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martes, 19 de enero de 2010

DE OPTIMISTAS Y DEBILITADORES

Quizás una de las mejores herramientas de las que los seres humanos disponemos para enfrentarnos a los desconcertantes vaivenes de la existencia sea el optimismo, o convicción innata de que todo puede mejorar en nuestra vida en un momento dado.
El optimista se rehace antes que los demás porque es plenamente consciente de su situación actual- sea la que sea-, porque dispone de suficiente capacidad de reacción y porque es capaz de visualizar su estado futuro siempre de forma provechosa, en toda su dimensión afirmativa.
El optimista renace como el ave fénix de sus propias cenizas. Sabe que la vida es algo que se improvisa sobre la marcha, que no existen borradores previos, pero que si se está dispuesto a aprender de los errores, equivocaciones o aciertos propios el camino es siempre algo menos fatigoso.
Luis Rojas Marcos lo define muy bien: "la vida está llena de golpes que nos desorientan e impactan. Es en esos momentos cuando hay que recurrir al optimismo para afrontarlos y superar la adversidad, aunque sí es cierto que no todos tenemos la misma capacidad para superar los problemas".
Por eso ser o rodearse de personas que hacen del optimismo una forma de vida es esencial para proveernos de una equilibrada calidad de vida a todos los niveles: intelectual, emocional...
La persona optimista se resumiría en una gran frase de película que alguien me apuntó hace poco: "... no tiene nada, pero lo aparenta todo".

Todo lo contrario, la némesis oscura, en las mismas antípodas negativas, pasa con esos personajes que yo denomino "delibitadores": gentes que suelen poseer un instinto muy arraigado de neurosis, de destrucción, unas aptitudes que tienen más que ver con el Tánatos y el pesimismo endémico y erosionador de sí mismo y de los demás.
A estos vampiros energéticos se les reconoce enseguida porque desgastan a los demás rápidamente con sus neuras, autoinculpaciones y constantes obsesiones, permanentemente acomodados en los perfiles negativos de cada palabra, acción o elección, propia o ajena.
Tienen la oscura facultad de introducirse, como si fuese la primera vez, en cada nuevo laberinto que se les presenta, arrastrando de paso a los demás a sus callejones sin salida, socavando con su indefensión e inseguridad crónica la fortaleza, la luz, las energías acumuladas de los demás.
Como mencionaba Churchill con acierto: "Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad".

Si los optimistas consiguen el milagro de simplificarnos lo complejo de una manera pasmosamente sencilla, los debilitadores funcionan exactamente al contrario: dificultando hasta el absurdo las cosas más elementales, instalándonos poco a poco en un sutil círculo vicioso de negatividad que nos acerca un poco más a ese estado de infelicidad compartido a que todas sus estrategias vitales tienden.
Dicen los que saben de esto que hay que apartarse a tiempo de la gente que está permanentemente acomodada en la autocompasión, que le dan gran importancia a cada suceso negativo mientras minusvaloran los positivos, que se creen que siempre tienen la razón y que viven obsesionados con los posibles males que les traerá el futuro, malviviendo y derrochando así su presente.
El País de las lágrimas es muy misterioso... y quienes viven dentro de él tienden a propagar el contagio de esos espacios de tristeza, de esas aptitudes quejumbrosas y pusilánimes, de esa letanía perenne de fracasos, decepciones y desengaños con que arrastran en su discurso y devenir existencial a sí mismos y a los demás, irrigando su entorno inmediato de palabras grises, de callejones sin salida y emociones negativas que nos arrastran un poco más hacia el agobiante abismo en el que habitan a diario.
Mientras que los debilitadores asfixian y menguan nuestro potencial positivo con cada uno de sus contactos, los optimistas nos revitalizan, cargan las baterías y oxigenan, por eso la compañía de un optimista es tan regeneradora para nuestro espíritu, o debiera de ser, como la de un libro de Carver, un café con amigos o una comedia de Bogdanovich.

"Ahora bien, había unas semillas terribles en el planeta del principito... eran las semillas de baobab. El suelo del planeta estaba plagado de ellas. Y de un baobab, si uno se deja estar, no es posible desembarazarse nunca más. Obstruye todo el planeta. Lo perfora con sus raíces. Y si el planeta es demasiado pequeño, y si los baobabs son numerosos, lo hacen estallar... es cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Después de terminar la higiene matinal, hay que hacer con cuidado la limpieza del planeta. Hay que obligarse regularmente a arrancar los baobabs en cuanto se los distingue de los rosales, a los que se parecen mucho cuando son muy jóvenes. Es un trabajo muy fastidioso, pero muy fácil". ( El Principito, de Saint Exupéry)

¡¡ Niños, cuidado con los Baobabs!!!

Saludos de Jim "Coelho" Alegrías.
Lección de vida gratuita nº 3.

7 comentarios:

Scallet O´Hara dijo...

Dicen que los pesimistas son optimistas informados, yo no estoy muy de acuerdo. Los pesimistas son esos tipos cenizos que no ven nunca luz al final del túnel, que te absorben la energía y te agotan, que te chupan la sangre y después de haber terminado contigo, acampan en otra presa hasta debilitarla, y asi sucesivamente. Son esa especie de parásitos que viven de la energía ajena pero nunca hacen de esa energía algo vigorizante de su espíritu. Ojito con ellos, lo mejor, mantenerlos lejos.

Pablo Franco dijo...

Ayer oí una frase que me encantó, de un optimista.
Le preguntaban, "Si no hubiese crisis, ¿a usted cómo le gustaría vivir?" y contestó "pues como ahora, pero pudiendo.

Fantástico.

Anónimo dijo...

"No tiene nada, pero lo aparenta todo". Es una frase muy triste para definir a un optimista.
Aparenta ser una persona que solo vive de lo que los demás piensan de el.

Pablo Arangüena dijo...

Pues parece que acaba de salir de la cárcel Alí Agca, el turco que atentó contra el papa Wojtila y una de sus primeras declaraciones ha sido: "Todos los hombres morirán en este siglo".

¿Será un vampiro energético? Primero lo de Juanpa (mal rollo, atentar contra un hombre santo vestido todo de blanco) y ahora decir eso de los hombres...Aunque bien pensado tiene razón. Casi todos moriremos en este siglo y, en cambio, nuestras viudas seguirán por ahí sobreviviéndonos y jugando a las cartas y tomando el aperitivo unas con otras en sus sitios favoritos y yendo a las exposiciones y conferencias.

ulises lima dijo...

No deja de ser un simplismo dividir a los humanos en optimistas y debilitadores, pues aunque ante un problema, el que sea, para poder enfrentarlo con cierto éxito sea mejor tener cierta dosis de energía y buen rollito, hay problemas que por mucho que te esfuerces no hay manera de hincarles el diente. Creo que era Ferlosio el que decía que lo más sospechoso de los problemas era la facilidad con que los hombres encontraban las soluciones, fuesen las que fuesen, añado yo.

Tener un optimista a tu lado todo el día puede ser más “debilitador” que tener un ídem pegado a la oreja. Si yo tuviese un vecino que me dijese todo el día “no hay mal que por bien no venga” o “no hay mal que cien años dure”, creo que terminaría por envenenarlo. En cambio, con un debilitador puedes hacer más cosas. Te encuentras a uno de éstos, que te suelta a las primeras de cambio en la escalera, “la cosa está bien jodía” y le puedes decir “qué razón tienes, macho, ¿va un cafetito para transitar la cosa? Y lo más seguro es que se apunte y hasta te sonría.

En una película, el personaje que interpretaba Tom Waits le decía al personaje que interpretaba Jack Nicholson que el médico le había diagnosticado un cáncer de hígado, a lo que Tom Waits añadía: “es lo primero que tengo que sea mío...”, y tampoco se trata de eso. Hay cosas que es mejor no tener.

De todas formas, si uno tiene una mujer optimista y una suegra debilitadora frente a la variante tener mujer debilitadora y suegra optimista, siempre será preferible la primera opción a la segunda. Pero todo eso es relativo si el próximo domingo pierde el Deportivo... ¿o no?

Pablo Arangüena dijo...

Ulises Lima, eres un diletante incorregible.
Propongo que Jim Alegrías sea nombrado ministro de cultura en vez de la Sinde esta que parece muy maja y muy zen pero el traje le viene ancho.
Viva el realvisceralismo.

Jim Alegrías dijo...

Y prometo solemnemente, ya antes de jurar el cargo propuesto por Pablo A., que a partir de ese momento el único material obligatorio para los infantes en las escuelas y guarderías será La Enciclopedia de los Jóvenes Castores, compendio único del saber y la cultura universal, como La Enciclopedia Británica.

Cómo hacer fuego dentro de un iglú o guiarse por la estrella polar en pleno desierto puede ser vital para el futuro de nuestros hijos.

Scarlet:Buena aproximación al espíritu parasitario.

Pablo F: Los que llevamos toda la vida "casi pudiendo" la verdad es que notamos un poco menos el impacto de la crisis.
La fuerza de la costumbre.

Anónimo: Hay gentes que tienen ese extraño don: el de poseer poco, pero ser mucho.
Quizá la cuestión radica en cómo interpretemos lo de "aparentar".
Yo lo entiendo como una correcta y productiva utilización de los recursos y habilidades propias, innatas.

Pablo A.: Las mujeres son más resistentes al tiempo,al dolor y al tedio... o sea, a la vida.
Ojalá Agca tenga razón. Por lo menos se acabará el fútbol y se verá más patinaje artístico.
Yo lo prefiero.

Ulises: Coño, Ulises, que un optimista no es sólo el plasta del 3º F que te repite en la escalera cada día la letanía de "no hay bien que por mal no venga" o " no hay mal que cien años dure".
Un optimista es el tipo que en los momentos clave coge las riendas, aporta soluciones y te facilita la salida.
Más o menos.


Saludos de Jim, optimistas, que sois unos optimistas del copón.