"EL BLOG MÁS LEÍDO EN CÁCERES SEGÚN EL ÚLTIMO EUSKOBARÓMETRO"

jueves, 27 de octubre de 2011

EL SUEÑO POP-ART DE UNA NOCHE DE OTOÑO EN EL METRO DE TOKYO

Mi padre era zapatero, delgado como el brazo de una lámpara y además tenía una especie de tupé grasiento que se fijaba cada mañana untándose uno de sus dedos en una pegajosa gomina de bote y pasándoselo después por el cabello muy despacio, como un rodillo.
Mi padre trabajaba desde la mañana al atardecer, casi sin parar para comer, cosiendo los cueros abiertos, remendando botas, quitando suelas viejas y poniendo otras nuevas.
Nunca salió de su ciudad, de nuestra ciudad.

Cuando yo era pequeño, mi padre me llevaba todas las mañanas al colegio... y cada una de esas mañanas(lo recuerdo perfectamente) a mi me atenazaba una profunda e hiriente vergüenza por el hecho de que los demás niños me vieran acompañado por aquel pobre padre zapatero, grasiento y remendón, que nunca había logrado reunir el dinero suficiente para salir de su ciudad, de nuestra ciudad.
Un día le comenté a un amigo del colegio el insufrible bochorno que yo padecía al tener el padre que tenía. Ese amigo se lo dijo a su madre. Su madre se lo hizo llegar a mi madre una tarde que merendábamos todos juntos en su casa, y mi madre se lo confesó a mi padre esa misma noche después de hacer el amor.
Mi padre no me acompañó al colegio a la mañana siguiente... ni a la siguiente, ni a la otra. Nunca me volvió a acompañar al colegio.


Pasaron los años.
Cuando mi padre enfermó a mí ya no me daba vergüenza mi padre, aunque hubiese sido toda su vida un zapatero grasiento y remendón que nunca había salido de su ciudad. Pegado a su cama en sus últimos momentos, me confesó el enorme dolor que le había causado el hecho de enterarse de la vergüenza que su único hijo sentía hacía él, hacia su pobreza y su trabajo, hacia su ausencia de bagaje y conocimiento del mundo, así que me contó que desde ese mismo día se había dedicado cada noche en la intimidad de su habitación a la lectura y estudio metódico de las guías y libros de viajes que iba comprando, a un precio muy asequible, en una tienda de libros de segunda mano que había de camino a su pequeño taller de zapatero.
- ... así que ahora, hijo, ya estoy preparado: pregúntame por mis viajes...

Y yo le dije París. Y mi padre me habló de una exposición de Cézanne que había visto en el Barrio Latino y de cuando casi se cae al Sena con mi madre. Y yo le susurré Londres y me comentó el tamaño exacto de la estatua de Darwin en el Museo de Historia Natural y cómo casi pisa una ardilla en el parque de Kensington... New York, Oslo, Lima... hasta que ambos nos quedamos dormidos en el silencio de aquella larga noche de ciudades y viajes invisibles mientras le pedía perdón por mi infantil estupidez y le recordaba lo orgulloso que me sentía ahora de haber tenido un padre zapatero, grasiento, remendón y... viajero... como él.

Aquella noche de hace ya siete años aprendí dos cosas: una, que también se podía viajar en un sentido que no era el estrictamente físico y convencional; y dos, que había tardado demasiado tiempo en aprender a juzgar correctamente a las personas y a lo bueno que contenían más allá de su apariencia.
Ambas cosas me las enseñó mi padre.

Hoy me he levantado en Tokyo. En el metro, entre carteles de Pop-Art de los setenta y ochenta. Fue mi padre el que me dijo que me iban a gustar, pues eran coloridos y hermosos recordatorios de cosas tan sencillas como tratar de no dejar olvidados nuestros paraguas, evitar tirar chicles al suelo, no fumar o no invadir espacio de los demás en los asientos de los vagones... porque las mejores historias siempre nos hablan de cómo las mejores cosas de la vida suelen ser siempre las más pequeñas y sencillas y las que más desapercibidas pasan ante nuestros ojos.




















Saludos de Jim.

miércoles, 19 de octubre de 2011

SEGUNDO DE CHOMÓN Y OTROS PIONEROS DE LOS EFECTOS ESPECIALES EN EL CINE


Hasta llegar a películas como Parque Jurásico, Terminator o Avatar, el Cine de efectos especiales ha tenido una progresiva, lenta y sorprendente Historia de hallazgos y descubrimientos.
Hay que remontarse hasta el lejano siglo XIX para bucear en los orígenes del trucaje cinematográfico con una proyección de la Edison titulada "La ejecución de María Estuardo, Reina de Escocia"(1895) para poder observar como la cabeza de la reina se separa del tronco ante la atónita mirada de los hipnotizados espectadores de la época.
El primitivo truco consistía en unir a la secuencia original con actriz real otra con un maniquí como si fuese un plano continuo y transmitir la ilusión de conjunto.
Se había descubierto algo- que ahora nos parece tan elemental- como la parada de cámara, efecto mágico en aquellos inocentes tiempos de primer Cine.

Posteriormente fue el gran Meliès con su "Escamoteo a una dama"(1896) o "La Luna a un metro"(1898) el que utiliza el recurso de la doble exposición y la fotografía sobre fondos negros, creando gracias a ello nuevas y complejas ilusiones ópticas. Así que mientras Meliés coqueteaba con sus fundidos y encadenados, el británico G. A. Smith jugaba- creador también del movimiento invertido: una persona se cae desde una ventana e, inmediatamente, vuelve a ascender como si nada- a realizar varios cortes dentro de una misma secuencia, dotando a la escena de coherencia y continuidad sin problema.
Ya en "Viaje a la Luna"(1902), de George Meliès, está recopilado todo este repertorio de trucajes y efectos ópticos del embrionario arte del Cine: dobles exposiciones, parones de cámara, sobreimpresiones, etcétera.

Segundo Víctor Aurelio Chomón y Ruíz(Segundo de Chomón, para entendernos) nace en Teruel en 1871 y es uno de los pioneros en esto de los primitivos efectos especiales de las películas. Se le considera uno de los grandes de la técnica del Stop- Motion o Paso de Manivela, que consiste en la encadenación y engarce de imágenes fijas para transmitir la sensación de movimiento. Este turolense trabaja para la Pathé francesa y para la Itala Films de Turín después de jugar con las maquetas en "Choque de trenes"(1902) o de contribuir con sus sobreimpresiones en filmes como "Gulliver en el país de los gigantes"(1903), precediendo al maestro Harryhausen varias generaciones.
Pero si hay que citar la piedra angular y obra cumbre del aragonés pionero de los FX, ésta es una joya de 1905 que lleva el título de "El Hotel Eléctrico", en la que Segundo de Chomón desarrolla y perfecciona su famoso paso de manivela de forma extraordinaria, dejando establecido ya un temprano punto de inflexión(un antes y un después) en la forma de acercarse a las técnicas del trucaje cinematográfico de la Historia del Cine.
Pura arqueología cinematográfica.

Antes de degustar "El Hotel Eléctrico" en toda su espléndida dimensión, habría que tratar de ponerse un poco en la piel de aquel virginal espectador de principios de siglo que está asistiendo incrédulo al nacimiento de un nuevo arte, de una insólita forma narrativa(la más realista de todas, pues incluye movimiento e incluirá posteriormente sonidos y voces) que rompe con todo lo anterior; habría pues que imaginarse el impacto visual que tendría en aquella retina estos objetos animados que se trasladan de un lugar a otro de la habitación y que se introducen solos en aparadores y cajones.
La fascinación y magia primitiva del Cine en estado puro en los ojos de aquellos afortunados primeros espectadores del siglo XX:



Saludos de Jim y ¡qué grande es el Cine!

sábado, 1 de octubre de 2011

451 º F


El joven delincuente estaba tan harto de su vida que decidió ahorcarse con un viejo cinturón esa misma tarde de invierno. Pasó la soga por encima de la viga de madera del techo y apiló un montón de libros- que había robado de una casa la semana pasada- para encaramarse sobre ellos y así anudar el cinturón al cuello cómodamente.
Antes de subirse encima de la pila se le ocurrió abrir uno de los libros, al azar. Allí dentro leyó las siguientes palabras:

"... A la mañana siguiente se despertó tarde, tras un sueño agitado que no lo había descansado. Se levantó bilioso, irritado, de mal humor, y consideró su habitación con odio. Era una jaula minúscula, de no más de seis pies de largo, y tenía un aspecto miserable con su papel amarillento y lleno de polvo colgando en jirones de las paredes".

Al joven delincuente le picó la curiosidad. Aquéllo podía no significar nada pero también podía significarlo todo, así que comenzo a leer muy intrigado la historia del estudiante Raskolnikov y le pareció tan entretenida que en todo el invierno no se volvió a acordar más de su vocación de suicida en ciernes.
Así que cuando llegó la primavera ya había devorado a Twain, Aldecoa, Saint-Exupéry, Balzac, Colette, Ray Bradbury... y leyó tanto que al final se sacó dos carreras y una plaza de auxiliar en una biblioteca municipal de su ciudad.

Y el joven delincuente fue tan feliz que vivió hasta los 451º F, la misteriosa edad en la que desaparecen en las cálidas noches de otoño los buenos lectores, entre montones de hojas secas que arden al más leve contacto de la imaginación y se elevan en una casi invisible columna de humo, sueños y ceniza hasta el asteroide B 612(en el que hay tres volcanes) para así fertilizar la única rosa que hay en todo el planeta.

Fin.

Saludos de Jim y a leer mucho y bien este otoño.