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jueves, 24 de junio de 2010

LAS COSAS, DE GEORGE PEREC


"En el mundo en el que vivían, era casi de rigor desear siempre más de lo que se podía adquirir"

Las Cosas es una novela breve, apenas 150 páginas, que radiografía con punzante lucidez el arquetipo de sociedad occidental de consumo que se habría ido conformando durante todo el siglo XX.
George Perec disecciona- a través de una mecánica narrativa precisa, limpia y sencilla- todo un sistema de vida basado en el poder alienante del mercado, de sus espejismos en forma de deseos siempre insatisfechos y de las constantes expectativas de cambio interior que depositamos sobre nuestras capacidades de adquisición de objetos, de bienes, de cosas.

- ¿Me suicido o me tomo una taza de café?, que decía Camus.
Pues de esto, más o menos, va esta pequeña gran novela: de que vivir es una gran casualidad; de la encrucijada de elecciones y de los respectivos costes de oportunidad que supone la existencia humana en las sociedades modernas e hiperconsumistas.
Jérome y Sylvie sueñan desde su diminuto apartamento parisino con rodearse de divanes Chesterfield, plátinas Clement, camisas de Doucet, etcétera. El mundo está lleno de cosas bellas que les hará mejores personas; su existencia está condicionada por los escaparates, los delicados grabados, por la ropa elegante y exclusiva, por los tricot de seda de Cornuel o los zapatos italianos de piel trenzada... en definitiva, sus deseos pasan por ese "el tener promete el ser" con el que a diario les bombardean( ¡y estamos en los años sesenta!) desde la televisión, los paneles publicitarios y las revistas.
Una banal búsqueda de belleza, de ansiada perfección, condenada a la rutina de la insatisfacción entre una multiplicidad cada vez mayor de estímulos a la que Jérome y Sylvie son sometidos por el ininterrumpido zumbido ambiental.
El tobogán machacón que solamente tiene una salida prevista: la frustración.

"Otras veces no podían más. Querían pelear y vencer. Querían luchar, conquistar su felicidad. Pero, ¿cómo luchar? ¿Contra quién? ¿Contra qué? Vivían en un mundo extraño y tornasolado, el universo espejeante de la civilización mercantil, las prisiones de la abundancia, las trampas fascinantes de la dicha"

El ansia de poseer devora a Jérome y Sylvie, que no conocen la llamada "ley de utilidad marginal decreciente" como la conoce Perec, sociólogo de formación, por la que conforme los ricos se hacen más ricos, cada unidad adicional de riqueza les satisface menos. Jérome y Sylvie son ejemplo perfecto de "maximizadores": sólo quieren lo mejor( "quiero lo mejor para mi hijo... en vez de pensar más eficientemente: " simplemente quiero lo bueno para mi hijo"), les frusta carecer del supuesto refinamiento y exquisito existir de la gente que posee cosas caras y bellas; compiten en su imaginación- en su escala de satisfacción vital fantaseada- por ser los mejores. Su meta es llegar a la felicidad a través de las cosas.
Desconocen Jérome y Sylvie que cuando se cruza el estadio de la pobreza para llegar al de una subsistencia adecuada y digna, los incrementos posteriores en el nivel de renta no tienen casi ningún efecto sobre la felicidad.
Así que vivir en una sociedad repleta de opciones ilimitadas les produce indefensión, infelicidad, parálisis, un trágico y doloroso sufrimiento que los perennes insatisfechos verbalizan demasiado a menudo, como un mantra: ¿ y si hubiéramos...?
Esa adecuada combinación de buenas elecciones que supuestamente hubiese cubierto sus altas y hedónicas expectativas.
Pero la multitud de posibilidades de elección los paraliza.

George Perec es un gran novelista. Merece la pena leer otras obras suyas como "Un hombre que duerme" o "La vida instrucciones de uso". Un tipo peculiar con buen pulso narrativo, de una medida prosa directa y dotado de una precisión providencial a la hora de encadenar descripciones pormenorizadas de personas y objetos con el fin de representar, de forma sutil e irónica, el mundo en el nos ha tocado vivir con sus lacras y plagas modernas a cuestas.

"Les habría gustado ser ricos. Creían que habrían sabido serlo. Habrían sabido vestir, mirar, sonreír como la gente rica. Habrían tenido el tacto, la discreción necesarios. Habrían olvidado su riqueza, habrían sabido no exhibirla. No se habrían vanagloriado de ella. La habrían respirado. Sus placeres habrían sido intensos. Les habría gustado andar, vagar, elegir, apreciar. Les habría gustado vivir. Su vida habría sido un arte de vivir".

En cuatro líneas Perec lo dice casi todo.
Jérome y Sylvie, personajes de Las Cosas, y representantes por antonomasia del llamado "pensamiento contrafactual" o hecho de pensar constantemente sobre un mundo que no es real pero podría serlo... o haberlo sido.

Una joya de la Literatura. "Las Cosas", de George Perec.

Saludos de Jim.

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