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viernes, 14 de noviembre de 2014

GO, LA PRIMERA NOVELA DE LA GENERACIÓN BEAT



Antes de nada hay que agradecer a Ediciones Escalera la publicación de esta gran novela de 1952 , creo que inédita en España hasta la fecha, de John Clellon Holmes.
"Go": La primera novela de la Generación beat.

Neal Cassady,  Kerouac, Ginsberg, el propio John Clellon, se mueven en el Nueva York de los estertores de la década de los 40 entre novelas no publicadas, versos sincopados recitados en garitos llenos de humo, drogas, infidelidades, jazz, caótica exploración vital... estos pioneros beatniks fueron un grupo de jóvenes inquietos y furtivos, inadaptados y post-segunda guerra mundial, enmarañados entre el amor hacia la Literatura y la Música, la fascinación por vivir rápidamente y el hastío que sentían al pertenecer a una sociedad de la consideraban que no formaban parte.

De la irrupción de la Generación Beat se suele hacer hincapié en el hecho de que supuso una ruptura con el panorama literario anterior a los 50, aunque hay que recordar que no solamente fueron relevantes en el plano estrictamente literario o artístico, pues también, y sobre todo, su importancia radica en esa actitud vital con la que este grupo de jóvenes aventureros se enfrentaron a los convencionalismos en boga, a la inevitable transición hacia la adultez, al derribo y demolición de los parámetros comunmente aceptados mediante unos postulados  vitales radicales que presagiaron todo lo que vendría después(lo contestatario, el antibelicismo, la poesía, las drogas, el Rock...  gestionando los nuevos códigos juveniles de toda una generación que supusieron, quizás por vez primera en la Historia de la humanidad, un evidente cisma y cuestionamiento abierto de los paradigmas inalterables que configuraban el rígido mundo de los adultos)

"Go" es una buena novela, muy buena. Es buena si te gusta Charlie Parker, si lees a Boris Vian o a Dos Passos y te atrapa su técnica narrativa, si crees en la belleza expresiva que se puede extraer del amasijo de un puñado de pequeñas vidas a la deriva en la jungla de hierro y asfalto de una gran ciudad de los años 50, entre ráfagas de vitalismo y desesperación. "Go" captura esa vida, esa búsqueda de algo por lo que merezca la pena continuar otro día más. La desorientación del ser humano, la exaltación de la vida llevada al límite. Con "Go" atravesamos noches enfebrecidas entre drogas, dudas y sexo... y búsqueda.
Esta novela embrionaria de Clellon Holmes tiene algo especial, nos muestra una forma de entender la existencia y la literatura que posee algo de ese estallido que se siente al estar vivo y, a la vez, de su pánico, de su desconcierto.
"Go" es el siglo XX, la modernidad, esa presencia de la nuevas claves que comenzaban a perfilarse para entender de otra manera, distinta, contradictoria, la forma de habitar el mundo y de habitarse a uno mismo.

"Hobbes llegó a conocer su mundo, indirectamente al principio. Era un mundo de deprimentes pisos interiores, cafeterías en Times Square, antros de música bop, andanzas nocturnas, encuentros en las esquinas, autostop, mil bares de moda por toda la ciudad, y las calles. Ese mundo estaba habitado por gente enganchada a las drogas y otros hábitos, gente que buscaba un nuevo grado de locura, gente conectada por los invisibles hilos de la necesidad, pequeños delitos o un extraño reconocimiento de afinidad. No paraban nunca, vivían de noche, corrían por todos lados “haciendo contactos”, desaparecían de pronto en la cárcel o por los caminos, y resurgían de nuevo buscándose unos a otros. Tenían una perspectiva clandestina y misteriosa de la vida y parecían ignorar todo lo que no fuera la realidad de los trapicheos, de un lugar donde quedarse, imbuidos en el frenesí del jazz, que no decaiga la marcha. Hobbes se acercó con precaución, incluso con temor, a las lindes de este mundo, incapaz de ignorar la inmediata fascinación. Había estado demasiado tiempo entre gente más vieja, menos activa, más mental. Necesitaba algo nuevo y excitante."


Y aquí continuamos luchando para que la vida, cada día, nos parezca algo realmente nuevo y excitante.
Por eso hay que leer a los pioneros.


Saludos de Jim.

viernes, 3 de octubre de 2014

LOS SURCOS DEL AZAR, DE PACO ROCA



Paco Roca vuelve a dar en el clavo con una nueva novela gráfica que gira alrededor de la memoria. En este caso, aborda un ejercicio de recuperación y dignificación de la memoria de los perdedores, de los derrotados, de los verdaderos luchadores por la libertad y la democracia que combatieron, tanto en España como en Europa, al fascismo y a esas sus ramificaciones totalitarias que se extendieron como una plaga durante la mayor parte del siglo XX(en la segunda mitad se trasladaron sus letales virus a casi toda América Latina).
Los Surcos del Azar- título recogido de un hermoso verso de Machado: ¿Para qué llamar caminos a los surcos del azar?- nos pone en la piel de esos hombres y mujeres que pelearon en defensa de la democracia y la libertad contra aquellos fascistas que se alzaron en armas contra el gobierno legítimamente instaurado de la II República; a esos hombres y mujeres que perdieron la guerra y fueron posteriormente masacrados, encarcelados, torturados o, en el mejor de los casos, pudieron exiliarse fuera de su patria; la historia de esos hombres y mujeres que fueron internados en campos de concentración en España, Francia, Alemania... pero que continuaron peleando por la democracia y contra el fascismo hasta el final de sus vidas.
Una novela gráfica necesaria, sensata y veraz tras toda esa montonera de mentiras, engaños y falsedades pseudohistóricas que los hagiógrafos post-franquistas(vinculados a plataformas ultraderechistas y parafascistas como LD, La Cope, Fundación Francisco Franco, ABC, FAES ...) se dedicaron a esparcir durante los últimos años, además de lo ignominioso y falsario que para los auténticos liberales históricos puede resultar que esta caterva de rijosos filofascistas se autodefinan así mismos como nuevos liberales, cuando precisamente están en las antípodas de cualquier pensamiento verdaderamente demócrata, tolerante e independiente.


En Los surcos del azar se habla de la crudeza del exilio, del combate permanente de aquellos republicanos que formaron parte de La Nueve( la 9º Compañía de la 2ª División Blindada de la Francia Libre, también conocida como División Leclerc), que fue la compañía que liberó París sobre las tanquetas y orugas con los nombres garabateados sobre el metal de "Ebro", "Teruel", "Don Quijote" o "Guadalajara".

Los Republicanos de La Nueve lucharon contra los fascistas en España.
Los Republicanos de La Nueve pelearon contra el Africa Korps en África.
Los Republicanos de La Nueve combatieron contra la Wehrmarcht en Le Mans, Château-Gontie...
Los Republicanos de La Nueve frenaron a las divisiones de las Waffen-SS Adolf Hitler y Das Reich, a las 9ª y 116ª Divisiones Panzer y la 3ª División de Paracaidistas.
Los Republicanos de La Nueve fueron los primeros aliados en entrar en París mientras la gente a su paso cantaba a viva voz La Marsellesa... ¡sin saber que le estaban cantando su himno a un puñado de españoles que los estaban liberando!
Los Republicanos de La Nueve, como colofón final, participaron en la toma del Nido del Águila, el refugio final de Adolf Hitler en Berchtesgaden. 
Y, después de todo este historial, los Republicanos de la Nueve languidecieron en el exilio mientras en España las potencias aliadas dejaron que se instalase, sin mayores sobresaltos, un régimen dictatorial y represivo, de naturaleza fascista, durante cuarenta largos años.

Yo solamente puedo decir que a mí Los Surcos del Azar, de Paco Roca, me ha emocionado, aunque ya conocía anteriormente la gran Historia de La Nueve.
Los post-franquistas continuarán manoseando a su antojo sus Paracuellos del Jarama, checas, hablando del caos republicano y de la quema de Iglesias.
Los Republicanos de La Nueve continuarán olvidados en un rincón de la Historia Española y Mundial, metidos en un cajón igual que lo han estado durante esos cuarenta años de larga y gris dictadura en la que golpistas, torturadores y asesinos fueron tratados como héroes nacionales con todo tipo de honores, privilegios y distinciones.
Los actuales socialistas continuarán deshonrándolos, tomándose el republicanismo a chirigota.
Y yo todo esto lo asumo y lo entiendo como el silencioso peaje que en ocasiones tienen que pagar los humildes y verdaderos héroes que han ayudado a forjar lo que ahora mismo somos pero, por favor, ¡solamente pido que Paco Roca siga escribiendo y dibujando cómics como estos!
A estas alturas ya es lo poco digno y decente que nos queda.

¡Y que viva siempre La Nueve en nuestra memoria!
Gracias, Paco Roca, por devolverles esa su merecida dignidad.


Saludos de Jim.


martes, 12 de agosto de 2014

MIS LIBROS DIFÍCILES



Todavía, después de varios años de su lectura, hay noches en las que me despierto a las tres o cuatro de la madrugada, empapado en sudor, mientras murmuro cosas apenas inteligibles como: "Así llegó a su fin la Primavera de Arda. La Morada de los Valar en Almaren quedó por completo destruida... Por tanto abandonaron la Tierra Media y fueron a la tierra de Aman, el más occidental de todos los territorios sobre el filo del mundo; pues las costas occidentales miraban al Mar Exterior, que los elfos llamaban Ekkaia, y que circunda el reino de Arda. Cuán ancho es ese mar sólo los valar lo saben; y más allá de él se encuentran los Muros de la Noche..."

Lo de "El Silmarillion", de Tolkien, es una pesadilla recurrente en mi vida, como lo de volver a hacer la mili o lo de que todavía me falta alguna asignatura para terminar la carrera.
400 puñeteras páginas de mitologías inventadas(más o menos como lo de la Biblia o el Corán, aunque estas obras de ficción mucho más extensas), genealogías de todo tipo, etimologías de supuestas lenguas de elfos, hadas y ranas de la imaginada Tierra Media, apéndices con mapas y nombres de razas de cientos de miles de enanos y trolls...
Un coñazo total trufado de Beren, Lúthien, Túrin Turambar, Narm i Chin Húrin, Tuor, Gondolin y las historias de sus hijos, nietos, bisnietos, etcétera.

Era joven e inexperto cuando me tragué enterito "El Silmarillion", cosa que hoy no haría ni harto de vino de misa y LSD. Uno aprende con el tiempo que la Primera Regla de Oro de la Termolectura consiste en algo tan sencillo como: 
- "No sufras leyendo, es tontería... ¿para qué, con todos los buenos libros que te quedan por leer?" o, lo que es parecido, dale a cada libro una oportunidad de, al menos, el 20% de su extensión( si tiene 500 pues habría que darle sobre 100 páginas) para tantearlo y ver si merece la pena que ese tu caprichoso yo resulte enriquecido por lo que esta obra contiene.
No hay nada peor para un lector que esa sensación de ir aplazando semi-conscientemente siempre la lectura de determinado libro(los lectores tendemos a ser exhaustivos completistas y no nos gusta dejar algo a medio leer, pues nos genera un inquietante y profundo sentido de culpabilidad lectora el hecho de dejar un libro plantado a medias), ese libro que no acaba de gustar ni de enganchar pero que alguien te metió en la cabeza- generalmente la imposición de la Ortodoxa Orden de la Gran Crítica Literaria- que debería ser leído si no deseas ser expulsado de la categoría internacional de buenos lectores en la que te crees, ¡pardillo!, que figuras.

Por el contrario, no hay nada más placentero que esa cálida sensación de desear constantemente retomar la lectura interrumpida de cierta novela, ensayo, cómic, libro de poesía...
Ese enganche es el mejor baremo y criterio personal que poseemos. Desperdiciar el tiempo con las prédicas que los guardianes de la ortodoxia canónica dictan, quedando tanto y tanto por leer, no suele ser casi nunca una buena opción.
Con el tiempo también aprendes que algunas cosas que nos producen placer a nosotros no son transferibles o extrapolables a los demás por mucho que lo intentemos. Y viceversa.
Cosas de la subjetividad, del bagaje y las expectativas íntimas, y de la acción invisible de la serotonina.
Nadie dice que lo que no nos gusta no sea excelente. Sobre todo para los demás, para los que sepan valorarlo adecuadamente o se sientan aludidos íntimamente con alguna lectura determinada.
Cada lector es y construye su propia Biblioteca, su particular e intransferible horizonte de lecturas que lo han hecho mejor, un poco más sabio o feliz.

Yo, particularmente, y entrando en este terreno tabú de lo literariamente incorrecto, adoro "Ana Karenina", pero siempre me dio pereza "Guerra y Paz".
Después de leer  la excelente "El miedo", de Gabriel Chevalier fui incapaz de terminar la rutinaria "Tempestades de acero", de Jünger. Demasiados cadáveres, trincheras y gas mostaza seguidos.
Tengo "Rayuela" aquí delante desde hace mucho tiempo... pero nunca me siento preparado para el abordaje del universo Cortázar.
Un clásico básico de la ciencia ficción como "Las estrellas, mi destino"(Alfred Bester) me pareció totalmente insufrible a mí, un devorador de S/F en todas sus modalidades.
Un día empecé una novela de Egipto de Terenci Moix(me encanta "El peso de la paja") y la dejé a las 10 páginas. Demasiados faraones.
Recé a los dioses nórdicos de chaval cuando finalicé "La divina comedia", "La odisea" y "La Illiada"
Una vez compré "El vizconde de Bragelonne", de Dumas, y soy incapaz de comenzar la primera de sus 2000 páginas de folletín sobre mosqueteros, jesuitas, cardenales y damiselas en apuros.

Y acabo de dejar en la página 110, por tercera y creo última vez, el "Ulises", de Joyce, y todas sus malabares alegorías, su corriente de consciencia, sus pensamientos fragmentarios y sus cambios de estilo en cada capítulo.
Sudaba tinta indeleble de calamar cada vez que tenía que pensar en retomarlo. 

Y, ¿sabéis lo mejor?
Ahora no tengo ningún tipo de complejo de culpabilidad de lector. Creo que Borges le llamaría a esta ausencia de culpa "madurar como lector en libertad" o algo similar:

«El verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta “el modo imperativo”. Yo siempre aconsejé a mis estudiantes que si un libro les aburre, lo dejen. Que no lo lean porque es famoso o porque es moderno o porque es antiguo. La lectura debe ser una de las formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz.»

Así que a ser siempre felices leyendo, abiertos a todas las sugerencias pero sin imposiciones categóricas de ningún tipo.

Saludos de Jim.


lunes, 21 de julio de 2014

ESTÉTICAS REVIRADAS




Tengo que confesar que siempre he sido muy fan de eso que denominaba mi madre como gentes con "estéticas reviradas", y que tiene que ver con la asimetría de lo estrafalario y con la descoordinación estética más creativo-aberrante.
Y también, y sobre todo, con la inconsciencia febril y el más espeluznante mal gusto, claro.
Desde hace años que admiro en silencio estupefacto a todas esas personas humanas que veo desfilar por delante de mis ojos mientras me doy un paseo por la urbe; esos seres humanos y urbanos que todavía visten como recién salidos de un catálogo de Cortefiel del año 1981 o de una convención de Horteras Sin Fronteras después de pasar por el Corte Inglés de Altamira para adquirir todos aquellos engendros con guatas y remaches metálicos que les quedaron sin vender desde hace treinta y ocho temporadas.
También reconoceréis conmigo que la inconsciencia más absoluta es una conditio sine qua non para llegar a ser un top máster en esto del horterismo. Por ejemplo, ¿quién no ha asistido con una mezcla de espanto y fascinación al paso espectacular de una de esas hembras hipervoluminosas que van embutidas en vestidos ceñidísimos mientras menean sin sonrojo un trasero inabarcable de mamut o que portan minitops luciendo esos pliegues de carne que se le quedan suspendidos, y basculantes, alrededor de la cintura del pantalón? ¿No es un prodigio asistir, con la llegada del estío, a esa exhibición de los machos alfa que circulan por los paseos marítimos de las ciudades(con mar) enseñando pecho negro e hirsuto poblado de pelos sudorosos y rizados y torso desarrollista al estilo de Pepe Sacristán?
De los depilados e hipertrofiados muchachotes vigoréxicos que ruedan por las calles tensando hasta la extenuación sus tríceps bajo camisetas de canalé tres tallas menores ya mejor ni hablar, que dentro de un poco meriendo y se me quita el apetito.



Esto del horterismo militante o el desconcierto existencial que demuestran algunos en el vestir no es nada nuevo ni exclusivo de nuestra idiosincracia nacionalcatolicista, como ya nos demostraron desde hace décadas esos alemanes que desembarcaban en las playas del litoral español- para ponerse rojos como tomates- sin desprenderse de sus sandalias con calcetines incorporados.
Por ejemplo, ¿quién no ha vivido la experiencia nuestra, patria, de encontrarse en la tienda del barrio, pidiendo laurel, a esas señoras en zapatillas, con bata de andar por casa azul y pijama o salto de cama por debajo? ¿Tiene algo de malo el chándal de táctel rosa combinado con zapatos y tacones y con una riñonera colorista? ¿Y qué me decís de esas parejas que parecen jóvenes y "hasta normales vistiendo" pero que llevan a sus tres hijos conjuntados con sus jerseicitos rosa palo y sus pantaloncitos de cuadros verdes... o que emperifollan de tal barroca forma y vestimentas arcaicas a las pobres criaturas que parecen salidas de un retratro ecuestre del París del siglo XVIII?

Yo, a grandes rasgos, clasificaría en tres las escuelas esenciales de horterismo que distingo por las urbes:

1ª- ESCUELA CLÁSICA O TRADICIONAL: Ese horterismo clásico de camisa de fiesta estridente o, lo que es parecido, de camisa recta de raya diplomática bien metidita por dentro de un pantalón subido hasta el ombligo(en su forma más asilvestrada o ruralizada)... y su versión complementaria femenina de cardados imposibles, joyas de oro y blusas de leopardo.
Todos niquelados que parecen un potosí. Lo mejor del barrio. Los más atildados de Peruleiro.

En los divorciados y divorciadas la estética clásica revirada se hace mucho más marcada y acusada y adquiere un renovado aire retro-juvenil, ya que a la hora de regresar al mercado erótico-sexual sénior para ofrecer de nuevo sus encantos- el tradicional target o nicho de consumidores del otro/mismo sexo, tan descentrados y desplazados como lo pueden estar ellos... los están aguardando- el ser divorciado vuelve a desarrollar antiguas estrategias de seducción que los lleva a vestirse de forma similar a la de hace veinte años, cuando triunfaban en los guateques del instituto y las boites... y así van apretando chichas y marcando bíceps en proceso de deconstrucción como si el tiempo se hubiese congelado en aquellos juveniles días de magreo en los sofás de Green o La Real.

La escuela hortera clásica también tiene un espejo donde mirarse en programas de tertulia política como los de 13tv y demás carcunda televisiva de la TDT, donde señores a los que se les ve el cartón desde hace años se dejan cuatro pelos ensortijados cayendo sobre la nuca mientras desempolvan sus trajes cruzados con dos botones dorados abrochados que compraron en el año 1993 en la tercera planta de El Corte Inglés.
Algunos hasta suelen llevar mariconeras de cuero. Lo que llevan dentro mejor no saberlo.
A eso, en su extraña e inquietante dimensión cavernaria, casposa y puticlanesca, ellos lo denominan "Elegancia".


2ª- ESCUELA CHONI-POLIGONERA: Lo peor de lo peor, lo más profundo, lo más denigrante en cuanto a horterismo es esta escuela cani que se alimenta de horrores de épocas pretéritas: chándales con riñoneras, pendientes de perla, plataformas, esclavas de plata con el nombre grabado(La Yesi) de la gachí de turno, sellos y cadenas de oro, piercings en las cejas y en la lengua, tatuajes con chorradas en japonés y demás aberraciones propias de estos macarras asnales y pintarrajas tuneadas por un Dios que trata de vengarse así de la especie humana.
Son como hijos de un Dios menor, pero en peor.


3ª- ESCUELA MODERNA Y HIPSTER: La última tendencia descerebrada y colectiva de esto de las modas rebañiles: flequillos, pantalones pitillo arremangados para ir a pescar lorchos, la camisa abotonada hasta arriba aunque estemos a 39º a la sombra, gafas de pasta negra sin cristales, etcétera. Se visten así en plan modernointeresante mientras hacen que tienen gustos alternativos a lo subterfuge y practican la ambisexualidad o lo que sea eso que hacen que practican dentro de los antros que frecuentan.
Se dejan todos a la vez barba y se suben a bicicletas como si fuesen modernos Noés y se fuese a acabar el mundo.
Los blogueros estos de las tendencias y los modistos modernequis son unos caraduras de cuidado, pues han vuelto a poner de moda las camisas de cuadros, las bicicletas y las barbas que llevaban nuestros abuelos y se las han vendido a estos panolis como si fuesen lo último en ultramodernidad vintage-retro-helicoidal.
Unos truchos, en definitiva, que pican en todo y van mucho por la Fnac.

Volveremos en otra ocasión a continuar tratando este fascinante tema de las estéticas reviradas, pero no quiero irme sin antes recordar a uno de esos referentes, ya fallecido, en el mundo del horterismo coruñés y que recordamos todos como el mítico "El perchas", al que una vez vi- con unas gafas de espejo y su ilustre chepa velluda al aire- tratando de ligar en la playa con unas menores mientras iba pertrechado únicamente de un tanga de leopardo con un peine prendido en uno de sus lados y una cajetilla de ducados en el otro.
Esas inquietantes visiones me han llevado hasta aquí y me han convertido, para bien o para mal, en lo que soy.

Saludos a todos y feliz estío!!!

sábado, 28 de junio de 2014

LA GRAN BELLEZA




Ir al Cine es todo un ritual; uno de los más hermosos rituales que existen para el que esto escribe.
Para mí ir al Cine representa una solemne ceremonia que consiste en entrar cualquier noche o mediatarde en una especie de habitáculo íntimo y acogedor, oscuro, para comenzar un fascinante viaje más allá de uno mismo, de esa nuestra aparatosa mismidad, y habitar así otras vidas, otros espacios y tiempos, otros sentimientos, otras perspectivas y puntos de vista durante dos horas o menos o más de contemplación introspectiva, de risas, lágrimas, reflexiones o puro y sano disfrute estético.

En el Cine se vive a través de otros ojos, se  incorporan otras realidades, se deshace por un momento uno de su propia y acostumbrada, valga la redundancia, costumbre a ejercer de uno mismo, a la permanente reiteración de su insistente (ob-sub)jetividad.

El Cine, desde que tengo uso de razón(la semana pasada o la que viene, más o menos) siempre me ha supuesto un encuentro feliz, un enriquecedor plus de vida a mi vida, por eso sostengo que ese adictivo alimento de ficción- que en ocasiones es más vívido y real que la propia vida- no lo cambiaría por nada en este mundo( "No cambiaría la pasión que ahora siento ni por todas las riquezas de la tierra").


"La gran belleza"(Paolo Sorrentino, 2013) no solamente es goce estético, que también y mucho, ni una sucesión de imágenes hipnóticas y nada convencionales bajo los parámetros de una altísima calidad técnico-formal... para mí "La gran belleza" ha sido toda una revelación, una herida luminosa, un novedoso logro y techo del mejor cine que se ha parido en los últimos veinte o treinta años.
Después de ver esta película uno no puede dejar de amar los paseos al amanecer sobre el milenario empedrado de Roma, no puede dejar de entender la vejez que nos aguarda, el Arte como forma de salvación o de comprender a toda esa fauna romana nocturna a la deriva que transita sobre el apenas perceptible alambre de la existencia, sobre la casi nada que somos los seres humanos.

Pero el gran mérito de "La gran belleza" es precisamente el de reducir a dimensiones manejables toda esta complejidad que se nos narra a través de los paseos romanos del increíble(personaje icónico cinematográfico a la altura de los más grandes y recordados) Jep Gambardella: esa trascendencia en forma de Arte, el lujo de la irracionalidad, el paso del tiempo, el amor y el deseo, el desencanto lúcido e irreverente... y todo lo que Ortega y Gasset denominaba "las gracias de la mortalidad".

Es ese Cine que vuela a gran altura, infrecuente, extraño, ese que rellena los espacios vacíos de la inteligencia y del espíritu y nos vuelve a reconciliar con esa forma de Arte y expresión que inventaron unos soñadores locos hace ya más de cien años.

Claro que existe la magia!!!
Se llama Cine.

Saludos de Jim.

martes, 13 de mayo de 2014

CUENTOS COMPLETOS, DE GRACE PALEY


A mí me gusta de manera muy particular ese género literario que habla de las cosas que hace la "gente normal". Me resulta fascinante- literariamente fascinante- cuando en alguno de sus relatos Grace Paley nos narra una conversación aparentemente intrascendente que mantienen dos vecinas una tarde de primavera en una cocina de un apartamento de su New York natal mientras preparan la cena o toman café.
Esas súbitas chispas de vida de gente "anodina" que se cuelan por las rendijas de la Literatura y a lo que yo denomino "fogonazos Carver".
Y esto, aparentemente trivial, es lo que para mí hace grandes a algunos autores: el hecho de no tener que sacarse de la manga cada dos por tres a alambicados y anfractuosos personajes e introducirlos en todo tipo de artificiosas situaciones para así poder llegar a urdir una buena y sólida historia. 
Lo que nos cuenta Paley se podría decir que entra en el ámbito de lo doméstico, de lo comunmente habitado, de lo conocido. Sus personajes son siempre la gente que nos rodea y a la que reconocemos inmediatamente, aunque ellos vivan en el Bronx y nosotros en Monte Alto.

Grace Paley no es una autora muy conocida en nuestro país, pero esta edición de sus Cuentos Completos que ha sacado Anagrama es magnífica de principio a fin... y viceversa. Los escenarios principales de las historias que forman parte de esta colección de relatos son los espacios cotidianos(salas de estar, cocinas, parques...) y la vida que dentro de ellos se desarrolla y se nos narra tiene que ver con los diálogos y reflexiones de unos personajes exquisitamente perfilados mediante un estilo narrativo sencillo pero intenso y vigoroso, muy dinámico.

Hay que leer estos cuentos de Grace Paley porque además de sus incuestionables virtudes literarias la autora norteamericana impregna toda su obra de un omnipresente tono humorístico que consigue añadir un plus todavía más placentero al hecho de su lectura.
Yo he llegado a la inevitable carcajada con alguno de sus relatos, y tengo que reconocer que no soy muy dado a la risotada gratuita si no se erigen buenas razones ante mí para ello, pero Grace conoce perfectamente los resortes que hay que accionar y los mecanismos a activar para poner en marcha la precisa maquinaria del sentido del humor del lector, llevando a cabo esta acción de forma natural y casi distraída, automática.

No solamente es Grace Paley  una gran autora a reivindicar, sino que ha sido una importante activista(hija de judíos rusos socialistas perseguidos por el Zar emigrados a los EEUU) contra la guerra, una tolerante feminista y demás causas nobles que ha estado detenida en varias ocasiones por desobediencia civil.
La presencia de la política y de las reivindicaciones sociales forman también, como el sentido del humor, parte inseparable de su obra.

“Mi sentimiento sobre la vejez es que, si uno tiene salud y suficiente dinero para vivir decentemente, envejecer está bien. Lo que sí me molesta es que me queda poco tiempo. No voy a ver crecer a mis nietos, por ejemplo. Recuerdo que mi padre se sentía así. Escribí un poema sobre eso. El sabía que no iba a ver el fin de la guerra de Vietnam. Decía, ‘puta, nunca sabré como terminará todo esto’. Hay un montón de cosas que uno no sabrá. Y hay tristeza porque los amigos empiezan a morir. La idea de que me iré de un mundo que está cada vez peor no me gusta, porque siempre pensé que era mi deber dejar al mundo mejor de cómo lo había encontrado. Pero si se tiene el hábito de ver cada día como una jornada completa, envejecer es interesante. Todos los días se conoce una persona nueva, una puesta de sol nueva. Todos los días pasan cosas hermosas.”

Lean, por favor, a Grace Paley, porque sí es cierto que todos los días nos pueden pasar cosas hermosas si nos fijamos un poco.
Leer los Cuentos Completos de Grace Paley, por ejemplo.

Saludos de Jim y recuerden que todo está en los libros.


lunes, 7 de abril de 2014

RIMALDAS VIKSRAITIS, CRONISTA DE LA SORDIDEZ


Rimaldas Viksraitis(1959) es un fotógrafo lituano que comparte- junto con artistas como Shelby Lee Adams y su galería de inquietantes retratos de los nativos de los Apalaches- ese gusto lírico e insano por inmortalizar cierta cotidiana e íntima sordidez que forma parte inextricable de la condición humana.

En sus imágenes convive una naturalista poética del feísmo junto con una visión más social y apegada a los problemas que asolan a las comunidades rurales de la ex-República Soviética, uno de los  más importantes el alcohol, que ha acabado consumiendo a ciertos pueblos lituanos en una especie de pesadilla febril, entre la locura aturdidora y la demencia sin redención.
Rimaldas ha fotografiado con su pequeña Smena durante años a los vecinos de su pueblo entre su suciedad, sus animales, sus cadáveres... ha retratado su desnudez, su forma de vida, el apego a sus tradiciones, sin más filtro o truco que el del espectador que asiste imperturbable al despliegue de la enconada supervivencia humana a su alrededor.

- Crecí con esta gente- dice Rimaldas Viksraitis- Los conozco desde que eran niños, pero ahora las granjas han caído, el trabajo se ha ido y no tienen nada por lo que siempre están bebiendo. Algunos de ellos están en la cárcel por beber. 

Las fotografías del lituano nos recuerdan que el Arte no debe de ser únicamente un vehículo de expresión que persiga la recreación de escenarios cálidos y confortables donde cohabiten, en perfecto equilibrio y armonía, lo bello y lo sublime, sino más bien y ante todo un medio de indagación y reflexión sobre la anfractuosa condición humana en cualquiera de sus formas y manifestaciones.
La sordidez, la decadencia, la miseria, la desnudez, la enfermedad o la muerte no son criterios estéticos sino manifestaciones de la existencia cotidiana humana, por lo que bienvenidos sean siempre aquellos cronistas que trabajen fuera de su zona de confort para poder devolvernos, aunque solamente sea por un breve instante, el sobresalto de la realidad y de nuestra imagen borrosa en el espejo.





Saludos de Jim.

lunes, 31 de marzo de 2014

"TRUE DETECTIVE" O LA IMPORTANCIA DE LA ATMÓSFERA



Estoy escuchando ahora mismo "Far from any road", de la banda The Handsome Family, la canción que forma parte de la sugerente intro de la serie "True detective" y pensando en la importancia de la atmósfera en el Cine.
Además de que parece ser la serie televisiva del momento y de que ya se han vertido océanos de indelebles píxeles sobre ella a lo largo y ancho de todo el ciberespacio, tengo que reconocer que para mí el gran acierto fílmico o técnico de esta serie es, precisamente, el tema de cómo se ha conseguido recrear esa determinada atmósfera de arcano y malsano misterio que esta serie posee.

Y esto, evidentemente, no es casual.
Los tipos que la concibieron y diseñaron estuvieron haciendo los deberes, las cosas bien, con endiablada precisión, ¡sabían lo que hacían!, y eso se nota en los constantes detalles y referencias literarias: el dios Moloch, los pantanos de Nueva Inglaterra de Lovecraft,  la Carcosa de Ambrose Bierce, alguna que otra referencia sutil a Aleister Crowley, al fantástico del XIX(casi presagiando ya el Pulp) con el que se homenajea a Robert W. Chambers y a su libro de relatos "The King in Yellow"- el aludido Rey Amarillo al que constantemente se hace referencia a lo largo de la serie- y que fue publicado en 1885, etcétera.

De ahí que a los amantes del fantástico, terror y el pulp clásicos todo nos resulte tan familiar y, a la vez, tan seductor y obscenamente insinuante.
La atmósfera no solamente es el clima, el ambiente, las señales en el aire que forman los estorninos para el detective Rust Cohle, que también, sino una medida de presión(es física básica) que va apoderándose del alma y espíritu de la pareja detective y de todo cuanto les rodea, y que tiene que ver con extrañas iglesias abandonadas en medio del bosque, con asesinatos rituales, con cultos ancestrales y viejos ritos impronunciables.

Mientras disfrutaba viendo cómo los detectives Rust Cohle y Martin Hart se internaban a través de sus propios e intrincados laberintos interiores y, de paso, se cruzaban en sus investigaciones con predicadores alcoholizados, violadores de niños, dementes, habitantes de los pantanos, mujeres con cuernos de ciervo amarradas a gruesos árboles... yo también pensaba en Lovecraft, en esa excelente "La cosa del pantano", de Alan Moore, en "Deliverance", en Robert Erwin Howard, en las viejas religiones y mitos, en Valdemar, en algunos admirables pasajes Bíblicos, en los sinuosos caminos que toman en el universo el Bien y el Mal(¡con mayúsculas!), en los relatos del inconmensurable Clive Barker, en "Muerte en los pantanos", de Nicholas Ray, etcétera, etcétera... y etcétera.

"True detective" se basa en la fundamental importancia de la atmósfera, de lo etéreo, de lo que nos puede aguardar agazapado bajo las sucias aguas de los inaccesibles pantanos, de la  oscuridad que envuelve a la mente humana, de los sonidos que nos trae la noche y de esas cosas, apenas perceptibles, que nos rozan en la oscuridad.
La naturaleza, el paisaje, es determinante, nos sugieren un propósito, son senderos que se internan en lo infinito, en la geometría de líneas retorcidas de la existencia.
La resolución o no del caso es un simple McGuffin a lo Hitchcock para poder contarnos todo lo demás.

A mí "True detective" me ha transmitido esa sensación de asombro que tiene su origen en lo oculto, como el buen fantástico, y me ha devuelto la fe en esos hombres que, bajo las estrellas, intentan encontrar un propósito- cualquiera, aunque sea más allá de su limitada comprensión- por el que seguir viviendo.

Así que es evidente que tengo poderosas razones para recomendarla desde aquí a todos vosotros, inteligentes lectores y espectadores frecuentadores de este humilde blog.


Saludos de Jim y... ¡bienvenidos a Carcosa!

sábado, 29 de marzo de 2014

¡YO DE MAYOR QUIERO SER COOLHUNTER!




En los tiempos pretecnológicos casi todo el mundo era un poco hortera. Que si pantalones elásticos Lois marcando huevera apretada o ranura vertical de la hucha, dependiendo del sexo; que si tipos con bigote y camisa abierta mostrando el matogrosso, bien rizado y oscuro, de ese pechopelambrera que paseaban heterorgullosos por el barrio con su mariconera siempre en la mano; que si esclavas doradas con el nombre grabado de "María del Carmen" y cadena de oro a juego(los horteras siempre han sido mucho de llevar oro encima)... o que si gente en la playa con bañadores-tanga mínimos que dejaban a la vista del horrorizado espectador cuerpos tan desagradables y grimosos que incluso, tras su fallecimiento, fueron donados a la Ciencia y ésta se los devolvió a sus familiares para no tener que tocarlos.

El gen del horterismo fue pasando así, muy disimuladamente, entre las distintas generaciones y mutando hacia esas nuevas y perfeccionadas formas que alcanzó durante los fabulosos años ochenta- La Década de las Lentejuelas- en los que se propagó por los barrios de aluvión de las ciudades españolas la fiebre del chandalismo, el maillot, los calentadores a lo Eva Nasarre, las corbatas de perla, las toreras para hombres, los pendientes del cristo crucificado o la coleta torera tipo Miguel Bosé, que es el actor principal de esa obra maestra del fantástico español que es "El caballero del dragón".
El chándal es hoy, por ejemplo, una prenda básica imprescindible y muy urban casual que se puede combinar sin mayores problemas con zapatos de borla o tacón de aguja, con jerseys de cuello redondo, camisas de cuadros, etcétera.
El horterismo le debe mucho tanto al yonqui de la plaza como al vigoréxico chandalero de gimnasio de los ochenta, que prestigiaron y defendieron con orgullo y dignidad esos chándales de felpa Adidas de cremallera en el tobillo, con su camiseta New Balance sin mangas por debajo.

Un fenotipo es una manifestación externa de un conjunto de caracteres hereditarios que dependen tanto de los genes como del ambiente, así que el horterismo en este sentido es un tanto fenotípico y representativo de cada época, momento puntual y tendencia que ha sido asimilada por los distintos e interrelacionados grupos sociales, que suelen compartir orgullosos las mismas etiquetas, símbolos gremiales e imágenes "diferenciales" de marca, aunque en estos tiempos de modernidad horterista líquida más recientes parece que la cosa se ha homologado un poco.
Hoy, ya desde hace algún tiempo, desplazado ya el fenómeno periférico y muy de mercadillo de barrio/ Primark(¡¡un kilo de bragas a cinco euros!!!) de ese universo del mal gusto que es lo choni/cani/poligonero -¡y que tantas satisfacciones nos ha dado a los apasionados observadores de la inquietante dimensión de lo hortera!- parece que la tendencia que al final mejor ha cuajado es la del horterismo 2.0 y Social Media un poco más glam, con sus gurús cazadores de tendencias peinados a lo Boy George, esos diseñadores de moda que parece que se han vestido a oscuras y que cuando hablan uno piensa que sus madres tienen que estar cobrando una pensión del Estado por lo de sus hijos, o esos influenciadores coolhunters con sus blogs de moda en los que salen fotografías de personas humanas que otean con "mirada azul acero"(ver "Zoolander") el horizonte de fachadas y antenas de sus barriada vestidos con unas chanclas rosas, bermudas a rayas, una camisa con borlas y una americana naranja que parecen sacados de una película lisérgica de Tim Burton.
El buen coolhunter-el que más seguidores tiene y el que se cuelga un calzoncillo sucio en la cabeza cuando está borracho, sube la fotografía a twitter y ya es trending topic mientras la gente corre a ponerse calzoncillos sucios en la cabeza para ser igual de cool que su gurú de la moda 2.0- tiene que fingir siempre esa pose de intenso de la nada mientras habla de sus trapitos horteras de colorines y de sus looks infames que generalmente están etiquetados bajo nombres en extranjero de esos que aparecen en la revista "Mujer de Hoy" que dan los sábados con el periódico: trendy, urban casual, chic-hippie, chic-preppy... 

Aunque para mí que el rollo, más o menos, va de lo de siempre: hacer caja, jastar os cartos(que decía mi abuela de Monforte) o como ahora lo denominan los modelnos: ir de Shopping.

Yo tengo que reconocer que ya me pierdo un poco entre ese horterismo cum laude de tanto tatuaje chabacano de jugador del Real Madrid y camiseta ceñida de lycra, o de metrosexual florecilla con pantalón por los tobillos, camisa abotonada hasta el cuello y gafas de sol -que casi les cubren todo el rostro- rematadas por un flequillo a lo Alfredo Amestoy.
Por lo menos las chonis y poligoneras todavía se hacen selfies sexys, marcando canalillo, en el espejo del baño de casa de sus padres, de sus hijas o de una amiga(se ve siempre el váter con la tapa abierta al fondo), lo que a los vapuleados heteros todavía nos anima un poco la moral en estos tiempos ominosos y oscuros para los que todavía nos vestimos por los pies con pantalones vaqueros y camisetas del Carrefour sin más adornos o complementos que un reloj digital Casio... como mucho.

Aunque también es posible que una tarde me entre el gusanillo y me dé por visitar a un coolhunter de esos para que me enseñe a combinar colores y complementos y a lo mejor me haga un look setentero con pantalón en tonos camel y beige, botas altas, un maxi-jersei de punto y un abrigo en tono lila con mucho pelo.

Mientra tanto, toca aguantar mis pantalones de pana marrón y mis camisetas blancas lisas.

Saludos poco tendenciosos de Jim.



lunes, 24 de febrero de 2014

"ICE HAVEN", DE DANIEL CLOWES


Los lectores de cómics somos, por lo general, unos tipos privilegiados.
Privilegiados porque tenemos acceso a códigos y universos simbólicos que pertenecen única y exclusivamente a la particular dimensión de este arte secuencial y que resultan muy complicados de trasladar a otros formatos y lenguajes narrativos.
El cómic es un medio de expresión en el que todavía pervive un espíritu de libertad creativa enorme; un arte en el que domina la independencia, la contracultura y que además(gracias a características determinantes de su propia naturaleza) desborda ampliamente las restricciones industriales y formales a la que otros medios y artes están sometidos.
El cómic, en definitiva, es un espacio de libertad sin más límites físicos que los que determina el talento, la creatividad y el riesgo.


"Ice Haven"es otra obra inquietante de ese gran narrador poseedor una cierta y poética extrañeza estática que se hace llamar Daniel Clowes. "Ice Haven" es un perturbador cosmos habitado por malencarados conejos azules, críticos de cómics desaliñados, poetas que no escriben ni un verso, niños neuróticos... todos exiliados en el interior de sus oscuros planetas interiores, incomunicados dentro de sus obsesiones y sueños/pesadillas nocturnas apenas reprimidas.
A los que ya habéis leído a Clowes en "El rayo mortal", "Ghost World" o su maravillosa serie "Bola ocho" no os sorprenderá lo más mínimo el tono ensimismado y abstraído de "Ice Haven", su grafismo lineal y ascético o el discurso que Clowes suele desgranar en sus obras sobre la incomunicación en las urbes - nódulos, casi no-lugares- que conforman la arquitectura básica de las sociedades modernas occidentales.
Hay ecos de Hopper y de Antonioni en el firmamento de Clowes; y yo diría que también de Carver y de otros narradores norteamericanos que han hecho de la extrañeza y de la concreción escrita a escalpelo su forma de expresión(me viene a la cabeza ese universo reconcentrado y decadente que se despliega ante nuestros ojos en el relato de "El nadador", de John Cheever)

No puedo por más que recomendar a Daniel Clowes, empezando con cualquiera de sus obras, y de paso parafrasear un poco a Matt Groening cuando, más o menos, dijo aquello de: " Si alguna vez te has sentido mal por perder tu vida leyendo cómics, adéntrate inmediatamente en este clásico. Seguirás pensando que has malgastado tu vida, pero sabrás por qué. Y te sentirás orgulloso de ello".

Recetar buenos cómics, en estos inquietantes tiempos que corren, es prevenirnos contra la necedad y el cretinismo imperantes y acceder de repente a un infinito universo de libertad creativa y de las coordenadas básicas que garantizan que la deriva, por lo menos, va a ser lo suficientemente grata y enriquecedora.

Lee si no quieres ser como ellos, que decía la Bruja Avería.

Saludos de Jim.



martes, 4 de febrero de 2014

HISTORIA ENCAPSULADA DEL CINE (1895-1910)






Hace ya algún tiempo escribí un artículo sobre los pioneros de los Efectos Especiales en esto de los inicios del cinematógrafo (http://elbazardejim.blogspot.com.es/2011/10/segundo-de-chomon-y-otros-pioneros-de.html); hacía allí una sintética incursión en la obra señera de autores fundamentales como Segundo de Chomón o Méliès, que con sus parones de cámara, sobreimpresiones o dobles exposiciones comenzaron a explorar los recursos estilísticos-técnicoformales del cinematógrafo y a esbozar las grandes posibilidades de aquel incipiente y complejo lenguaje que comenzaba a nacer.
Mi objetivo ahora es hacer una esquemática, personal e intransferiblemente breve Historia del noveno arte desde sus orígenes, década a década, con unos cuantos autores representativos, sus corrientes más destacadas y unas cuantas películas referenciales para el cinéfilo en ciernes(o simplemente el curioso) que quiera aventurarse a explorar un poco más este universo de magia, sueños y pesadillas filmados... todo para tratar de comprender un poco mejor esta evolución hasta nuestros días.
El formato blog manda, así que seré sucinto e iré a lo esencial de lo fundamental para alumbrar un poco el camino de los que quieran iniciarse o complementar conocimientos...

1895-1910: desde el nacimiento del cine un 28 de diciembre de 1895 hasta nuestros días el Cine ha sufrido muchos avatares y mutaciones, pero en sus orígenes ya contiene tanto la naturaleza más realista y objetivista como la vertiente autoral, de ficción y fantástica.
Hasta el año 1910 lo que tenemos mayormente son cortometrajes mudos de entre 2-15 minutos en rollos de 35mm y a una velocidad de hasta 20 fotogramas por segundo, con unos desarrollos y contenidos argumentales muy elementales para los ojos curtidos del espectador del siglo XXI, aunque si conseguimos realizar un pequeño ejercicio de abstracción del presente, contextualizando adecuadamente para meternos durante esos breves minutos en la piel de un espectador de principios del XX que se sentaba en una butaca a contemplar como surgía un tren a toda velocidad desde una pared en dirección hacia él, pues entonces podremos llegar a intuir la conmoción que aquellas precarias sombras en movimiento causaban entre las sorprendidas y vírgenes pupilas de la época.

 Gracias a la tecnología, hoy en día todos estos cortometrajes que forman parte de la arqueología del Cine están a disposición del espectador y se pueden disfrutar en sitios como youtube y demás webs sin moverse del sillón, lo que era totalmente impensable hace un par de décadas, cuya esperanza de visionado se convertía en una odisea de Cine Club, si es que se tenía la posibilidad de disfrutar de tal espacio de visionado, conocimiento y debate cinematográfico.

Así que mis recomendaciones para hacerse una idea de la primera infancia del noveno arte y sus iniciales gateos dentro del realismo, la fantasía y los primeros trucajes son:

1- "Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon Monplaisir"(Hermanos Lumière)
2- "Llegada de un tren a la estación de la Ciotat"(Hermanos Lumière)
3- "El regador regado"(Hermanos Lumière)
4- "Viaje a la luna"(George Méliès)
5- "El hombre de la cabeza de goma"(George Méliès)
6- "El hotel eléctrico" (Segundo de Chomón)
7- "Asalto y robo de un tren"(Edwin S. Porter)

Todas estas breves obras- que se pueden visionar sin problemas en la red- pertenecen al período inicial del Cine que comprende desde 1895 hasta 1910 y nos ofrecen una perspectiva correcta sobre aquella época en la que la magia de la pantalla en blanco y las sombras comenzaba a hacerse realidad.

Saludos de Jim y hasta el próximo y mágico viaje al pasado con la Historia Encapsulada del Cine (1910-1920), para así tratar de comprender mejor el presente y aprender a valorar adecuadamente aquellas películas que vemos.



viernes, 17 de enero de 2014

LOS CHICOS QUE COLECCIONABAN TEBEOS



Hay que decir que esta es una novela cuyo mayor atractivo reside en el hecho de llegar a reconocerse como parte de aquellos chavales que durante los remotos años 70-80 frecuentaban con impaciencia los kioscos en busca de la última entrega de alguna de sus colecciones favoritas de Vértice, Zinco o Fórum; aquellos niños con zapatillas Paredes y anoraks amarillos y azules que se arremolinaban alrededor de algún portal de barrio para intercambiarse tomos de Super Humor de Bruguera o Supermanes de Novaro, la mítica editorial mexicana.
De lo que este libro habla básicamente es de la amistad, del amor compartido por los tebeos/cómics y de la necesidad del ser humano de ser alimentados por la fantasía, por la fábula y la ficción, tan necesarias para nuestra naturaleza intelectual como el agua o la comida para la condición física.

Personalmente, tengo la impresión de ser el autor- de tan interpelado íntimamente que me siento- de esta novela, pues yo también fui uno de esos chavales apasionados desde que tenía uso de razón por este Arte secuencial, narrativo y popular que es el tebeo. No recuerdo bien si todo comenzó con los Olés de 13 Rue del Percebe, con las aventuras de El Corsario de Hierro(en el Mar de los Sargazos), con el Fantasma de Lee Falk o con los Spiderman de Bruguera, pero todavía tengo tan fresca la excitación que me hormigueaba por dentro cuando me hacía con los Batman de Novaro o subía a casa algún sábado noche con una buena pila de tebeos, para leer en cama, que había ido intercambiando con los amigos del barrio.
Rememoro perfectamente la intensidad de ese pequeño placer que me producía la promesa de evasión, fantasía y mundos heroicos que me aguardan dentro de aquel montón de tebeos cuya lectura todavía tenía por delante... ¡cuánta expectación y fascinación conseguían despertar en mí aquellos sueños baratos y mal grapados y aquellas noches de aventuras en la penumbra de un cuarto con vistas a patio!

Y así fue que junto a amigos que compartían esta pasión como Robert, Arturo o Andrés me dediqué a vivir semana a semana aquellas Guerras Secretas, viajando junto con los 4 Fantásticos a aquellas improbables Zonas Negativas y microversos a las que nos llevaba John Byrne, sufriendo por Tía May junto con el viejo trepamuros o saqueando exóticas ciudades enjoyadas dentro de la cobriza piel de un bárbaro cimmerio.
Ahí estábamos nosotros, los niños que coleccionaban tebeos, resguardándonos de la realidad de las bolsas de pegamento, de las aceras sucias y de los padres en paro de los años ochenta en un barrio obrero. La ficción como amuleto que nos protegía del desencanto y de la agrisada existencia barrial y nos hacía habitar la piel de intrépidos héroes que saltaban por los tejados de oscuras ciudades para proteger a los ciudadanos desamparados.

Los chicos que coleccionábamos tebeos salvamos cientos de veces al mundo, peregrinamos por mil exóticos planetas, ganamos todas las batallas, amamos a las mujeres más bellas... y quizás en esa falsificación necesaria de la realidad, en esa búsqueda incesante de lo puro, de lo sublime y de lo perfecto... lo que de paso fuimos adquiriendo, interiorizando inconscientemente, fue también una ética, unos principios y unos valores sobre determinado sentido del honor y de los ideales a los que aspirar, que siempre y en un futuro tendrían que ver con la defensa del más débil y necesitado.
Quizás fue ese una especie de aprendizaje primero, de ética aplicada sobre unos modelos y arquetipos míticos muy concretos en los que verse reflejados.

Los chicos que coleccionábamos tebeos pasamos aquellos, ¡ahora tan lejanos!, años preguntándonos quién era más fuerte, si La Masa o Superman, mientras pateábamos los kioscos del barrio en busca de más dosis de aventura, enviando cartas a los correos del lector, viendo pasar las tardes sentados en un portal mientras hablábamos de Bullseye y Kingpin, de la renovada etapa de la Patrulla X de Claremont, de cuál era el mejor dibujante de Conan(si Buscema o Barry W. Smith) o despotricando contra las subidas de precios de 5 ptas de Fórum.
Es cierto que de día vivíamos en un barrio coruñés humilde llamado Agra del Orzán, pero tampoco es menos cierto que había noches en las que nos paseábamos por los tejados de Manhattan combatiendo contra peligrosos criminales disfrazados de rinoceronte o nos veíamos metidos de lleno en alguna batalla sideral Kree-Skull.

O sea y en definitiva, que si creciste, como yo, como algunos de nosotros antes de este nuevo mundo hipertecnificado y virtualizador, leyendo tebeos... ¡éste es tu libro, pues en sus páginas encontrarás parte de tu vida, de tus recuerdos, de tu historia!
Y la verdad es que nunca dejamos de habitar aquellos multiversos en los que tan felices fuimos de niños... 

Por los viejos amigos que coleccionaban tebeos, por Crom y por el Profesor Xabier... ¡no dejéis nunca de habitar esos sueños que nos hacen más humanos, más sabios y un poco mejores!

Saludos de Jim. 


P.D: ¡Es la hora de las tortas!


miércoles, 8 de enero de 2014

GENERACIÓN CUPCAKE



Douglas Coupland, además de un escritor muy recomendable, fue el tipo que acuñó el término Generación X para referirse a aquellas huestes generacionales que crecieron en plena consolidación del hiperconsumismo, de una nueva precariedad laboral para personas altamente cualificadas, de la indefinición existencial y de la pérdida de conciencia de clase a que aquel nuevo escenario del mundo, difuso y líquido, se estaba encaminando a pasos agigantados.
Aquella inmadurez, pérdida de control del entorno y sometimiento a la centelleante ortodoxia de las reglas de juego del Nuevo Capitalismo eran la obvias señas de identidad generacionales que el marco del entorno había dispuesto para sus jóvenes invitados.

Atrás quedaba la ensoñadora y literaria utopía de la Generación Perdida, el compromiso con el rupturismo de los sesentayochistas, la languidez impostada de los pasotas o el olor a Ducados y a cine checo y a tertulia de los progres de los setenta y ochenta.

Lo que yo denomino Generación Cupcake viene a ser una cohorte generacional perfilada en tonos pastel, colorista, muy virtualizada, que ha asumido sin combate- incluso con un inquietante optimismo de sistema y triunfalismo de pega- su inestable condición presente y la fragilidad de su no futuro. Es una generación blanda, conformista, petrificada en un ensimismamiento 2.0 que la lleva a creerse que su firma en Change.org o el hecho de copiar un lacito en su perfil del hiperespacio, sin más batalla que esa, va a cambiar algo las cosas.
En el fondo sabe que no, pero es una forma económica(sin exponerse a la intemperie o malgastar demasiados esfuerzos) de lavar un poco su conciencia de aburguesad@ 2.0 del siglo XXI sin moverse demasiado del sofá Ektorp de Ikea.

Es importante reseñar que esta Generación Cupcake ha retrocedido su presencia en lo real y cavado sus trincheras en el nuevo frente de lo intangible que son las redes sociales y demás sucedáneos de lo físico y presencial, y allí se han hecho... ¿fuertes?. Es este el vaporoso escenario al que sacuden con sus fotos(y la de su familia siempre perfecta, claro!) cupcake, sus sentimientos cupcake, sus pensamientos cupcake, sus meriendas cupcake con su superpandilla, sus cadenas cupcake para cambiar el mundo... 
Una especie de compulsivo y trivial exhibicionismo cupcake tan insano como estúpido y soberbio(acaban siendo yonquis del Me gusta) en el que las tradicionales formas de relación y comunicación se han ido sustituyendo por tertulias de grupo de WhatsApp, filosofía twitter y por las restantes formas- altamente fragmentadas y dispersas- de debate y compromiso, apenas relevantes y funcionales para la transformación positiva de la realidad.

Así, dentro del universo simbólico de la Generación Cupcake ya no cabe la Literatura, el Arte, los pensamientos fuertes, la ideas controvertidas, la iconoclastia o el riesgo del compromiso nervudo y rocoso, con músculo, retador, desafiante... pues estos nuevos habitantes de los "no lugares" virtuales han optado por asemejar sus rubicundos valores y principios a un mundo idílico y telenovelesco de cartón piedra- totalmente inocuo- que tratan de vender al exterior como señas personales de su aparente felicidad y prosperidad.

En definitiva, una Generación la Cupcake totalmente desactivada para la transformación social, para el reajuste activo de la realidad; una generación encapsulada en su cibernáutico presente especular, arrasada por el ombliguismo, los espejismos blandos y los pensamientos dispersos, con toda su potencial energía transformadora/creativa engullida por un sistema de "agujero negro" que solamente les devuelve evasión intrascendente, hiperconsumo y frustración a raudales.

Los cupcakes son ligeros, coloridos, jugosos. La crema suele estar conjuntada con el bizcocho y las virutas tienen una coloración muy llamativa. Alrededor de la mesa de la merienda la gente cupcake es siempre guapa, joven, sana, sonriente y se saca ininterrumpidamente fotografías en Instagram para enseñarle al mundo que ell@s habitan dentro de un planeta, aunque impostado y vacío, llamado Felicidad.
Así es la Generación Cupcake: conformista, ridículamente vitalista, intrascendente, exhibicionista, inofensiva mientras permanece pertrechada en su mundo de vivos colores, renuente al peso y adscrita perennemente a la ligereza y a la evasión mientras a su alrededor todo se desmorona.

Saludos de Jim.

Post Scriptum: Llamarle cupcakes a aquellas densas magdalenas que hacían nuestras abuelas parece que, a fin de cuentas, ha sido, por lo menos en el terreno politíco, cultural y económico, una gran idea.


miércoles, 1 de enero de 2014

SEARCHING FOR SUGAR MAN



Bienvenidos de nuevo a este humilde y descuidado- en las últimas fechas- espacio del que ya apenas casi recordaba que existía, por eso de entre algunos de mis renovados propósitos para este recién inaugurado año me he propuesto la del mantenimiento y actualización de El Bazar de Jim con una/dos entradas semanales, que la verdad es que requieren su pequeño trabajo, esfuerzo intelectual y dedicación desprendida y altruista, solamente compensada a ciertos niveles muy personales, creativos e íntimos.
Así que estad atentos, pues intentaremos acortar la frecuencia de las actualizaciones desde esta unipersonal, ruinosa y hogareña redacción.
Entre otros propósitos para este inédito año que entra también figuran la de comer más kiwis en el desayuno, comprar unas mancuernas para hacer un poco de gimnasia diaria en casa y de paso tratar de ser mucho más comprensivo con los demás humanos que pobláis el mundo y con mis propias y extensas limitaciones e imperfecciones, que al final son las que a lo mejor nos hacen diferentes, honestos y hasta un poco entrañables.

Así que quiero comenzar con algo de cine del bueno, que dicen las abuelas y madres, recomendando desde aquí un estupendo documental que un director llamado Malik Bendjelloul filmó en el año 2012; un documental del género(si es que existe tal cosa) "detectivesco musical" en el que se rastrea la figura de un desaparecido músico de Detroit de los años 60 llamado Rodríguez, que grabó un par de álbumes, vendió más de medio millón de discos en Sudáfrica y del que nunca más se supo.
Este inesperado film acaba siendo tan conmovedor y sutil como una tenue nube que pasa por delante de la luna cuando estamos observando el cielo una madrugada de otoño. Es como levantar una piedra del camino, que no esperábamos encontrar, y hallar debajo una preciosa y brillante pieza de orfebrería tallada por manos precisas y minuciosas.

Recomiendo la visión de "Searching for Sugar Man" porque es una película sobre la dignidad de la derrota, sobre la verdadera esencia del arte y del artista, sobre el reencuentro con una parte esperanzadora y brillante del ser humano.
Un documental sobre la resistencia y sobre la emoción de ser uno mismo, con nuestras pequeñas victorias y grandes derrotas a cuestas.
Que el tal Rodríguez se merecía este hermoso homenaje lo entenderéis perfectamente después de haber visionado una de las mejores y más intensas obras audiovisuales que nos ha brindado hasta la fecha el siglo XXI.

Nos vemos en unos días. Aprovechadlos mientras tanto en cosas productivas como leer algún libro de relatos de Alice Munro, participar en orgías o desintonizar telecinco, A3 o Intereconomía de vuestra parrilla televisiva para vivir así más y mejor.

Saludos de Jim.