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sábado, 4 de julio de 2009

DESEO EN UNA NOCHE DE VERANO

Es cierto.
El deseo es el nutriente fundamental de la supervivencia. Sin este activador la procreación, el sexo, no forzado, no sería posible. Ese antídoto de la muerte que nos azuza, que nos recuerda que somos y llevamos dentro vida que palpita, un apetito voraz de agua y estrellas cuyo único afán es devorar y ser devorado, implosionando sobre la felicidad de otro ser humano.
El deseo es un cuerpo que se conmueve y vibra ante la presencia del otro, ese ansia tropical y sofocante que anhela colonizar otra piel, otros labios, otras latitudes más húmedas.
Es una pequeña gran victoria del cuerpo sobre la mente, que a veces no entiende las causas, los por qué, las razones por las que el motor del deseo se acciona y desboca.

La mayor parte de las religiones, históricamente, han censurado, condenado, denostado el deseo en una suerte de disparatada y obsesiva represión permanente de un hecho esencial de la naturaleza humana. Esquizofrenia paranoide, dogmatismo, razones de pura pervivencia y operatividad de la secta, etcétera.

Hasta hace muy poco cualquier mujer que sintiese deseo erótico era inmediatamente sospechosa de algo impreciso (de sentir, de tener la capacidad de, de poseer endorfinas, terminaciones nerviosas...) pero que había que remediar a cualquier precio.
Todavía hoy predicar la castidad o extirpar un clítoris forma parte de la doctrina de muchas de estas supersticiones organizadas.
Pese a ello, todas las culturas humanas han representado el deseo erótico en sus múltiples y hermosas formas: delicados cunilingus en cerámicas griegas, esculturas romanas de hombres con falos enormes, felaciones gozosas en vasijas peruanas del siglo I, sodomizaciones en tapices eróticos chinos en la dinastía Ming, biblias de Tijuana, fotografía homosexual, cine erótico actual...

Es importante alimentar este deseo, espolear la imaginación y los sentidos para evitar anestesiarse en la indiferencia o la rutina, sin más horizonte que vivir permanentemente embotados dentro del espejismo del estrés laboral, sin otra perspectiva que un día a día apático sin más calentura que un ligero dolor de cabeza tras haber visto tanta mala televisión.
El deseo nos devuelve la consciencia y felicidad de sabernos cuerpo que demanda la súbita captura y gozosa invasión del otro, el fragor de la dulce contienda en la que nunca se hacen prisioneros... y todo con esa intensidad extraordinaria que un@ sólo experimenta cuando desea y, a su vez, se siente desead@.
Y pocas cosas más placenteras que el tiempo y el espacio que transcurre entre el coqueteo, el nacimiento y la emergencia del deseo y la siempre precipitada muerte súbita con que concluye la feliz pugna del amor.

Por eso escribí esto:


DESEO EN UNA NOCHE DE VERANO

En las sucias buhardillas de verano
las jóvenes parejas se igualan en simetría
mientras se consumen con avidez el yeso y la luz de las esquinas.
Siempre nuevas, indecisas, imprudentes como algas.

Y es que afuera los gatos parecen pozos que jadean,
leones anoréxicos que se pierden en la exuberante vegetación noctámbula,
poblada entera de un ronroneo de innombrables apetitos, monjas ardientes y tranvías.

Aquí y ahora todo es humedad.
En los lechos yacen los caníbales despiertos
en su insomnio tropical, arrastrando la carne
en un baile rojo, acuoso, submarino.

Mañana los confesionarios se barnizarán de contrición y oraciones,
pero esta noche dentro de las casas, las viudas expondrán una vez más la dilatada matriz
para que otras dulces lluvias la cubran.

Esta noche de verano el seminarista se desvela,
la jueza, sin leyes, se consuela,
los trenes descarrilan mientras hace el amor el maquinista.
En las esquinas las niñas antiguas se oxidan besando escalpelos,
los niños pequeños sueñan con suaves ardillas,
los moteles arden y se contagian viejos incendios.

En estas noches de verano el nitrógeno no llega: todo es verde pirotecnia,
amapolas, cuerpos en fuga, fértiles jugos, óxido de hierro...

Y al amanecer estos lagartos se pondrán sus escamas,
se dormirán las jóvenes de pie en sus orgías,
se tenderán temprano las sábanas
y las vírgenes que ahora bombean sangre
buscarán con la luz
sus pijamas.


Saludos de Jim.

5 comentarios:

Azra dijo...

Es importante alimentar este deseo... para evitar anestesiarse en la indiferencia o la rutina, sin más horizonte que vivir permanentemente embotados dentro del espejismo del estrés laboral...
Pero eso es posible? Porque si hay pastillas para potenciar esa actitud, me voy ahorita mismo a la farmacia....
Esa noche de verano,,,ojalá fueran asín todas las noches de verano!
Ahm, se me olvidaba,,,me gusta mucho su blog, Señor!

TEMIS dijo...

Somos seres sexuales. Durante siglos se ha negado el deseo como si fuera un pensamiento pecaminoso de invocación al maligno, cuando lo que era una perversión era negar lo que somos. Estamos en el mundo porque el deseo es más fuerte que nosotros, un instinto de permanencia y supervivencia de la especie, que han intentado ensuciar con miedo al pecado, despretigiando y hablando de la fornicación como lo peor que puede uno aspirar. Y es contra natura negar lo que somos. Por fortuna, las mentes de las últimas décadas han admitido el sexo como algo natural y saludable. La pena es que no se practique más. Y vivan las noches de verano!!!!

rotario dijo...

No olvides, Jim, que Marco Aurelio, estoico emperador romano definía el amor físico como: "fricción de las entrañas y eyaculación de un moquillo acompañada de cierta convulsión", lo cual nos puede llevar a cierta realidad cotidiana del amor, en su versión duplex adosado con patio para la barbacoa.

Lo que está claro es que cada vez se da con menos frecuencia lo de las "felaciones gozosas", pues en estos tiempos de crisis, hasta la madre naturaleza se muestra harto tacaña.

Pablo Franco dijo...

Yo es que me caso el martes que viene.... se acabó el buen sexo, me temo :-)

Jim Alegrías dijo...

Azra: Primero darte la bienvenida a esta humilde tienda de todo a cien, y después decirte que con perseverancia e imaginación se puede conseguir hacer un poco más entretenido todo esto de la montaña rusa de las endorfinas y la seducción.
Y me alegro que te guste esto. Es un halago de alguien que escucha a James Hunter y le gusta De Sicca.
La orgía del tetris, lo más.
Tienes otro admirador más, amiga Azra.

Temis: A mí me gustaría reproducirme por esporas. Como le pasa a Rouco Varela.

Rotario: Siempre hay gente dispuesta a hacer felices a los demás, hasta en tiempo de crisis.

Pablo: Te quedan 7 días, amigo Pablo. Todavía estás a tiempo. Una maleta para Brasil se hace en media hora.

Saludos de Jim.