Bienvenid@s a esta vuestra casa y perdonad que os reciba todavía en bata de boatiné y pantuflas clásicas de cuadros, pero es que los que ya me conocen saben que eso de la metrosexualidad y lo de levantarme antes de las once no es lo mío.
Yo nací en una cuesta en A Coruña, en el Barrio del Agra del Orzán, en un portal entre Karpi confección y la tienda de Pepe y Pilar.
Un poco más arriba de mi casa había una especie de bazar a la antigua usanza llamado "Droguería París. En ese universo mágico y bizarro de los bazares de aquellos años se podían encontrar y comprar en el mismo local desde jaulas de grillos a barras de pan, pasando por canarios cantores campeones, martillos neumáticos, fertilizantes, colonias, juguetes, figuritas de porcelana de damas victorianas con miriñaque y sombrilla, cajas de herramientas, etcétera.
Mi fascinación como niño por ese orbe inabarcable de objetos variados, de tesoros apilados tras el mostrador que me atraían como el fondo de las Bermudas a los barcos y aviones, de escaparates hipnóticos que abrían ante mí un océano de infinitas posibilidades imaginadas sobre el destino de aquellos bellos objetos... no se ha curado con la edad.
Afortunadamente, aquellos bazares de los setenta y ochenta no se han muerto del todo. El relevo de los cadenas 100 y los bazares chinos nos ha devuelto la esperanza a los que, como yo, nos hemos pasado tardes de cadena 100 en cadena 100, conmovidos y atónitos ante el espectáculo impagable que aquel cielo abierto nos ofrecía. Quien no se ha sentido emocionado ante una figura de resina de dos perros antropomórficos besándose en un banco, de paragüeros rosas, de relojes de pared con las agujas saliendo de la nariz de Lady Di o de una Virgen María hecha de conchas de mar que se enciende y brilla en la oscuridad no entenderá la adicción y fascinación que algunos sentimos ante este despliegue de excéntrica inutilidad y obscena y hermosa capacidad creativa que posee el ser humano.
Y es que estamos hablando de la emoción de lo imprevisto, de lo inesperado y sorprendente que allí nos aguarda. Cada uno de estos bazares o cadenas 100 es en sí mismo una especie de elogio de la ficción.
Y ahora que queda, más o menos, explicada la naturaleza emocional del título de esta nueva ventanita del ciberespacio, decir que lo que aquí podréis encontrar, conceptualmente, va a ser más o menos lo mismo que en la Droguería París: cualquier cosa que podáis o no imaginar o todo lo contrario.
Desde política local hasta el Gótico Sureño; desde Tom Waits o las tiras de Macanudo hasta por qué los llaveros del puesto de las escopetas de las ferias son siempre del Barca... desde la Teosofía de Madame Blavatsky hasta por qué 13 Rue del Percebe es el mejor título de Ibáñez... o qué hacer si una tía vuestra de Cáceres os deja en herencia un potro Lusitano de 4 años y tenéis que preparar una habitación en casa para acogerlo.
Y recordad: prefiero donativos en mi cuenta del Santander Hispano a lisonjas y halagos.
O todo lo contrario.
Saludos de Jim a tod@s desde las puertas de Tannhäuser.
Yo nací en una cuesta en A Coruña, en el Barrio del Agra del Orzán, en un portal entre Karpi confección y la tienda de Pepe y Pilar.
Un poco más arriba de mi casa había una especie de bazar a la antigua usanza llamado "Droguería París. En ese universo mágico y bizarro de los bazares de aquellos años se podían encontrar y comprar en el mismo local desde jaulas de grillos a barras de pan, pasando por canarios cantores campeones, martillos neumáticos, fertilizantes, colonias, juguetes, figuritas de porcelana de damas victorianas con miriñaque y sombrilla, cajas de herramientas, etcétera.
Mi fascinación como niño por ese orbe inabarcable de objetos variados, de tesoros apilados tras el mostrador que me atraían como el fondo de las Bermudas a los barcos y aviones, de escaparates hipnóticos que abrían ante mí un océano de infinitas posibilidades imaginadas sobre el destino de aquellos bellos objetos... no se ha curado con la edad.
Afortunadamente, aquellos bazares de los setenta y ochenta no se han muerto del todo. El relevo de los cadenas 100 y los bazares chinos nos ha devuelto la esperanza a los que, como yo, nos hemos pasado tardes de cadena 100 en cadena 100, conmovidos y atónitos ante el espectáculo impagable que aquel cielo abierto nos ofrecía. Quien no se ha sentido emocionado ante una figura de resina de dos perros antropomórficos besándose en un banco, de paragüeros rosas, de relojes de pared con las agujas saliendo de la nariz de Lady Di o de una Virgen María hecha de conchas de mar que se enciende y brilla en la oscuridad no entenderá la adicción y fascinación que algunos sentimos ante este despliegue de excéntrica inutilidad y obscena y hermosa capacidad creativa que posee el ser humano.
Y es que estamos hablando de la emoción de lo imprevisto, de lo inesperado y sorprendente que allí nos aguarda. Cada uno de estos bazares o cadenas 100 es en sí mismo una especie de elogio de la ficción.
Y ahora que queda, más o menos, explicada la naturaleza emocional del título de esta nueva ventanita del ciberespacio, decir que lo que aquí podréis encontrar, conceptualmente, va a ser más o menos lo mismo que en la Droguería París: cualquier cosa que podáis o no imaginar o todo lo contrario.
Desde política local hasta el Gótico Sureño; desde Tom Waits o las tiras de Macanudo hasta por qué los llaveros del puesto de las escopetas de las ferias son siempre del Barca... desde la Teosofía de Madame Blavatsky hasta por qué 13 Rue del Percebe es el mejor título de Ibáñez... o qué hacer si una tía vuestra de Cáceres os deja en herencia un potro Lusitano de 4 años y tenéis que preparar una habitación en casa para acogerlo.
Y recordad: prefiero donativos en mi cuenta del Santander Hispano a lisonjas y halagos.
O todo lo contrario.
Saludos de Jim a tod@s desde las puertas de Tannhäuser.
2 comentarios:
Me encantan los cadenas 100 ,hoy más conocidos, tristemente, por chinos. Prefiero comprar muchas cosas baratas a pocas caras, claro que yo soy un "cutre". Lo que no entiendo es que el "chino" te esté vigilando todo el tiempo cuando entras, porque pienso que será más probable que me robe el a mí que al revés.
" lo que no entiendo es que el "chino" te esté vigilando todo el tiempo porque pienso que será más probable que me robe el a mí que al revés"( lorzassn)
Pues eso será porque el "chino" no piensa como tú, y creerá más probable que tú le robes a él que no él a ti.
Con un poco de empatía, lorzas, se soluciona todo.
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