brasileña, la cirugía para reducir y"aniñar" los labios genitales exteriores, las hiper- recauchutadas de labios como parachoques y pechos como los globos sonda que lanzan a las 22:00 horas desde el observatorio del Agra del Orzán. Se agota lentamente la imaginación. 120 minutos de transpirado metraje sin la más mínima inspiración y transición morbosa entre el previo y el acto en sí mismo. Llega la desmesura: miembros descomunales, pechos como balones de playa de Nivea; bukkakes, Gang-bangs de 300 vs una, dilatados y primerísimos primeros planos en los que se pueden ver incluso las operaciones de amígdalas de la susodicha. Los guiones se reducen a secuencias de orgías en un chalet y al lado de una piscina( lo de las piscinas es un género ya en sí mismo), en la que una manceba operada hasta los párpados y con unas uñas postizas tipo Morticia toma el sol en pelota picada mientras un gañán musculoso quita las hojas de la piscina... y claro, medio minuto después, sin transición de ningún tipo, lo que deshoja el gañán hipertrofiado es a la manceba, olvidándose de su trabajo en la piscina. Y con razón. O fontaneros con una sola herramienta, ya en la mano, que entran en una casa para reparar una inexistente avería y son recibidos a las cinco de la tarde por una madura en Intima Cherry... y antes de que uno se de cuenta ya están desnudos ambos e intercambiando con pericia profesional virus, parásitos y fluidos corporales de todo tipo.

Pero por fin que siempre nos quedarán algunas producciones Francesas e Italianas muy cuidadas y para sibaritas, con sus Doncellas con cofia en traje oscuro muy corto para deleite de sus señores, con sus intercambios morbosos, con sus damiselas viendo copular a través de una puerta entreabierta a sus tíos, con esos chóferes siempre dispuestos para saciar a sus señoras de traje de noche y collar de perlas, con sus partisanas libidinosas y sus guardianes nazis, etcétera... ¡¡ Oh la la France!!!

En España, siempre diferente, tenemos nuestras historias cutres de butaneros, pintores de brocha muy gorda y ama de casa sola, con nuestros Polis Díaz y Cármenes de Mairena en esas bizarras series z, todo más antierótico que el vídeo de Pedro J. recibiendo insultos enfundado en su corsé rojo. Cosos con títulos tan valleinclanescos y garbanceros como: " Fue a por trabajo y le comieron lo de abajo", " Vamos a la carga, con la cosa que se alarga" o " Ensalada de Pepino en el internado femenino".

Carandell y la España bizarra.

También me gustaría desmontar de paso ciertos mitos asentados en nuestros cerebros gracias al porno:

1- No todas las mujeres, lástima, son bisexuales y están dispuestas a formar tríos con la primera jamona que pase. No confundamos los deseos masculinos con la realidad femenina.

2- No todos los hombres tienen esos armatostes de equino. Si eres hombre, no te obsesiones con los tamaños y disfruta de la película. No sufras por poseer algo que con el tiempo sufrirá, indefectiblemente, mucho antes los efectos de la gravedad.

3- Si llamas a tu vecina madurita al timbre a las cinco de la tarde, ten en cuenta que probablemente no te reciba en lencería de encaje junto con una amiga suya que pasaba por allí, dispuestas ambas a hacerte pasar una tarde un poco más agradable de lo normal. Suele pasar más bien poco.

4- Y recordad que las orgías en el porno pueden resultar muy atractivas y estimulantes con esos cuerpos morenos, atléticos, perfeccionados con bisturí, depilados y totalmente maquillados... pero imaginaros ahora una de esas con un grupo de ingleses cuarentones con pelos en la espalda, pubis como el Mato Grosso, carnes que ceden, pechos caídos, olores indescriptibles, alguna ventosidad del esfuerzo coital, caras rojas y desencajadas, pliegues de todo tipo y michelines jamoneros... ya no mola tanto, ¿ verdad? La coreografía de "Siete Novias Para Siete Hermanos" es cojonuda cuando la llevan a cabo bailarines profesionales después de muchísimos ensayos... pero hecha por nosotr@s nos queda una cosa como más de Muchachada Nui o similares.

5- A las mujeres les gusta el Porno de vez en cuando en la intimidad, aunque todas digan lo contrario en público. Hay encuestas y datos empíricos sobre esto.

6- En las películas porno sólo se fornica compulsivamente. Apenas se cocina, o lee, o se limpia la casa... están todo el día a ello, pero la vida no es así , o como canta Javier Krahe:

" También habrá que saltar a la pata coja,

y habrá que coleccionar sellos de Nigeria,

no todo va a ser follar,no todo va a ser follar,

y habrá también que apretar una tuerca floja

y habrá que ir a trabajar,no todo va a ser follar,

por una miseria.


Y habrá también que llevar a arreglar el coche

y habrá que quitarle el polvo a la biblioteca,

no todo va a ser follar,no todo va a ser follar,

y habrá que cerrar el bar al morir la nochey habrá también que pagar,

no todo va a ser follar,

lo de la hipoteca."

Y si el porno sin más creatividad que la rutinaria gymkana venérea también te aburre, te recomiendo una nueva visión libidinosa de algunos clásicos eróticos que se están reeditando a 1 solo euro: http://www.elpais.com/corporativos/elpais/coleccionables/2009/cineerotico/

Saludos de Jim desde el país del vicio y el desenfreno. Ja.

sábado, 23 de mayo de 2009

REIVINDICANDO LA CARTA DE AJUSTE

Lo de la lotería genética es una putada. Es cómo lo de la peli Los Gemelos Golpean Dos Veces: Dios o la naturaleza provee a un@s de tanto y a otr@s de tan poco.
Esta reflexión maniquea e intrascendente viene a colación por algo que me ha sucedido este mediodía: se me cayó una cucharilla de café dentro de un frasco de esos de cuello alto de Tomate Frito Solís y tardé unos 25 minutos en sacarla de allí, pues quería quitar la cuchara sin que se saliese el tomate.
Y es que unos inventan circuitos integrados, colisionadores de hadrones, diseñan el sistema eléctrico de los Boeing 787, hablan 7 idiomas, montan una empresa y se hacen ricos antes de los 30... y otros- yo, sin ir más lejos- tardamos 25 minutos en lograr sacar una simple cucharilla de un tarro de tomate frito.
Increíble.
La evolución tiene dos velocidades y a algun@s nos ha tocado la de la tortuga coja. Lo de sapiens es una etiqueta que a algunos nos viene grande.

Dicho esto, quiero aprovechar este espacio para reivindicar La Carta de Ajuste en las sobremesas televisivas actuales. Dicen en TVE que:
" .. la Carta de ajuste que servía de guía para sintonizar tonos, brillos y la propia señal, precedía el comienzo de cada una de las emisiones. Con el paso del tiempo aquella pantalla se popularizó, aunque muy pocos sabían realmente su utilidad. Normalmente, aparecía en cada emisión diaria una hora antes de comenzar las transmisiones. Iba acompañada de una música, generalmente clásica, con la que se podía adecuar el volumen de los receptores. Hoy en día, al ser las emisiones continuas la Carta de ajuste ha desaparecido para los ojos de espectador y tan solo la utilizan los profesionales técnicos".

A esas sugestivas formas geométricas rellenas de colorines que nos cautivaban de niños( y adultos) los profesionales les llaman almenado, retículas, multi burst, etcétera, y sus usos son exclusivamente para ajustes técnicos.
Pero la Carta de Ajuste era mucho más que esto: un espacio para el relax y la reflexión mientras disfrutábamos de un nocturno de Chopin; un interludio en la vorágine- televisiva y mundana- para dejarnos atrapar por el seductor encanto de los cambios de dígitos en el segundero de la esquina inferior derecha... una especie de precalentamiento kármico-numérico antes de entrar en el trance y el éxtasis contemplativo que aquel cóctel de música barroca, colores, cuadrados y círculos nos podía deparar durante horas y horas.
La Carta de Ajuste tenía una rara cualidad hipnótica, que nos imantaba a much@s( esas tv encendidas en el salón con la Carta de Ajuste mientras los miembros de la familia al completo dormitaban o miraban fijamente a la pantalla) frente al televisor y nos invitaba incluso a fusionarnos con esa extraña entidad hertziana, tal y como le sucedió a la niña de Poltergeist.

Pero en ocasiones tengo la impresión de que todo aquello de la Carta de Ajuste fue solamente un buen sueño, una ilusión de mi mente febril e hiperactiva llena de cuadraditos en colores y rayas danzantes... ¿ alguien se puede imaginar ahora mismo un canal de televisión echando el candado durante 2 o 3 horas cada sobremesa... dejando de ingresar miles de euros en anuncios de toallitas para la higiene más íntima o de cremas para las estrías? ¿ Tele 5 dándole un descanso a la difamación o al cotilleo y critiqueo más estúpido y banal del último OT y del coito alegre del famosete de turno?

Sí, damas y caballeros, hubo un tiempo en el que la tv cesaba por unas horas de emitir, nos dejaba un espacio para la reflexión, para pensar en las espléndidas curvas de nuestra vecina madurita o para echarnos una siesta con babilla( la mejor siesta de todas) con fondo musical de Haendel. De 15:00 a 17:30 horas, más o menos, para descansar de todo, con el mundo de la sobremesa fijo y en stand by.
¡ Qué maravilla ese oasis sereno en mitad de la saturación de los escaparates y las malas noticias!
Algo así sería impensable hoy en día, con las cadenas televisivas compitiendo en una carrera demencial por llegar las primeras a la meta de la abyección, la ruindad y la degradación más vil.
Con esas tv privadas que iban a salvar el universo cuando llegaron a la ansiada parrilla, y que ahora ni siquiera tienen una programación infantil por la tarde( sustituida por ese El Diario de Patricia con sus abuelas con consoladores y travestis contando con pelos y señales sus orgías), con el cine clásico desterrado, sin programas musicales o culturales, documentales... esas cadenas televisivas que pusieron de moda los anuncios de compresas en mitad de la noticia sobre un atentado del telediario...
Un erial educativo, cultural y desin-formativo en toda regla.

Reivindiquemos, pues, esa maravillosa y plácida Carta de Ajuste como paisaje calmo para poder apearse un poco cada día de la noria vertiginosa e insustancial de la estupidez humana y del culto desmesurado al consumo, la apariencia y el derroche.

Y como me apuréis, lo de emprender de paso una campaña para pedir el retorno del himno de España cada noche como cierre de programación- enviando así al carajo a los Tarots y Concursitos engañapobregente- me lo empezaré a plantear seriamente.
Ya me estoy poniendo yo tibio con estas cosas, sólo de pensar en cómo nos la han metido doblada estos hijos de su madre sin más horizonte ético y moral que el que se otea desde su faltriquera.

La televisión es nutritiva. Saludos de Jim a tod@s.

sábado, 16 de mayo de 2009

UNA CANCIÓN Y UN POEMA PARA UN SÁBADO LLUVIOSO

Pues algo tan simple como compartir una canción de Luis Pastor que lleva acompañándome mucho tiempo y una poesía que escribí una tarde de primavera, cuando vivía solo en una gran casa, rodeado de libros, viejos discos, plantas moribundas y cómics por todos los lados.
Siempre he pensado que entre la alegría y cierta tristeza sosegada y profunda no hay tanta diferencia.
Se puede vivir conscientemente en ambos estados a la vez y aprender mucho de ellos. Dejarnos invadir por su levedad y peso, gravitar sobre nuestras luces y sombras y enriquecernos en el trayecto, en ese agridulce viaje de la vida, mientras tanto.

Hoy es sábado, mi día favorito de la semana desde niño. Los sábados huelen distinto, mejor, a limpio. Como a un diluvio de hierbabuena. El cielo está nublado. Llueve. Abro la ventana y canto y toco (a mi pobre manera) un par de canciones con la guitarra. Veo varios cactus en un balcón. Los paseos de los paraguas me inundan de una sensación, muy grata, de placidez y leve melancolía. Hoy podría ser un día perfecto para caminar bajo la lluvia, para perderme en la ciudad sin un rumbo definido. Para visitar los muelles y ver los barcos oxidados zarandeados por el océano e imaginarme en lejanas travesías; un día para atravesar el Parque y palpar los troncos húmedos y acariciar las hojas agradecidas; para tomarme un café en cualquier bar y entrar después en alguna tienda de libros y objetos de viejo (El Baúl de Los Recuerdos sería perfecto) a rodearme de aquéllo- libros, tebeos, objetos antiguos, discos, carteles de viejas películas...-que me hace más feliz. Para ocultarme entre las cosas en las que mejor me reflejo y reconozco.
Y es que los sábados duran lo doble. Hasta me daría tiempo a tomar una cerveza con un par de amigos mientras llueve fuera y a llegar a casa y volver a ver "El Crepúsculo de los Dioses" o " Eva al Desnudo" en esos blancos, grises y negros inmaculados con que se acicalaban los sueños en el viejo Hollywood.
O mejor un musical en chillón technicolor con Gene Kelly saltando entre los charcos.

Lo que quiero decir es que se puede ser feliz sin estridencias ni aspavientos, bajo la lluvia tenue de un sábado, irrigado por la melancolía o no, tomando una guinness con dos amigos, paseando sin rumbo, visitando los lugares que nos quieren y se alegran de vernos, leyendo a Pedro Juan y su Habana vieja o metiéndonos en el cine a disfrutar de las alturas de Man On Wire.
Cada un@ tiene su receta. Pequeñas cosas, grandes placeres. Agua y luz, café y libro, película y pijama, risas y amigos, paraguas y camino...
Un sábado es un día para esto y más. Cabe todo. No es un día para desperdiciar.
Nos merecemos más sábados lluviosos de primavera y menos lunes de rutinario trasiego productivo.
Y más espacios para nosotros mismos, para darnos cuenta de que la alegría más profunda y duradera no tiene demasiado que ver con todo este artificio compulsivo de exhibicionismo en el que nos quieren hacer vivir ni con esa estridencia gratuita y aparente con que demasiad@s tratan de ocultar su soledad, indigencia emocional y desamparo existencial.




ALEGRÍA

Cuando hay alegría los perros son más dulces,
las chaquetas sientan bien,
las aceras son siempre nuevas.

Cuando hay alegría los niños no molestan,
se saborea de otra manera un cigarrillo
y uno se lava las mejillas con jabón de glicerina
y duerme toda la noche limpio.

La alegría te mete saltamontes verdes en el pecho,
te sube al ring y te arrincona contra el sol;
te hace dar vueltas alrededor de los parques
y de las mujeres
y reírte solo en el cine.

Con la alegría te cepillas los dientes unas veinte veces al día,
te tomas sonriendo el café triste del bar de la esquina,
visitas a la familia y ni siquiera les pides dinero.

La alegría te hace tan feliz que besas a las monjas y a las ranas,
que llegas a las citas puntual,
que saludas a los idiotas
y ya ni lees porque crees que lo sabes, de repente, todo.

Cuando hay alegría se evitan los periódicos y los restaurantes de comida rápida,
se olvidan las estadísticas sobre asesinatos y divorcios;
se excusa uno del tedio de los museos, de los poetas venecianos
y de las consultas de los astrólogos.

La alegría es un big bang de verdes, estrellas y luz
que nos fertiliza por dentro
y orienta dentro del laberinto que fuimos, somos y seremos.
Hasta que todo haga nuevamente catacrack!!, claro.

Saludos de Jim.

jueves, 14 de mayo de 2009

PEDRO JUAN GUTIÉRREZ, EL REY DE LA HABANA



Hoy me levanto leyendo en un diario una de esas noticias por las que merece la pena salir de la cama antes de las once: una adolescente china se levanta en mitad de la noche para ir al baño, confunde una ventana del piso con la puerta del aseo y se cae desde el sexto piso, con tal suerte que como iba agarrada a su osito de peluche ( supongo que tamaño XXXL), éste le salva la vida al amortiguar el golpe.
Ni escrito por Leslie Nielsen, oye.
Estas cosas tienen que ser ciertas a narices. Nadie se puede inventar algo así, que diría Guillermo.

Dicho esto, pasemos al percal: hace unas lunas el amigo Balsa ( que cada vez que lo veo está más fibroso y perfilado, gracias a la bicicleta "estética" con la que pedalea en Novo Mesoiro) me comentaba en un bar de Orillamar que le gustaba el blog y que tomaba nota de mis recomendaciones literarias, pero que echaba de menos reseñas sobre algún autor contemporáneo que no estuviese criando malvas desde la promulgación de la I República Española.
Y quizá tiene razón, porque la verdad es que en esto de la literatura uno, yo, tiende a centrarse más en la cualidad perdurable y consistente de la obra que en si el autor está todavía vivo, retirado en Isla Tortuga o enterrado en un sótano desde, más o menos, la promulgación de los Reales Decretos de Nueva Planta.
Mea culpa esta falta de simultaneidad con la actualidad, pero ni me fijo en estas cosas. Y es que soy de los que a veces lee periódicos de hace una semana.

Pedro Juan Gutiérrez nació en Matanzas en el año 1950. Trabajó de heladero, militar, obrero de la construcción, periodista... hasta llegar a la literatura y la pintura.
Considerado por cierta crítica como el Bukowski del Caribe, la prosa de Pedro Juan tiene esa urgencia de las cosas vividas; del que ha visto, se ha apasionado y también ha sufrido demasiado. Es directa e impactante como un gancho a la mandíbula. Nos describe en sus cuentos y novelas una Habana sórdida, crepuscular y ruinosa- como una bestia moribunda dando sus últimos coletazos-, colmada de pícaros en permanente dedicación al sablazo al "yuma"( turista), jineteras locas, mestizas ninfomaníacas, negros lujuriosos, lumpen y demás fauna del malecón.

Historias de supervivientes sin más horizonte vital que poder llegar a ver el siguiente amanecer; personajes a la deriva en mitad de la tempestad de una Habana implacable y despiadada empeñada, como Saturno, en devorar a sus hijos.
Todo ello consumado con un pulso narrativo exuberante, cuajado de palabras precisas y empapadas en sudor y desesperanza sobre la condición humana.
Un talento el de Pedro Juan tan excesivo como sus creaciones.

Hay una honestidad brutal en la prosa de Pedro Juan. Escritura casi automática: deslumbrante, ágil, vital y conmovedora. Lo que la crítica suele etiquetar como "realismo sucio" suele poseer una intensidad poética extraordinaria, una capacidad para arañar la realidad y emocionar que pocos géneros poseen. Dentro de los cubos de basura también hay cosas que relucen, pequeños tesoros que esperan ser encontrados.
Y Pedro es de los que saben dónde buscar.
Lo dicho, Balsa (y demás amig@s), apunta: "TRILOGÍA SUCIA DE LA HABANA", "EL INSACIABLE HOMBRE ARAÑA", "NUESTRO G.G. EN LA HABANA"...
Pedro Juan Gutiérrez, una de las voces en español más ricas, irreverentes y palpitantes del actual panorama narrativo para el que esto escribe.
Tiene esa cualidad magnética, gravitacional, de intensa atracción que poseen solamente los grandes narradores. Es abrir un libro y no poder despegarse de él hasta devorar la última línea.
Es de esa literatura que no se lee... se devora.
Y después tampoco se la lleva el olvido. Literatura que perdura y se queda a vivir dentro de un@.

Balsa, nos vemos en la próxima cena. Y pedalea mucho, que esa abdominal se está resistiendo, aunque poco a poco te va quedando cuerpo de portada de la revista Fitness.

Saludos a tod@s de Jim.

martes, 12 de mayo de 2009

EL DÍA QUE CERRARON LOS MULTICINES CHAPLIN


El 25 de agosto de 2005 mi hermano me envió un mensaje (todavía lo conservo) diciendo que los Multicines Chaplin( Ronda de Outeiro, A Coruña) proyectaban su última función.
Para mí fue un golpe en la espinilla del alma en toda regla. Algo por dentro me hizo catacrack. Durante unos días me sumí en una especie de melancolía acuosa, en una letanía líquida y profunda que me supuraba, de una forma nueva y extraña, por dentro. No podía parar de pensar en el cierre de mi, nuestro, cine de barrio. Me dolía.
El fin de una época.

¿ Cómo decir adiós, de repente, a aquella parte trascendente de mi educación sentimental y vital? ¿ Cómo se despide uno para siempre de los lugares donde ha sido feliz... tan inmensamente feliz?
¿ Cómo...?
Decir adiós a tantas vidas y sueños allí vividos, a tantas horas de atenta retina, a las colas de los miércoles( el "día del buitre" o del espectador), al cambio de cartelera los viernes, a las palomitas frías y al Uhhhh!!! cuando se les trababa la cinta y se paraba la película...
En los Chaplin vi por primera vez a los autos locos de Mad Max levantar el polvo por los desiertos australianos.
Y de allí salíamos dando patadas giratorias tras ver a Bruce y Chuck batiéndose el cobre en la arena del Coliseo Romano en El Furor del Dragón.
Y en esos sábados de invierno después de jugar al fútbol en el Calasanz y tomar la zorza en la bodega nos íbamos a ver por 150 pesetas En Busca del Fuego o El Corazón del Ángel, que nadie entendía muy bien pero que a todos nos había gustado.
Los sábados perfectos de la adolescencia, para mí mucho mejores que los que vendrían después. Los viejos buenos tiempos.
En esas salas me chapé alguna de Russ Meyer con Bilbao, lo que entonces era la hostia, por lo explícito y desmesurado de algunas secuencias y perfiles.
Domingo y yo nos bajamos una pizza a medias viendo a Seagal repartiendo turronazos en Buscando Justicia.
Los miércoles no faltábamos mi hermano, Juan, Bilbao y yo mismo a la sesión de las once. Desde La Reina Margot, Agárralo como puedas... a Ed Wood o Corazón Salvaje. Lo veíamos casi todo.
En Dirty Dancing una señora bastante rellenita quedó atrapada en su sillón y la ayudé a desencajarse.
En la sala 2 vi Léolo por primera vez. Y Blade Runner. Blade Runner, que se dice pronto.
Repetí en la misma semana varias veces con Cartero y Pablo Neruda.
Con Paula vi La Pianista y Código 46, entre muchas otras.
En alguna película solamente estábamos 2 o 3 personas en la sala. Como en un cine privado de un jeque árabe.
Cuando hacía cola para ver La Última Tentación de Cristo, unos frikis del cristianismo nos querían impedir el acceso con pancartas y gritos.
Tenía una sala x con la entrada por detrás, por el Raquel Camacho, a la que nunca fui. Me imaginaba el suelo pegajoso y a la gente con guardapolvos y gafas con nariz de carnaval viendo la película y me daba cosa. Además, ya era la época del beta y el vhs.
Algun@s tuvimos la suerte de visionar en aquellas viejas salas el Apocalypse Now Redux en pantalla grande.
Y las de Woody, Jeunet y Caro, Haneke, Lynch, etcétera.

Y se clausuró la única y pobre fábrica de sueños del barrio (1985-2005), de nuestro barrio de pobres y trabajadores, olvidado durante 30 años por las instituciones, y algunos nos quedamos un poco huérfanos de algo, como deshabitados de repente por un tiempo, imágenes y personas que fuimos un día.
Ahora hay un supermercado.

El final de una época, el doloroso corte con el pasado, la súbita desintegración de los referentes sentimentales, y físicos, de nuestra vida... como en La Última Película, de Peter Bogdanovich, como si nada de esto hubiese existido nunca.
La butaca de cine como evasión, aprendizaje, camino, periscopio hacia las profundidades, las estrellas y hacia los demás... que, al final y a fin de cuentas, siempre somos nosotros mismos.
Pocas cosas se ven tan diáfanas como estando inmersos en la oscuridad de una sala de cine. Soy de los que consideran que el cine es uno de los mejores blindajes que poseemos contra el inevitable envite de la realidad y esos malos momentos que la vida nos asignará tarde o temprano.

Si algún día me cae una buena herencia de una tía multimillonaria que vive en Venezuela, ya sé lo que voy a hacer con parte de ese dinero.
Yo, al contrario de lo que dice la canción, sí volvería una y mil veces a ese lugar en el que fui tan feliz: los Multicines Chaplin.
Nuestros Multicines Chaplin.

THE END

martes, 5 de mayo de 2009

WATCHMEN O QUIÉN VIGILA A LOS VIGILANTES


A raíz del estreno de la adaptación de Zack Snyder, se ha hablado y escrito mucho sobre Watchmen últimamente.

Tengo que confesar que todavía no he visto la película, pero soy un admirador de la obra de Alan Moore desde hace mucho tiempo. Su etapa en "Swamp Thing" es excelente; su "From Hell "de lo mejor que se ha escrito en los últimos años en materia de cómics... y Watchmen- su obra cumbre hasta la fecha- ha significado un antes y un después, un determinante punto de inflexión dentro del género superheroico, subgénero vinculado a la ciencia ficción.

Otro día intentaré desarrollar el porqué de mi querencia desde niño a esos tipos y tipas enfundados en trajes de lycra superceñidos que se pasean por tejados y luchan por el bien y la justicia, aunque tengo que decir que ni yo mismo lo tengo claro y que estas aficiones mías bien se puede considerar que competen más a especialistas en psicopatologías o parafilias que al pobre conocimiento que este escribidor tiene de sí mismo y sus inclinaciones.
Quizá todo esto tenga que ver con lo que decía Malinowski sobre el hombre primitivo, que se movía en dos órdenes de realidad: el racional y el mágico. Por ahí pueden andar los tiros.

Pero el hecho de la trascendentalidad de Watchmen a partir de su publicación en doce cómics mensuales en el año 1986 por la editorial DC tiene que ver con la sólida irrupción en la narrativa gráfica de unos personajes dotados de superpoderes o habilidades sobrehumanas- género éste ya clásico en la literatura de ciencia ficción- que representan parte de los complejos matices y contradicciones que posee la naturaleza humana. Alan Moore y Dave Gibbons reconceptualizan el viejo género superheroico, perfilando a personajes como El Comediante, Búho Nocturno o Rorschach como seres humanos que arrastran sus vicios, fracasos y paranoias por un trasunto de ciudad de Nueva York y un mundo en plena guerra fría en el año 1985 y en el que alguien está asesinando a los miembros retirados de un viejo grupo de vigilantes.
Moore remata con elegante picana a los personajes planos, maniqueos y arquetípicos hasta la saciedad ,y el retortijón, de la llamada Edad De Oro. Si a partir de Auschwitz resulta complicado escribir poesía, a raíz de Watchmen resulta absurdo volver a las viejas historias de pim pam pum, gana el malo en un primer momento, pim pam pum, gana el bueno y salva el universo sin despeinarse.

El cómic superheroico se hace adulto con Watchmen, aunque el probable oxímoron "superheroico y adulto" es discutible. Hay precedentes en la historia del cómic superheroico, pero no con la inteligencia creativa y la potente técnica visual y cinemática de esta obra maestra. Moore dota de una renovada modernidad a los personajes, subvirtiendo los mitos fundacionales, los símbolos, los fines morales... ahora el peligro es el mismo vigilante. El antaño impecable, honesto y moral superhombre nietzscheniano se agrieta ante los ojos de los sorprendidos lectores y las tinieblas, los dilemas morales y las dudas existenciales lo invaden por dentro.
De repente, el desasosiego se hace un hueco en la rutinaria estela de los vigoréxicos abanderados. Como en Funny Games con la irrupción de los dos inmaculados golfistas en medio del anodino edén burgués.

Alan Moore tiene la costumbre de elaborar sus guiones aderezados con numerosos guiños y alusiones a la cultura pop, a la literatura, a la política, a la magia( no por nada es él mismo un Mago del Caos), a recursos retóricos posmodernistas como la ficción dentro de la ficción, etcétera.
Su aspecto físico recuerda al del primer Ian Anderson (Jethro Tull) y se dice de él que es un tipo misántropo y algo excéntrico, aunque sólo hay que leer maravillas como From Hell, V de Vendetta o Watchmen para darnos cuenta de que estamos ante uno de los más grandes narradores que ha dado el cómic en toda su Historia, lo que no es baladí para quien conozca un poco este mundillo, más allá de los clichés y el desconocimiento con que en el mundillo cultural y los medios de comunicación se trata (o no se trata, directamente) a este mi amado y vilipendiado noveno arte.

Saludos secuenciales de Jim.