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sábado, 29 de agosto de 2009

DE LOS PERSAS AL SUPERCHOC, BREVE HISTORIA DE LOS HELADOS


OTRO VERANO QUE NOS DICE GOOD-BYE

Languidece otro verano. Los días son más cortos, se agradecen las chaquetas y ya va tocando hacer limpieza en casa porque en cada septiembre siempre se nos viene encima una inusitada urgencia de comenzar a cambiar ciertas cosas e inercias que arrastramos durante el año( que después suele quedar en nada), entre renovadas energías, viejos propósitos y el terapéutico saneamiento del armario de todos los años, al que siempre sobrevive alguna chaqueta pasada de moda o un pantalón ceñido Lee Te Identifica que nunca damos tirado a la basura- aunque sepamos a ciencia cierta que no vamos a volver a ponerlo nunca jamás- porque le hemos cogido más cariño que a nuestras ex-novias, que tampoco es tan difícil.

Se nos cuela otro verano entre los dedos- ¿ cuántos van ya?- mientras pensamos que dentro de tres meses ya toca quitarle el papel albal a los reyes magos y huecos para comernos el rico chocolate que les da forma.


LOS HELADOS, UN MILAGRO DE LA QUÍMICA



Y mientras tanto, siempre con nosotros desde la niñez, infatigables y fieles, puntuales cada nuevo junio, julio y agosto: LOS HELADOS... esos diminutos( cada vez más) milagros de materia grasa, saborizantes, estabilizadores y colorantes que nos provocan un extraordinario placer cuando la canícula más aprieta y nuestras axilas gotean formando estalactitas del sudor acumulado.
Los helados, industriales, artesanos o de heladera casera, en cucurucho, con galleta o en palo, de mantecado, vainilla, chocolate o ajo.
Los helados, con toda esa grasa láctea manufacturada a cuestas, realzando color y sabor gracias a los prodigios de la química moderna, aunque los Persas ya los degustaran cinco siglos antes de que el protagonista de la peli de Mel Gibson naciera.

Pequeños placeres que pasan desapercibidos- generalmente estamos obsesionados con el orgasmo sexual y punto- y que nos han hecho la vida más llevadera y soportable en determinados momentos.


LA CATA DEL HELADO

La cata de un helado es más un arte que una ciencia, puesto que exige una sensibilidad y sutilidad en el lenguaje que transmita de manera excitante una impresión fugaz. Tenemos que valorarlo globalmente pero considerando a la vez, de forma exclusiva e independiente, los distintos elementos de análisis que la componen:
a) el análisis visual, valorando la forma, el brillo, la estética del helado.

b) el análisis aromático, su bouquet, teniendo en cuenta la intensidad y nitidez del aroma y el tipo o gama de chocolate o fresa que nos presentan y si cuando se combina, por ejemplo, el limón con la cola en un Colajet se produce una armonización de esos olores que detectan nuestros sentidos o si se producen estridencias aromáticas y esa mixtura de olores nos resulta neutra, antinatural o insípida.

c) la sensación en la boca, el contacto del Drácula en el paladar, valorando la textura, el equilibrio de sabores, la persistencia de los sabores, el cuerpo y la urdimbre del helado en cuestión.
Es vital la concentración total en esta última fase.


LOS HELADOS INDUSTRIALES QUE NOS VIERON CRECER

¿ Quién no ha lamido nunca un Frigo Pie o mordido con ansiedad un Super Choc para intentar avanzar cuanto antes hasta el rico chocolate del interior? ¿ A quién no le ha tocado alguna vez un palo con las excitantes palabras MIKOPREMIO grabadas a fuego sobre la madera oculta? ¿ Y la tarrina de después de comer para hacer la digestión... alguien se puede resistir?

El Colajet, el Mikolápiz, el Drácula, la Copa Brasil o el Mini Milk forman parte de nuestra autobiografía, de la cultura popular, del arte pop del siglo XX, de esos momentos felices que, seguramente, cuando nos llegue la hora y nos encontremos agonizando en algún camastro o esquina, veremos pasar como en una película de Buñuel por la parte trasera de nuestros ojos, o sea, en el cinemascope de la mente y la memoria.
Un breve y, a la vez, eterno plano americano de un niño o niña, nosotros, saboreando un polo de limón, una tarde de julio, sentado entre amigos en algún portal o descampado mientras se habla de todo y nada.
Así que la felicidad era esto, ¿no?... pensaremos entonces, entre flemas, sondas y estertores.


LOS HELADOS DE POBRE



De los baratos, para los que éramos niños de barrio y no teníamos plata.
De dos tipos:

El Burmar-flax- El helado sin palo. Un poco de líquido de colores metido en un plástico que se congelaba y salía algo parecido a un helado. 5 ptas sin congelar y 7 ptas congelado.
Lo bueno es que cuando se acababa el helado, todavía exprimías y chupabas el plástico hasta que los dibujos se borraban.
Los Burmar- flax originales venían con cromos.

El Polo de toda la vida- Un pedazo de hielo con un palo. Algo minimalista y funcional, de una sencillez y efectividad apabullante. Barato. 15 pesetas, 25, etcétera.
El de naranja refrescaba. El de limón te ponía cara de chino. El de cola estaba riquísimo y el de Fresa te dejaba los labios pintados como los de Carmen de Mairena.
Yo conocí a niños que en su vida adulta se visten de mujer por culpa de los polos de fresa Miko. Cosas de la infancia y la nostalgia de los rabios rojo p_ _a.



LOS HELADOS MÁS MÍTICOS





Las dichosas dicotomías en la vida: ¿ papá o mamá? ¿ Beatles o los Rolling? ¿ Carne o pescado? ¿ Marvel o Dc? ¿ La montaña o la playa? ¿ Frigo o Miko?
Yo siempre he sido de Frigo. Con un par. Frigo siempre fue puntero, llevaba la iniciativa, los demás iban siempre a remolque. Cuando ellos sacaron el Calippo, los demás lo imitaron. Cuando el Twister, lo mismo.
Además, nunca nadie pudo copiar o reproducir fielmente todo un clásico como el Drácula, uno de mis favoritos.
¿ Son o no razones suficientes para defender con orgullo mi predilección por los Helados Frigo?


- DRÁCULA: Esa cubierta de cola, con esa fresa y ese final de nata ha sido siempre un bocato di cardinale en el ámbito de los entendidos en esto de los gelatos industriales. Para paladares exigentes. Ya la estética misma del helado y su iconografía- esos dibujos de un Drácula azul y fresa- prometía placeres sin fin.
Inimitable hasta hoy, aunque los hacen mucho más pequeños.


- CAPITÁN COLA: También de Frigo, claro. Punta de naranja, cuerpo de rico limón y base de exquisita cola. Hielo puro en forma de cohete psicodélico que armonizaba a la perfección colorantes y saborizantes para degustar una tarde calurosa de junio.


- VASITOS: Pues nada, un clásico total de restaurantes y chiringuitos. El helado que tomaban los padres y abuelos. El helado familiar por excelencia, con su cucharita plástica que no podía hundirse demasiado en la vainilla y chocolate o corríamos el riesgo de romperla.
Además, después los vasitos de cartón se utilizaban como ceniceros o para hacer flanes pequeños de arena.
La Copa Brasil siempre ha sido la jet de los vasitos y se ha destinado para momentos especiales del día, sobre todo para atardecer en una terraza con buena compañía.


- MINIMILK: Uno de mis favoritos, también Made in Frigo. Sólo tomaba el básico, el de leche. Barato, 30 o 35 pesetas, y riquísimo. Muy dulce y de textura blanda y suave, no le gustaba a todo el mundo. Para sibaritas. Con una exótica intensidad aromática que en pocos helados he vuelto a encontrar.


- FRIGURÓN: No cuajó y la verdad es que no me extraña. Azul, insípido, como sin fuerza y sin clase. Mi paladar nunca pudo con él. Frigo no estuvo aquí a la altura. Sólo era hielo azul, sin más.


- COLAJET: Uno de los grandes aciertos de Camy. Punta de chocolate, cuerpo de limón y base de cola. No sé qué fue primero, si el Capitán Cola o el Colajet, pero ambos están clonados uno del otro. La sensación en el paladar es similar.


- FRIGO PIE: Dicen que es el helado mejor valorado por los consumidores gracias a su cuerpo suave y a su exquisito sabor a fresa. A pesar de ello, nunca he sido muy fan del Frigo Pie.
Hay incluso merchandising sobre este helado: llaveros, camisetas, etcétera.



- FRIGO DEDO: Otro clásico básico. Estéticamente inapelable y atrevido. Helado con el que, gracias a su forma, se han gastado mil bromas, algunas de alto contenido sexual. Aunque supongo que algunas no irían tan descaminadas. Con una de las fresas industriales más intensas que he probado nunca. Rico rico y, a la vez, altamente refrescante para una tarde de calorina y sofoco de julio. Sobresaliente.




- CUCURUCHOS: ¿ Qué se puede decir de los cucuruchos que no se haya dicho ya? Pues riquísimos en todas sus formas y variantes: Negrito, Negritón, Frigolines, Artesanos de la Italiana o de la caravana de los helados que se pone en Las Esclavas o La Torre, etcétera. Más clásicos que Bogart y Bacall juntos.
Gran idea la del cucurucho con final de chocolate y galleta. Le da un punto al The End del helado.
La mejor galleta siempre es la de los artesanos, evidentemente.


- SANDWICH O CORTE: Pues ídem que los cucuruchos y vasitos. Incluso estaban ricos los de Avidesa o La Menorquina, que ya es decir.
Siempre hay que tener una barra de helado de corte en casa, por si las moscas.


- SUPERCHOC: Una evidente evolución, como un Pokemón, del Bombón-Nata de toda la vida. Un bombón-nata, para mi gusto, mejorado gracias al corazón sólido de rico chocolate que el Superchoc lleva. Siempre me he sentido extrañamente atraído por los helados de chocolate con varias capas y distintos chocolates. El Superchoc es la muñeca rusa de los helados.
De todas formas, el Bombón de toda la vida es también un gran helado.




- MÁGNUM: Otra superevolución, esta vez de Camy, del Bombón clásico. Últimamente son los que más tomo. ¿ Tendrá que ver algo Elsa Pataky en ello?
No sé, pero ver a Elsa Pataky con un helado entre los labios es algo para lo que hay que estar preparado en esta vida. Yo es que soy muy sensible a la belleza femenina y no quiero poner a prueba con esos sobresaltos a mi pobre corazón.
Cosas de la puñetera publicidad subliminal de las pelotas.




- FANTASMIKO: Uno de mis favoritos, y es de Miko. El palo de chicle de fresa, pero esa vainilla y chocolate en forma de fantasma de grandes ojos y boca de chocolate estaban de muerte. Lo retiraron del mercado durante un tiempo, pero ahora creo que lo han vuelto a sacar, como la Mirinda o el Tang.
Supongo que al final se lo darían a probar a chimpancés y ratas de laboratorio y estos sufrirían multitud de efectos secundarios con todos los E-52 y acidulantes raros que llevan encima, pero los humanos somos mucho más duros que ellos.
Alimentar a miles de millones de personas no es fácil, pensadlo.


- HELADOS DE HELADERA CASERA: Insípidos, asépticos, como hechos en una farmacia o en el laboratorio de algún clínico. Hielo puro sin cuerpo ni sustancia ni intensidad. Como chupar un cubito de hielo con algo de color.
Más sosos que el que tipo ese de la capa que sale cada fin de año en la TVE.
Otro fracaso como el de la yogurtera. A ver cuando nos damos cuenta de que en casa no tenemos toda la química de la que ellos tienen al alcance de su mano en sus laboratorios, coñe.

Saludos de Jim y a disfrutar de los helados y del poco verano que nos queda, gente divergente.

4 comentarios:

SALVI dijo...

me ha gustado mucho tu post
desde luego te lo dice un experto en flax, polos y helados. Desde pequeño he sido un fiera en el tema, ahora de mayorcito po tambien
felicidades por tu blog
un saludo
salvi

TEMIS dijo...

JOOOO, el Burmar -flax, anda que no comí yo de eso, madre mía! que conste que pese a que eras de Frigo, los "polos", los mejores eran de la desaparecida Avidesa. Y el Calippo, Drácula, el Colajet...comprados en la caseta de venta de helados de al lado de la playa de San Amaro. Me has hecho rememorar sabores, olores, y veranos de los 80. Muchas gracias Jim, como siempre, me has regalado unos segundos para ser feliz con los recuerdos!

Jim Alegrías dijo...

"Ya verás que bueno,
toma un burmarflax
que sabe de miedo
y es sensacional"

Creo que así era la canción, Temis.

Gracias, Salvi, tenemos que formar un club masónico de esos de aficionados a los gelatos.
Con un discurso tipo:" Yo te ordeno primer sacerdote de la logia francmasónica de Frigo..."

Sin orgías, por supuesto.
Bueno, esto último se votará.

Saludos de Jim.

Azra dijo...

Yo recuerdo con gran añoranza Drácula, y si,,,que jodíos, pero que pequeñitos lo hacían en su momento!
Ahm,discrepo con usted respecto a los helados caseros,cómo que insípidos?debería probar los que hacen en mi pueblo amigo!