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sábado, 2 de enero de 2010

¡¡¡FELIZ AÑO VIEJO Y LA JUVENTUD BAILA!!!!



Antes de nada- y más por llevar la contraria que otra cosa, pues ya estaréis hartos del coñazo del Feliz Año Nuevo- quiero felicitaros a tod@s por esos años consumidos que ya lleváis en la mochila y que sé que se os han pasado volando. Y es que es importante también trabajar en el presente para tener felices años viejos, no sólo años nuevos.
Reconciliarse con todos esos nosotros que fuimos un día.
Somos en estos precisos momentos esa suma de errores, decepciones, alegrías, decisiones(acertadas o no), éxitos y fracasos pasados y tenemos que aprender a ordenar todo este bagaje de manera sencilla y práctica en nuestro equipaje, integrándolo para que en vez de un lastre agotador que nos continúe erosionando por dentro, podamos aprender de ellos y nos sirvan un poco para hacernos más soportable- al comprendernos mejor a nosotros y a los demás- todo lo que nos queda por vivir.
Aquellos que continúan siendo prisioneros del pasado, ya se han rendido sin saberlo al presente y al futuro, por eso es vital también el hecho de tratar de convertir en productivos, en felices, los años que fuimos, encajándolos de forma natural y nada traumática en el nosotros que ahora mismo habitamos.
Así que feliz 2010, pero también os deseo un buen 1995, 2004, 1987...!!!!!
Ahora, al meollo de: ¡¡¡LA JUVENTUD BAILA!!!
Cuando yo era un adolescente me imaginaba que cualquier persona de más treinta años era ya un ser adulto, centrado y autorrealizado, con un proyecto vital sólido y con esas incertidumbres, desajustes hormonales y titubeos de la juventud ya superados e integrados perfectamente en su equipaje existencial.
Pero cual fue mi sorpresa al darme cuenta de que no siempre era así, y cada vez lo era menos.
Me explico.
Considero que hay una característica común generacional entre los nacidos a partir de los años 70 y es el hecho de pasarse la vida posponiéndolo todo para un futuro próximo mientras adoptamos costumbres y ritmos de vida impropios de nuestra franja de edad- más propios de cuando teníamos 15 años menos- , aprisionados en una burbuja artificiosa de espejismos pubescentes, inmaduros.
La precariedad laboral, el coste de la vivienda, la dificultad añadida de conciliar el mantenimiento de los hijos al haberse incorporado masivamente la mujer al mercado laboral, la devoción inculcada por la mercadotecnia mediática hacia una fórmula de eterna juventud, con la depreciación que de la madurez y vejez suponen... han dejado a una buena parte de esta generación- y las siguientes- desubicada, sin GPS natural, sobreviviendo a salto de mata cada nuevo día, sin proyectos vitales o sentimentales sólidos, atrincherados y confusos con treinta y pico entre Facebooks y Badoos, quemándose las pestañas entre esperanzas de cristal líquido, horas entre espejismos de chats, fast-ligues de cuatro tardes sin ningún arraigo ni profundidad sentimental y arrastrando consigo esa multitud de sueños virtuales cuajados de la estética edulcorada de la MTV, de un anuncio de colonia neorromántico o de la última comedia pastelona mainstream norteamericana en la que todos son jóvenes, guapos y triunfadores.
Como dice Galeano: " a lo perenne lo han vuelto caduco y a lo caduco lo hicieron perenne".

Y por el camino se han ido quedando esos adultos de treinta y pico infantilizados a los que le cuesta tomar decisiones más allá de cuántos días a la semana van a bajar a tomarse las copas, a quién le echarán los tejos esta semana o la próxima o con el único proyecto vital de prepararse un viajecito a Punta Cana a "pillar mulatas y cacho".
Es una constante esta inmediatez, cortoplacismo existencial, bombardeados de estímulos irreales sobre nuestras posibilidades y potencialidades, coleccionando nadas muy aparentes, aplazándolo todo, confundiendo felicidad con placer e intensidad con vértigo y velocidad...
Amando de Miguel ya hablaba hace años de esa juventud hedonista y narcisista, desnortada, y con mucho sentido común:
" la juventud es un momento en que dependes de la familia de origen, en cuanto fundas tú una familia y tienes un trabajo estable, ya no eres joven. La juventud es un estado artificioso, efímero, lo que la define es la dependencia, que todavía no eres autónomo, sea la edad que sea. Pongamos la adolescencia hasta los veinte y la juventud hasta los treinta, yo creo que es ahora lo convencional"
" ... el narciso vive bien en la relativa opulencia y en la relativa irresponsabilidad que ha supuesto hasta ahora... el narciso es brillante, hedonista y fantasioso; anhela la continua autosatisfacción; impone su propia visión del mundo; es manipulador y promiscuo en sus relaciones de amistad; busca llenar con continuas experiencias su vacío interior; se le hace difícil amar y anhela ser amado; su sistema de valores es oscilante; carece de sentido de culpa; depende continuamente de la aprobación de los demás; arrastra su adolescencia; sabe manipular a los demás sin establecer lazos afectivos sólidos..."
Y aquí se está hablando de muchos de nosotr@s, otra cosa es que nos guste o no sentirnos señalados o radiografiados.
No somos directamente culpables de este estado de cosas, pues esto tiene una dimensión cultural, mediática y social que nos desborda, sometidos y expuestos como hemos estado a un tercer grado en el cual se nos reconvenía para la elusión de obligaciones, se nos inducía de forma sutil a posponer cualquier decisión para pasado mañana, a consumir continuamente sentimientos, emociones, objetos, ropa, sueños, personas... para pasar a la siguiente fase y continuar eternamente subidos en esa montaña rusa de excitantes y vertiginosos estímulos(segregando constantemente adrenalina y pagando con nuestro equilibrio psico-afectivo por ello) desde esa altura en la que no se necesita ni comprender ni sentir nada para ir rellenando compactamente las esquinas vacías que contenemos... pues en esta modernidad aparente nos hemos ido acostumbrando a engañar con espejismos y ruido, día a día, hora a hora, al eco de esos nuestros espacios huecos.
Bótox en ancianas de 70 años, implantes mamarios en niñas de 15 años, los abdominales del Ronaldo, el nuevo rostro de la Estebán, puenting, experiencias de riesgo de fin de semana, tríos, cuartetos, intercambios, el peso perfecto, Teletienda, síndromes de Peter Pan en treintañeros, consumo cultural masivo estándar de ese que se encuentra y compra en grandes superficies comerciales, se anuncia en TV o se proyecta en los multicines Filmax, macropartys con Dj´S y soniquetes atronadores, despedidas de solter@ o fiestas de divorcio con Strippers, treintañeras y cuarentones que piensan y se comportan como adolescentes de 15 años con sus desajustes hormonales y existenciales a cuestas, etcétera.
Todos instalados en la Cultura Kleenex de lo superficial, caduco y aparente, buscando el elixir perdido de la eterna juventud como si fuésemos el alquimista Cagliostro, saciando con urgencia compulsiva los apetitos más inmediatos y mundanos en vez de intentar dotarnos de los recursos necesarios para bosquejar el esquema más importante, el del camino hacia la felicidad o equilibrio armónico de las distintas partes, que está siempre lejos de la inmediatez vertiginosa de los ingredientes anteriores y que tiene que ver con la asimilación reflexiva de lo vivido, con la aceptación de nuestras circunstancias presentes y con nuestros proyectos y esperanzas de futuro.
Hay que releer a los clásicos cuando mencionan que el placer por el placer conduce inevitablemente a la melancolía e insatisfacción. Pero mientras tanto Danzad, Danzad, Malditos, hasta la extenuación y el paroxismo, hasta caer rendidos y vacíos como en la película de Coppola, una digna adaptación de la obra maestra negra de Horace McCoy: "¿Acaso no matan a los caballos?".
Pero siempre teniendo presente junto a Benedetti la cuestión de que el tiempo no se detiene nunca para esperarnos en la siguiente esquina:

PASATIEMPO

Cuando éramos niños
los viejos tenían como treinta
un charco era un océano
la muerte lisa y llana
no existía

luego cuando muchachos
los viejos eran gente de cuarenta
un estanque era océano
la muerte solamente una palabra

ya cuando nos casamos
los ancianos estaban en cincuenta
un lago era un océano
la muerte era la muerte de los otros

ahora veteranos
ya le dimos alcance a la verdad
el océano es por fin el océano
pero la muerte empieza
a ser la nuestra.


Saludos de Jim y recordad siempre lo que dijo la Pantoja en una entrevista:
- ... estoy orgullosa de haber paseado la bandera española por los cuatro continentes del mundo...

4 comentarios:

TEMIS dijo...

Hay una involución clara en la sociedad. La juventud es un anhelo continuo, está sobrevalorada, y por tanto, nos negamos a envejecer. Cremas, bótox, tintes, ropa...todo orientado a aplacar los efectos implacables del tiempo sobre tu cuerpo y viendo que esto es inevitable, lo hacemos con la mente, con actitudes y actividades impropias de esa edad, que no hacen más que acrecentar la frustación de que el tiempo pasa y no puedes recuperarlo. Claro que, uno debe ser consciente de esta premisa, no se puede detener el tiempo y uno debe hacer aquellas cosas acordes con su edad. Hay un tiempo para cada cosa, y lo peor que puede hacer uno es volver la vista atrás y no haber cubierto etapas y habérselas perdido. Es curioso, se ha pasado del respeto por el patriarca y su sabiduria, denostado ahora y obviado en aras a la eterna juventud. Y a mi siempre me sigue gustando escuchar la voz de la experiencia.

molespink dijo...

FELIZ AÑO !!!

toy en recuperacion leo la entrada de a ratitios jeje

saludos

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

(Modificado)

Uno de los mejores artículos que te he leído Jim, pero siendo un debate interesante hay gente que creo lo enfoca mal.

Es cierto que nos hemos rendido ante la salida facil, y nadie quiere envejecer, quizás tambien porque el modelo de adulto venerable algunas personas lo están volviendo tan desagradable, que nadie quiere serlo... empezando por nuestro amigo Amando de Miguel, que es un poquiño reaccionario.

No se puede ensimismar uno en buscar una solución trascendente si para uno mismo no existe hasta que se den las circunstancias o este no ha sido capaz de verlas, y mientras tanto, uno tiene que ser lo suficientemente inteligente para intentar ser simplemente feliz.

Cuando eres joven simplemente le das una importancia descompensada a cosas fútiles, y cuando maduras entonces lo entiendes y lo enfocas de otra manera. El problema seguramente viene cuando uno desecha su juventud sin, como bien dices, aprender de lo vivido y siendo valiente analizando lo que pasó. En determinados razonamientos de gente adulta me temo que hay algo de autoengaño, reconstruyendo sus recuerdos y metiendo determinadas cosas debajo de la alfombra.

Con la caída de los antiguos regímenes en todo occidente, desde hace casi 50 años, a veces no hemos sabido gestionar nuestra libertad, y, o se ha encumbrado esta libertad, o se ha puesto en tela de juicio.

Hace 50 años uno pasaba de niño a adulto, de hecho no había ni ropa para adolescentes. Uno pasaba de llevar pantalones cortos de niño pequeño a pantalones largos de caballero. Uno en todo caso era un hombrecito, y era padre de familia con 22, 24 o 26 años.

La adolescencia en toda su plenitud específica aparece con la democracia, y con la posibilidad de que el ciudadano se autodetermine hasta el punto de que esto lo define todo.

El reto ahora sería dibujar como se vive en libertad, sin necesidad de acabar en el discurso de Juan Manuel de Prada.

Un saludo.