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domingo, 14 de junio de 2009

HOPPER, DE GASOLINERAS Y CARRETERAS DESIERTAS

Esta semana he aprendido varias cosas: que cada uno de nosotros llevamos dentro 97.000 kilómetros de vasos sanguíneos; que existe un virus informático llamado "el virus de la doble tilde" que me ha costado un par de días limpiar del ordenador, y que una empresa con unas deudas multimillonarias y con problemas con hacienda( "hacienda no siempre somos todos") puede contratar un nuevo empleado por la módica cantidad de 94 millones de euracos, que se dice pronto pero que a mí me cuesta ganarlos un par de añitos... y haciendo horas.

Dicho esto, recordar que hace un par de años en Madrid tuvo lugar una exposición del pintor Edward Hopper (EEUU, 1882-1967). E. Hopper es uno de mis pintores favoritos por mil y una razones: su composición clásica que transmite una sensación de ordenada plenitud, su tratamiento evocador de la luz y los espacios, sus personajes ensimismados y paisajes solitarios en medio de la nada... en los lienzos de Hopper hay un inquietante profundidad, cierta luz íntima en los personajes que se transparenta en la quietud de esos espacios desiertos y personas leyendo o en soledad, en una continua huida hacia sí mismas.
La búsqueda del primer y último refugio: el de un@ mism@.

La realidad de Hopper es un espacio pictórico perfectamente integrado. Un estilo muy personal y definido con ángulos reconocibles, formas arquitectónicas limpias, paisajes esquemáticos.
Hopper resumía su trabajo como "una búsqueda continua de luz", alejado de vanguardias y corrientes pictóricas y culturales en boga en su momento. Las escenas recreadas por él han sido fuente de influencia reconocida para cineastas, escritores de serie negra, dibujantes de cómics, fotógrafos... hasta en The Simpsons ha disfrutado de su propio homenaje.

Gasolineras desiertas, carreteras polvorientas y gentes solitarias con un libro abierto en un vagón de tren o sentadas bajo la inaugural luz de la mañana en una habitación de hotel o en una tumbona.

Recuperar a Hopper es un acto de justicia poética, de reivindicación de la excelencia de la calidad estética sin ataduras coyunturales.
Sus trazos limpios, el uso de la luz y el color como recurso revelador de ciertas parcelas insólitas de la realidad, su poderosa y sugestiva línea realista... una forma de entender la pintura a contracorriente de la época, y que quizás precisamente por ello haya perdurado más allá de la simple adscripción al rutinario acervo de las formas artísticas imperantes.

Hopper no sólo es Nighthawks... es también Morning Sun, Hotel Room, Gas...

En su "Mañana de Domingo" (Fotografía de Arriba) no hay nadie y casi nada, pero por la luz, la sensación de vacío y de languidez estática de las pocas cosas allí presentes, por la tonalidad del cielo, las sombras, sabemos que solamente puede ser domingo. Ningún otro día de la semana es así. Y pintar un domingo no debe ser fácil. Esa inquietante sensación de vacío, melancolía y desasosiego metafísico que producen los domingos. Grandísimo Hopper.

Saludos de Jim y mucho cuidad´´in con el virus de la doble tilde ´´ ´´ ´´.

4 comentarios:

negrín dijo...

Jim, Hopper es también un síntoma de estos tiempos, la ciudad como un ser extraño habitado por seres extraños, solitarios, la ciudad muerta y bañada en una luz enfermiza los domingos, la ciudad fría con gente ensimismada y ajena a lo que ocurre a su alrededor, la ciudad y sus rincones a los que generalmente no prestamos atención, la ciudad como generadora de los no-lugares. Hopper es un pintor maravilloso, pero tiene cierto riesgo en momentos tristes y meláncolicos. Por ello, no es recomendable ver cuadros de Hopper al mismo tiempo que escuchamos un blues de Tom Waits y tomamos bourbon con cocacola. A menos que tengamos una rubia a medio metro y hayamos ya cobrado la paga extra de diciembre

Jim Alegrías dijo...

Pues, amigo Negrín, debo de ser de los pocos a los que Hooper no les causa un especial desasosiego... muy al contrario, pues esos espacios y seres solitarios me transmiten un esperanzador sosiego, una calma placentera, una sensación de plenitud y sabia serenidad.
Pero como ya sabes, yo es que soy simétrico.

Saludos de Jim.

negrín dijo...

Bueno, Jim, no se trata tanto de desasosiego, pero yo creo que Hopper destila cierta tristeza, o más bien sus personajes. Mi impresión es que los cuadros de Hopper son pequeñas obras narrativas, donde no se sabe si el cuento está al comienzo o al final. No sé por qué encuentro cierto paralelismo entre Raymond Carver y Hopper, te lees un cuento de Carver, miras una pintura de Hopper y notas una sensación muy parecida.

Jim Alegrías dijo...

La conexión entre Hopper y Carver es total.
Esa densidad y peso de lo que no se dice pero está ahí, agazapado y latente.
Un instante colgado en mitad de la noche que parpadea como una luz de neón, que aparece y desaparece, y que baña a esas figuras estáticas que lo expresan todo sin decir casi nada.
Eso es Aves Nocturnas y son muchos relatos de Carver.

Con ellos siempre tienes la impresión de que sólo más allá de la hoja o el lienzo reside la gran verdad, que siempre desborda estos escuetos márgenes de representación artística.