"No te preocupes, cielo, no están asesinando a estrellas, sólo a actores de reparto"( Sue Mengers-la representante de la actriz- para consolar a Barbara Streisand tras la matanza de Sharon Tate y sus amigos por Charles Manson)
Alguien se olió que allí algo raro estaba pasando cuando una peliculita formalmente imperfecta, lisérgica, desmadejada y realizada por unos cuantos fumetas greñudos- como esos que habían asesinado hacía muy poco a Sharon Tate y sus amigos durante una fiesta- se estaba haciendo con la taquilla, desplazando de los números a los grandes Estudios.
Algo estaba pasando, y es que los productores- los verdaderos artífices de las películas de los grandes Estudios- le estaban dejando paso a los directores para que dirigieran las películas. Comenzaba así la época de oro del Cine de Auteur norteamericano, influenciado por la Nouvelle Vague, los Angry Young y por la forma más independiente, barata y autónoma de rodar películas del tipo de las que hacía un tal Roger Corman, alejada de la vieja maquinaria industrial de derrochar presupuestos multimillonarios en cine.
"Easy Rider" presagiaba en 1969(Cassavetes ya lo venía insinuando y Arthur Penn le da la legítima en "Bonnie & Clyde", poniendo rostro amable a un par de delincuentes, cosa impensable años atrás) la llegada del Nuevo Hollywood. Esa fue la ruptura, el punto de eclosión: una película dirigida por un tipo politoxicómano y agresivo llamado Dennis Hopper.
Gente inestable como Dennis Hopper resumirían a la perfección cierta actitud desafiante frente al poder establecido, así como la creatividad salvaje y la energía de este Nuevo Hollywood, en el que el lema era "por qué no pruebas esto y aquéllo y a ver qué sale": " Hopper consumía dos litros de ron al día, más veintiocho cervezas y tres gramos de coca. Su trago preferido era ron con Coca-Cola, pero decidió que ron mezclado con zumo de arándanos agrios era mejor para su hígado e hizo el cambio. Pese a las drogas y las bebidas, se sentía capaz de funcionar tolerablemente bien... chutándose coca y heroína, se pasó a México... como tenía delírium trémens y alucinaciones se desnudó y desapareció en la jungla... su productora lo encontró y se lo llevó a un hospital para rehabilitarlo".
El cine norteamericano de los años 70 fue posible gracias a tipos como Coppola, Altman, Bill Evans, Scorsese, Alan J. Pakula, a un guionista suicida y nihilista como Paul Schrader, Hopper, William Friedkin, Malick, Bogdanovich, Hal Ashby, etcétera. Sus películas estaban rodadas entre montañas de cocaína, compromiso chic, fucking-up, rupturas formales, anticlímax y una agresiva fobia a los happy ends con que los grandes Estudios finalizaban sus productos.
Se dice NO a los actores de mandíbula cuadrada; las cámaras salen de los platós de cartón-piedra de los Estudios y llenan las sucias calles para radiografiar con sórdida fidelidad la jungla urbana y los arquetipos humanos que la pueblan. Es un combate a muerte contra el establishment, que acabará fagocitando al poco tiempo a aquéllos que consiguen sobrevivir al alcohol y a las drogas. Un grupo salvaje de guionistas, productores, actores y actrices, directores, toman Hollywood al asalto e imponen su ley. Son tipos arrogantes, crueles, sociópatas, egocéntricos y que solamente viven para hacer Cine, sea como sea.
Cine, sexo, drogas & rock and roll. Cine sexualmente agresivo realizado por supuestos pacifistas e idealistas de salón.
Alguien se olió que allí algo raro estaba pasando cuando una peliculita formalmente imperfecta, lisérgica, desmadejada y realizada por unos cuantos fumetas greñudos- como esos que habían asesinado hacía muy poco a Sharon Tate y sus amigos durante una fiesta- se estaba haciendo con la taquilla, desplazando de los números a los grandes Estudios.
Algo estaba pasando, y es que los productores- los verdaderos artífices de las películas de los grandes Estudios- le estaban dejando paso a los directores para que dirigieran las películas. Comenzaba así la época de oro del Cine de Auteur norteamericano, influenciado por la Nouvelle Vague, los Angry Young y por la forma más independiente, barata y autónoma de rodar películas del tipo de las que hacía un tal Roger Corman, alejada de la vieja maquinaria industrial de derrochar presupuestos multimillonarios en cine.
"Easy Rider" presagiaba en 1969(Cassavetes ya lo venía insinuando y Arthur Penn le da la legítima en "Bonnie & Clyde", poniendo rostro amable a un par de delincuentes, cosa impensable años atrás) la llegada del Nuevo Hollywood. Esa fue la ruptura, el punto de eclosión: una película dirigida por un tipo politoxicómano y agresivo llamado Dennis Hopper.
Gente inestable como Dennis Hopper resumirían a la perfección cierta actitud desafiante frente al poder establecido, así como la creatividad salvaje y la energía de este Nuevo Hollywood, en el que el lema era "por qué no pruebas esto y aquéllo y a ver qué sale": " Hopper consumía dos litros de ron al día, más veintiocho cervezas y tres gramos de coca. Su trago preferido era ron con Coca-Cola, pero decidió que ron mezclado con zumo de arándanos agrios era mejor para su hígado e hizo el cambio. Pese a las drogas y las bebidas, se sentía capaz de funcionar tolerablemente bien... chutándose coca y heroína, se pasó a México... como tenía delírium trémens y alucinaciones se desnudó y desapareció en la jungla... su productora lo encontró y se lo llevó a un hospital para rehabilitarlo".
El cine norteamericano de los años 70 fue posible gracias a tipos como Coppola, Altman, Bill Evans, Scorsese, Alan J. Pakula, a un guionista suicida y nihilista como Paul Schrader, Hopper, William Friedkin, Malick, Bogdanovich, Hal Ashby, etcétera. Sus películas estaban rodadas entre montañas de cocaína, compromiso chic, fucking-up, rupturas formales, anticlímax y una agresiva fobia a los happy ends con que los grandes Estudios finalizaban sus productos.
Se dice NO a los actores de mandíbula cuadrada; las cámaras salen de los platós de cartón-piedra de los Estudios y llenan las sucias calles para radiografiar con sórdida fidelidad la jungla urbana y los arquetipos humanos que la pueblan. Es un combate a muerte contra el establishment, que acabará fagocitando al poco tiempo a aquéllos que consiguen sobrevivir al alcohol y a las drogas. Un grupo salvaje de guionistas, productores, actores y actrices, directores, toman Hollywood al asalto e imponen su ley. Son tipos arrogantes, crueles, sociópatas, egocéntricos y que solamente viven para hacer Cine, sea como sea.
Cine, sexo, drogas & rock and roll. Cine sexualmente agresivo realizado por supuestos pacifistas e idealistas de salón.
Mientras en "Easy Rider" dos hippies melenudos recorren los polvorientos EEUU vendiendo cocaína y fumando hierba, montados en sus motocicletas... Bogdanovich certifica en su "La Última Película" el óbito de los Grandes Estudios y de cierta concepción clásica sobre el Cine Norteamericano. A la vez, Friedkin consigue que una niña poseída se introduzca por la vagina un crucifijo(sexualidad femenina emergente, imaginativa herejía, sacrílego aborto autoprovocado), con la Iglesia en pie de guerra, en el inicio de "El Exorcista".
En "Taxi Driver", un desconcertado De Niro se dispone a limpiar las calles de la ciudad de toda la corrupción y podredumbre que la inunda.
Coppola utiliza cadáveres reales para "Apocalypse Now". Los que véis cuando Willard llega a junto de Kurtz.
Y se pasa rodando meses entre inundaciones, orgías, drogas y rock and roll en medio de la selva.
El nuevo Hollywood era en gran parte violencia, sexo, pesimismo existencial fuera de los valores optimistas de las viejas películas; ciertas disgresiones formales, feísmo estético, crítica antisistema. No era sólo buscar un gatito y estrangularlo para implicar emocionalmente al público, sino mucho más. Había rabia contenida y ganas de quemar cosas por el camino... pero, sobre todo, había ganas de hacer buen cine. Se comía y bebía Cine.
Había que saldar deudas con algo, matar al padre, copular con la madre, sacrificar la tradición en pos de la verdad: la guerra, vietnam, el sistema opresivo, el puritanismo, la hipocresía fanática, la religión...
A modo de ejemplo de la travesía previa de algunos de los componentes del Grupo Salvaje, el hermano de Paul Schrader, el también guionista Leonard, nos cuenta su infancia entre unos padres calvinistas holandeses: " El tercer codazo significaba que te iban a azotar. A mí me azotaban seis o siete veces por semana. Simplemente ser una persona normal las veinticuatro horas del día, respirar, comer, ir al lavabo, tener una vida normal, significaba tener que violar veinte reglas al día, y que tres de ellas merecían una azotaina. Yo me quitaba la camisa de los domingos, mi padre me hacía inclinar sobre la mesa de la cocina, sacaba el cable de su afeitadora eléctrica y me daba en la espalda con el enchufe, a mí me quedaba todo el lomo salpicado de puntitos de sangre, un bonito estampado de motas rojas por toda la espalda. Como si hubiera ido al médico a hacerme unas pruebas de alergia".
El Cine, dice, fue nuestra salvación. La utilización de la cámara como un rifle de precisión.
En "Taxi Driver", un desconcertado De Niro se dispone a limpiar las calles de la ciudad de toda la corrupción y podredumbre que la inunda.
Coppola utiliza cadáveres reales para "Apocalypse Now". Los que véis cuando Willard llega a junto de Kurtz.
Y se pasa rodando meses entre inundaciones, orgías, drogas y rock and roll en medio de la selva.
El nuevo Hollywood era en gran parte violencia, sexo, pesimismo existencial fuera de los valores optimistas de las viejas películas; ciertas disgresiones formales, feísmo estético, crítica antisistema. No era sólo buscar un gatito y estrangularlo para implicar emocionalmente al público, sino mucho más. Había rabia contenida y ganas de quemar cosas por el camino... pero, sobre todo, había ganas de hacer buen cine. Se comía y bebía Cine.
Había que saldar deudas con algo, matar al padre, copular con la madre, sacrificar la tradición en pos de la verdad: la guerra, vietnam, el sistema opresivo, el puritanismo, la hipocresía fanática, la religión...
A modo de ejemplo de la travesía previa de algunos de los componentes del Grupo Salvaje, el hermano de Paul Schrader, el también guionista Leonard, nos cuenta su infancia entre unos padres calvinistas holandeses: " El tercer codazo significaba que te iban a azotar. A mí me azotaban seis o siete veces por semana. Simplemente ser una persona normal las veinticuatro horas del día, respirar, comer, ir al lavabo, tener una vida normal, significaba tener que violar veinte reglas al día, y que tres de ellas merecían una azotaina. Yo me quitaba la camisa de los domingos, mi padre me hacía inclinar sobre la mesa de la cocina, sacaba el cable de su afeitadora eléctrica y me daba en la espalda con el enchufe, a mí me quedaba todo el lomo salpicado de puntitos de sangre, un bonito estampado de motas rojas por toda la espalda. Como si hubiera ido al médico a hacerme unas pruebas de alergia".
El Cine, dice, fue nuestra salvación. La utilización de la cámara como un rifle de precisión.
Así que el grupo salvaje llegaba al galope para subvertir las normas en mitad de aquella orgía de vida, sangre y Cine: Hopper le rompía la nariz de un puñetazo a su mujer, Paul Schader jugaba a la ruleta rusa con su nuevo revólver, a la novia de Bogdanovich la asesinaba su ex-marido de un disparo y después violaba el cadáver; al afamado productor Bill Evans lo pillaban en la aduana con ciento cincuenta gramos de coca("Bill se quiere hacer una raya que vaya de Nueva York a París", decían)mientras producía "Popeye" con los de Walt Disney... Scorsese también se perdía en su particular desierto de coca, igual que Bob Rafelson y Ashby, mientras que Coppola era víctima de su propia megalomanía y perdía la perspectiva.
La cosa no tardó en implosionar. "Cuando los matrimonios empezaron a venirse abajo, cuando la gente empezó a morir de sobredosis y el talento empezó a marchitarse demasiado pronto, nadie supo adónde ir ni qué hacer"..."Queríamos hacer grandes películas, queríamos ser artistas, íbamos a descubrir los límites de nuestro propio talento. Ahora, lo que queda es el poder por el poder, no un medio, sino un fin en sí mismo. Los directores de esta generación empezaron creyendo, y se comportaban como si hacer cine fuera una religión. Pero perdieron la fe".
Cinéfilamente hablando, el fracaso en taquilla de la espléndida "La Puerta del Cielo", de Cimino, que dejó a la United Artist en bancarrota, certificó la muerte de aquella forma autónoma, autor-director, y salvaje de hacer películas.
Ya lo había sido Bogdanovich- que era más un reconstructor de los viejos códigos y géneros de los Estudios que un subversivo agitador como los demás- pero ahora el papel de "Caballo de Troya" y resucitador de la industria y los grandes Estudios recaía en tipos sanos como George Lucas y Spielberg que, como alguien dijo peyorativamente de ellos, "ni siquiera se drogaban".
Una nueva sensibilidad conservadora, optimista, de simple espectáculo, caló profundamente en los ochenta. La vieja película al estilo High-concept, luminosa, optimista, para toda la familia, de los grandes Estudios. Como decía Spielberg: "Si alguien puede resumirme una idea en veinticinco palabras o menos, va a ser una buena película".
La revolución no duró demasiado, convertida en cenizas por su propia virulencia, ímpetu y carencias, y los Estudios se ocuparon de rebañar las sobras y sacar el talonario para comenzar de nuevo a impartir el recetario contrarreformista que, de nuevo, tantos beneficios volvería a generar.
"Tiburón" inició las caras campañas de promoción publicitaria en televisión. Vuelven los Estudios. Comienza la diversión sin trascendencia, el puro y vertiginoso entretenimiento de los ochenta.
Como dijo Bogdanovich: "Tiburón fue devastadora para las películas artísticas, de menor presupuesto. Se olvidaron de cómo se hacían. Ya no interesaban".
Y llegaron los "Superman", "Los Goonies", "Los Gremlins" y "Los Cazafantasmas" para no importunar demasiado a las huestes conservadoras que ahora votaban Reagan, WASP , sistema económico liberal y paz social y parapolicial.
La cosa no tardó en implosionar. "Cuando los matrimonios empezaron a venirse abajo, cuando la gente empezó a morir de sobredosis y el talento empezó a marchitarse demasiado pronto, nadie supo adónde ir ni qué hacer"..."Queríamos hacer grandes películas, queríamos ser artistas, íbamos a descubrir los límites de nuestro propio talento. Ahora, lo que queda es el poder por el poder, no un medio, sino un fin en sí mismo. Los directores de esta generación empezaron creyendo, y se comportaban como si hacer cine fuera una religión. Pero perdieron la fe".
Cinéfilamente hablando, el fracaso en taquilla de la espléndida "La Puerta del Cielo", de Cimino, que dejó a la United Artist en bancarrota, certificó la muerte de aquella forma autónoma, autor-director, y salvaje de hacer películas.
Ya lo había sido Bogdanovich- que era más un reconstructor de los viejos códigos y géneros de los Estudios que un subversivo agitador como los demás- pero ahora el papel de "Caballo de Troya" y resucitador de la industria y los grandes Estudios recaía en tipos sanos como George Lucas y Spielberg que, como alguien dijo peyorativamente de ellos, "ni siquiera se drogaban".
Una nueva sensibilidad conservadora, optimista, de simple espectáculo, caló profundamente en los ochenta. La vieja película al estilo High-concept, luminosa, optimista, para toda la familia, de los grandes Estudios. Como decía Spielberg: "Si alguien puede resumirme una idea en veinticinco palabras o menos, va a ser una buena película".
La revolución no duró demasiado, convertida en cenizas por su propia virulencia, ímpetu y carencias, y los Estudios se ocuparon de rebañar las sobras y sacar el talonario para comenzar de nuevo a impartir el recetario contrarreformista que, de nuevo, tantos beneficios volvería a generar.
"Tiburón" inició las caras campañas de promoción publicitaria en televisión. Vuelven los Estudios. Comienza la diversión sin trascendencia, el puro y vertiginoso entretenimiento de los ochenta.
Como dijo Bogdanovich: "Tiburón fue devastadora para las películas artísticas, de menor presupuesto. Se olvidaron de cómo se hacían. Ya no interesaban".
Y llegaron los "Superman", "Los Goonies", "Los Gremlins" y "Los Cazafantasmas" para no importunar demasiado a las huestes conservadoras que ahora votaban Reagan, WASP , sistema económico liberal y paz social y parapolicial.
Pero siempre nos quedarán para recordar aquellos gloriosos setenta y su grupo salvaje maravillas como "Harold y Maude", "Tarde de Perros", "La última película", "Chinatown", "El Exorcista", "Malas Calles", "Taxi Driver"o "Apocalypse Now". Joyas a las que el tiempo y la perspectiva cinéfila no ha hecho más que engrandecer, por si quedaba alguna duda.
Estos broncos tipejos se merecían este pequeño homenaje. Recomiendo encarecidamente "Moteros Tranquilos, Toros salvajes", gran libro de Peter Biskind del que están extraídas la mayor parte de las citas y comentarios.
Saludos de Jim.
Estos broncos tipejos se merecían este pequeño homenaje. Recomiendo encarecidamente "Moteros Tranquilos, Toros salvajes", gran libro de Peter Biskind del que están extraídas la mayor parte de las citas y comentarios.
Saludos de Jim.
2 comentarios:
Exacto Jim...buena autopsia!
Distrito Apache es del 81,pero serviría también como referente, aunque encontrar otro Travis Bickle, va a ser difícil...El otro día hablando con una amiga me confesó que no había visto los goonies, te puedes creer?XD...
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