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martes, 4 de agosto de 2009

SILVER KANE Y EL INSPECTOR MÉNDEZ


" - Lo entiendo, Méndez: su mundo se está muriendo. Los viejos café de Barcelona donde se proclamó la república, y en los que usted veía cambiar la luz de la tarde, han ido cerrando, muchos de ellos por orden de la sanidad pública. El viejo Raval ya no es lo que era: han abierto una avenida, se han inaugurado tiendas de productos desnatados, se han ido las madames y han venido los dentistas. Ya ni si quiera lo llaman Barrio Chino. Y es que el país ha perdido la seriedad, amigo Méndez. Las viejas rameras que le contaban a usted su vida han muerto, han vuelto a sus pueblos, se han casado en el ayuntamiento con una compañera de profesión o son diputadas del Congreso. El mundo cambia, Méndez, y usted debería dejar de creer en cosas en las que ya no cree nadie.
- Sí, estoy milagrosamente vivo, pero todo mi mundo ha muerto, no sé por qué me ha hecho llamar, señor M. " ( Una Novela De Barrio, Francisco G. Ledesma)

Yo ya había dejado atrás los misterios de los gnomos de Los Hollister o El Manual De Tarconi, y estaba devorando a Verne, London y Robert E. Howard, pero en casa de mis padres había una novelita de lomo rojo que siempre me había llamado la atención por su portada, que mostraba una foto de un exótico local llamado El Molino, todo luz y color.
El libro en cuestión se titulaba " Crónica Sentimental en Rojo", había ganado el Planeta, y estaba escrito por un tipo que también se titulaba Francisco González Ledesma.
Le echaba ojeadas rápidas a la novela cuando estaba solo,- algo me decía que no era un libro para mi edad, por eso seguramente me atraía tanto- pues allí se hablaba de asesinatos, burdeles, del pecho amputado de una niña, de gimnasios y sudor, de honestas prostitutas y corruptos abogados, de sonados ex-boxeadores, de drogas y de la sórdida vida que palpitaba en ciertas calles en penumbra y en desolados callejones.
Pero un día la leí del tirón.

La gran protagonista era la ciudad de Barcelona, y el entomólogo que la diseccionaba con desencantado cinismo, pero a la vez con ternura, humor y pasión, era un tal Inspector Méndez, un viejo policía crepuscular y pasado de moda que pululaba por entre las arterias y sucias vísceras de la ciudad, desenmarañando sus miserias mientras se codea con todo tipo de delincuentes, soplones, periodistas a la vieja usanza, jueces corruptos, meretrices que siempre están a punto de retirarse, ex-boxeadores recién salidos del talego, etcétera.
Y todo con el pulso narrativo firme, caústico, incisivo de los grandes maestros de la novela negra o policíaca contemporánea española: García Pavón, Montalbán, Juan Madrid, Andreu Martín...

Francisco G. Ledesma es uno de los mejores autores vivos- y no sólo de novela policíaca, negra, de género- españoles para el que esto escribe.
Fue censurada su primera novela en el 48, " Sombras Viejas", por " roja y pornógrafa".
Se inició, para poder comer, en la literatura de quiosco: escribió cientos de guiones para tebeos y más de 400 novelas del oeste, terror, ciencia ficción para Bruguera bajo el seudónimo de SILVER KANE.
¿ Quién no recuerda en el quiosco de su esquina o no ha leído nunca alguna de estas novelitas de cambio de a 5 ptas que siempre las firmaban tipos de Badajoz o Villacoslada que se ponían nombres anglosajones tan llamativos como Keith Luger, Marcial Lafuente Estefanía o Silver Kane?
Yo he devorado decenas de ellas.
Francisco G. Ledesma ha ganado el Planeta, el Hammet y el Novela Negra de RBA, aunque nunca haya sido precisamente una de las star system mediáticas en esto de la literatura y se haya quedado relegado siempre a una última fila, por detrás de juntaletras que no le llegan ni a las suelas de los Martinelli al creador del Inspector Méndez, del boxeador Richard o del periodista Amores.

El Inspector Méndez es un policía de raza. Rudo pero tierno, contundente pero justo y honesto, que vive entre estrecheces económicas y al que la vida ha curtido a base de ganchos a la mandíbula y al corazón, y que poco a poco se va internando en las miserias y claroscuros de las almas ajenas para abrir en canal y dejar a la intemperie la parte menos luminosa del ser humano, la que todo el mundo intenta ocultar o disimular con toda suerte de simulaciones, artificios y juegos de espejos y apariencias de cara al exterior.
Y todo con mucha crueldad, con intenso trasfondo social, pero también con punzante sentido del humor.
Radiografiando con nostalgia y melancolía el espíritu de una ciudad( de cualquier ciudad) y un tiempo que siempre se está alejando, que nos acaba dejando esa sensación de naufragio precipitado en unas costas desconocidas y de fuga de los referentes que un día formaban parte de nuestra identidad.

Leer " Las Calles de Nuestros Padres", " Crónica Sentimental en Rojo", " Una Novela de Barrio", es reencontrarse con el placer de volver a patearse con el Inspector Méndez esos bares de luces rojas mientras te tomas un sol y sombra, esos cuchitriles de periodistas honestos al borde de la indigencia, la charla dulce con la prostituta cansada, esas callejuelas de una ciudad llena de oscuros rincones, de viejas venganzas, de asesinatos incomprensibles, de perversos juegos de poder, de silencios cómplices que resuenan más que un cañonazo en un pozo.
Antes que Mankell y Kurt Wallander o que Stieg Larsson y su Millenium... está Silver Kane, el Inspector Méndez y Francisco G. Ledesma, el maestro.
El pecho mutilado de una niña aparece en una playa de Barcelona, dos ladrones de banco matan en su huida a un niño y años después uno de ellos muere asesinado y... y sólo tenemos al Inspector Méndez para que husmee en las calles, para que revuelva en los cubos de basura y se cuele en los pliegues de la apariencia y de la representación de la realidad para que pueda llegar a decirnos el cómo, para qué y por qué suceden algunas cosas.

Yo le hubiese puesto una calle a Silver Kane, al Inspector Méndez o a Francisco G. Ledesma en Vioño antes que a Napoleón.
O a los tres.
Eso fijo.

Saludos de Jim. Aquí tienes a otro autor vivo, Balsa, que no te puedes perder.

4 comentarios:

PMM dijo...

Pues no estaría nada mal, porque una calle dedicada a Napoleón en Coruña no viene mucho al cuento de la historia que tuvimos con los franceses ¿no? Saludos al Agra desde Monte Alto

TEMIS dijo...

Eres un nostálgico, Jim y me has intrigado respecto de este escritor, no he tenido el placer de leer nada de él. Los ambientes decadentes, quizá de nuestra historia más reciente y la gente que vive en un submundo más real que el mundo real. Bien cierto, se acaban los barrios, se acaban las personas con sus historias y aparece el individuo abstracto por el que no sentimos empatía.
Y abogo por un homenaje a todos estos escritores que forman parte de la Historia de este país.

Deprisa dijo...

No he leido nada de ese autor, pero tomo nota, que nunca está de más...

Jim Alegrías dijo...

Sí, Pmm, lo de la calle dedicada a Napoleón es algo muy rarito.
¿ Qué dirá Pérez Reverte de esto?

Temis, Deprisa, os lo recomiendo. Una buena lectura veraniega cualquier librito de Ledesma.
El Inspector Méndez es muy entrañable.

Saludos de Jim.